Opinion | 10 Ene El presidente de la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (FOEB), Richard Read, analizó en una entrevista con Radio Rural, el momento político que atraviesa su partido --el Frente Amplio-- en el marco de los resultados difundidos a partir de la investigadora de los negocios en Ancap y la capitalización del ente petrolero resuelta por la mayoría oficialista en el Parlamento y sin responsabilidades políticas, según el Poder Ejecutivo.
En duras declaraciones abogó por una autocrítica y rechazó la subestimación de la población a raíz de las argumentaciones esgrimidas en sala y el cruce de opiniones a través de los medios de comunicación.
Reconoció que “a la prensa la criticamos, pero después la usamos para tirotearnos. El otro día leí que la culpa de todo lo ocurrido en Ancap la tiene la prensa: ¿te toman por boludo, no? En todo caso, matás al cartero. Discutamos si lo que dice la prensa es verdad o mentira y si es mentira, hagámosle un juicio por difamación; pero si no es mentira ¿querés una prensa que no hable? Me parece que hay una cuota de hipocresía”.
Ante la constatación de las pérdidas millonarias, que de acuerdo al gobierno de Tabaré Vázquez no ameritó a la remoción de ningún jerarca en Ancap, Read comparó que la gente “mastica bronca y no le gusta que le tomen el pelo. Son a quienes se les exige y tienen que cumplir, pero ve que a otros no”, porque “los políticos despilfarran un tocón de guita y no pasa nada”, analizó.
En el mismo sentido, el director de Trabajo, Juan Castillo, entendió que “sí hay que reconocer públicamente que estuvimos frente a un lugar donde hicimos mala gestión, salir y pedir disculpas porque hubo una mala gestión. Pero de inmediato corregir esa gestión”. El exsecretario general del Pit Cnt y exvicepresidente del Frente Amplio, dijo a El Observador que “no hay que responsabilizar a los medios de comunicación porque los que estamos dando la letra somos nosotros”.
Ni Read ni Castillo han sido opositores en algún momento de sus vidas, sino que provienen de la interna partidaria con amplia experiencia en el liderazgo de sindicatos y en la militancia política, en forma paralela. Ambos sostienen altos discursos cada vez que son consultados sobre la gestión de los organismos públicos y sus declaraciones se tornan “políticamente incorrectas” a la hora de enfrentar a su propio partido de gobierno.
Resulta esclarecedor que dirigentes de primera línea comiencen a desmarcarse de los rótulos y aseveraciones que con escaso poder reflexivo se han reiterado hasta el cansancio, con la esperanza de un convencimiento absurdo e infantilista. El necesario sinceramiento de todo el espectro político devolverá la confianza en el elector, a quien últimamente algunos sectores lo ha transformado en el depositario de una serie de argumentos basura.