Paysandú, Lunes 11 de Enero de 2016
Opinion | 05 Ene Con instancia parlamentaria y todo, en la que se aprobó la recapitalización de Ancap por casi 1.000 millones de dólares, todavía seguimos sin saber qué es lo que pasó en el ente o quién es el responsable de la desaparición de los 800 millones de dólares que quedaron como déficit.
Dentro del gobierno, los principales de las dos alas del gobierno anterior y su continuación en el actual, José Mujica y Danilo Astori, así como sus legisladores, han tenido fuertes cruces de palabras y hasta se desafiaron a ver quien corría con el poncho a quien, como si las pérdidas fueran cosa de sacar pecho, y el que mostrara ser más guapo con poncho y todo iba a tener la razón.
Pues hasta ahora los argumentos son contradictorios, porque el equipo económico de Astori de este y el anterior gobierno responsabiliza a los directores mujiquistas de Ancap, incluyendo al propio Raúl Sendic, como responsables de haber gastado sin ton ni son durante todos estos años, y en cambio el mujiquismo dice que el equipo de Astori fue el responsable porque no dejó aumentar tarifas con tal de no afectar la inflación.
La convocatoria urgente de la Cámara de Diputados por el oficialismo para reunir el quórum en que se trató y aprobó la capitalización, tras una instancia similar en el Senado, tuvo ribetes novelescos para tratar de hacerlo lo antes posible, y hasta hubo que traer desde Cuba un legislador oficialista que estaba de vacaciones.
Pero quienes pretendían sacar alguna conclusión y asistir a la asunción de responsabilidades en esta maratónica sesión seguramente han resultado frustrados, por cuanto otra vez hubo revoleo de ponchos, sin conclusiones, pero también sin que nadie reconociera haber tenido responsabilidad en las pérdidas de 800 millones de dólares. Ni un “nosotros fuimos”, o un “tal vez nos equivocamos”, y solo alguna mención como al pasar, horas antes, del expresidente Mujica de que la “chamboneamos” en Ancap. O sea, le restó importancia a haber fundido la empresa más importante del país, nada menos.
Bueno, en la sesión de Diputados hubo de todo, menos hacer una evaluación seria por el oficialismo y menos aún autocrítica por haber llegado a este estado de cosas. Fue notorio sí que el mujiquismo, a través de sus parlamentarios, le tiró el fardo a Economía y Finanzas, y que los representantes de Astori a su vez recogieron el guante y lo lanzaron a la cara del otro sector, aunque en realidad no era un guante sino un fierro caliente que nadie querría tener en la mano.
Así, lo primero que hizo el diputado astorista Alfredo Asti cuando le tocó hablar, aún antes de defender la capitalización de Ancap, fue cuestionar el informe realizado por la diputada emepepista Lilián Galán. “Necesariamente, y lamentablemente, tengo que decir que si el informe que se realizó por el Frente Amplio hubiera tenido mi firma, hubiera dejado estampadas varias salvedades sobre cosas que no comparto”, dijo Asti. “En ese informe que se realiza en nombre del Frente Amplio no coincidimos con cosas que son públicas y notorias y ya lo expresamos en intercambios a través de la prensa. Ahora, lamentablemente, lo tenemos que hacer acá", insistió.
Asti hizo notar que en el informe de Galán se hizo mención al “no reconocimiento de costo” por el Ministerio de Economía. “No se tiene en cuenta el papel que tuvo el Ministerio de Economía para salvar cientos de millones de dólares en los negocios con Pdvsa. No se tiene en cuenta que a partir de marzo trabajamos en reperfilar la deuda de Ancap para solucionar un endeudamiento interno que es muy complicado”, manifestó el parlamentario. “Tenemos que ser claros. Defendemos todas las empresas públicas pero también la buena gestión”, dijo Asti.
Galán había dicho que la izquierda reivindica a las empresas públicas con un “rol activo” y de “compromiso social”. “No solo es eficiente lo que da ganancias”, aseguró, aunque se cuidó de decir que este costo social se asumió, en el mejor de los casos, a cuenta de que los uruguayos todos pagamos la fiesta.
Con estos pocos elementos, debemos razonar que el país está en manos de “chambones”, o sea gente “poco hábil en cualquier arte o facultad”, de acuerdo a la Real Academia Española. Estos “chambones” siguen al frente de una mega empresa --a escala uruguaya-- que factura unos 4.000 millones de dólares al año. Y esto es así porque quienes deberían remover la cúpula de Ancap, decidieron no hacerlo, quizás por “chambones” o porque para ellos --incluido el presidente Tabaré Vázquez como máximo responsable-- la política está por encima de los intereses del país.
Respecto a los argumentos del Frente Amplio, corresponde recordar que el presidente de Ancap era Raúl Sendic; ¿desde cuándo el presidente de una empresa no es responsable los desastres económicos de la empresa que dirige? Además, no es de recibo justificar las pérdidas porque el Ministerio de Economía no autorizó mayores aumentos de los combustibles, cuando éstos son los más caros de la región y están entre los más caros del mundo, y mientras la materia prima importada --petróleo-- caía de precio a la tercera parte del valor de 2010. Tampoco corresponde culpar a los estacioneros por un aumento de sueldos que, como no se podía pagar, lo terminó asumiendo Ancap.
Porque es culpa del Gobierno y de la propia Ancap que se hayan concedido incrementos salariales por encima de las posibilidades de las empresas, y esto también sirve para mostrar la forma en que el Frente Amplio en muchos casos “torció” los Consejos de Salarios obligando a aceptar condiciones peligrosas para la subsistencia de las empresas, aún en el ámbito privado.
En relación al “rol social” de la petrolera uruguaya, recordemos que 900 o más millones de dólares es mucha plata, que se podría invertir mucho mejor si se canalizara en obras sociales directamente, en lugar de desaparecer en un mar de pérdidas. Equivalen casi a 3.000 dólares por uruguayo que se encuentra debajo de la línea de pobreza; o cientos de escuelas, liceos, hospitales, viviendas sociales, etcétera.
Es decir, hay que ser muy “chambones” para hacer un agujero de ese calibre en una empresa monopólica que vende sus productos a precios sobrevaluados, plata que todos los “giles” –léase el pueblo uruguayo —deberemos pagar. Pero, como animal que tropieza mil veces con la misma piedra, como premio el gobierno la “chambonea” de nuevo y mantiene intacta la cúpula empresarial que provocó el desastre.
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