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Paysandú, Viernes 15 de Enero de 2016

¡Santo medio siglo!

Opinion | 13 Ene El 12 de enero de 1966, en la ABC de Estados Unidos se estrenaban las aventuras de Bruce Wayne y Dick Grayson, más conocidos desde entonces como Batman y Robin. "¡Santo medio siglo!", diría ahora Robin.
En ese espacio de tiempo, la televisión y la sociedad han cambiado radicalmente. Nada de aquella inocencia con que nos sentábamos frente al televisor sobrevive. La señal de ajuste que parecía eterna, pero servía para que los equipos de transmisión alcanzaran su temperatura adecuada por un funcionamiento óptimo, en aquellos tiempos en que la transmisión comenzaba a las 18 y para la medianoche o un poco más finalizaba.
No todas las familias tenían un televisor, cuando hoy es usual que haya varios en una misma casa. No había canales temáticos, no había decenas de opciones en la canalera y, fundamentalmente, los televisores no tenían control remoto.
Pero si estaba "Batman y Robin", esa serie de estética camp, ese término que refiere al humor, ironía y exageración de una obra artística. Y aunque terminó apenas tres temporadas después, con más pena que gloria, cancelada por el bajo rating, las transformaciones de la sociedad y el entretenimiento la volvieron a la vida. No solamente dio lugar a la batimanía sino que, sin la serie de Batman, probablemente no habrían existido más tarde las de "La mujer maravilla" y "El increíble Hulk", por poner ejemplos de los 70.
La batimanía se basa en esa estética que parece tan banal, pero que supo unirse a la cultura pop. Eso la ha mantenido viva en este medio siglo y, tal como se ve, seguirá con buena salud en los años por venir. Y, no hay que desconocerlo, en esta época de YouTube, las nuevas generaciones pueden ver aquellos capítulos originales, así como los que siguieron.
Porque después de la cancelación de la serie ni Adam West ni Burt Ward pudieron separarse de los papeles que los marcarían por el resto de sus vidas. Y volvieron a ellos. En 1979, en un especial de TV de Hannah-Barbera y NBC titulado "Legendas de superhéroes", donde encabezaban un grupo de héroes bastante venidos a menos. En 2003 hicieron "Regreso a la baticueva", donde los dos actores hicieron de sí mismos tratando de recuperar el batimóvil, robado antes de una subasta.
En la serie de Batman todo era exageración y copia degradada, pero con un sentido del humor brillante. Se enlazaba con las raíces del cómic, con los gráficos "Paff", "Biff" y "Kapoww". Sus textos siempre fueron bizarros, las trampas de los villanos desmesuradas y las peleas cual coreografías de comedia musical.
Ni mejor ni peor, la serie Batman fue única y precisamente por eso hoy seguimos batimaníacos. En años recientes, la industria cinematográfica, que de tonta no tiene nada, hizo siete películas, la última en 2010. Todas reafirmaron la batimanía. Porque, como sea y según pasen los años, las batiseñales son claras: con su traje que no dejaba nada librado a la imaginación, sus frases increíbles, ese cinturón que ni James Bond tuvo Batman y Robin fueron y son (¿y serán?) queribles por donde se los mire.


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