Opinion | 16 Ene Hace un tiempo, refiriéndose a la necesidad de mantener en equilibrio la economía, y por lo tanto manejar cuidadosamente los parámetros que influyen en ella, el presidente del Banco Central del Uruguay, economista Mario Bergara, señalaba que en este contexto de equilibrio el gobierno debía manejar los parámetros como hacen los malabaristas con los “platitos chinos” que se mantienen girando en el aire, porque cuando las cosas no dan más, debe por lo menos soltarse uno para tratar de retener los otros, llegado el caso.
En este caso los platitos chinos eran el tipo de cambio, la inflación y las cuentas fiscales, que tienen fuerte interdependencia entre sí, y que pautan distorsiones en la economía tan pronto una de ellas se sale de madre.
En una economía sana, sin distorsiones, los platitos chinos pueden mantenerse girando casi indefinidamente, porque hay un círculo virtuoso que se basa en la sustentabilidad y en la credibilidad por los agentes económicos, desde que no hay amenazas significativas --nada es seguro, igualmente-- en el horizonte, porque las variables están bajo control.
Pero en el Uruguay de los últimos años, se desperdició la bonanza que nos venía por las condiciones internacionales y se gastó más de lo que se podía, por lo que aún con la gran recaudación del Estado los números quedaron en rojo, debido a un déficit fiscal que se sitúa actualmente en el 3,6 por ciento, y que no ha podido ser corregido.
Por lo tanto, volviendo a la alegoría de los platitos chinos, el de las cuentas fiscales “enloquecido” ha sacado del umbral de comodidad al malabarista, y la opción era soltar por lo menos uno de los tres para seguir la actuación. Pues el gobierno, al anunciar fuertes aumentos de las tarifas de servicios públicos, que en el caso de UTE se dijo se iba a bajar hasta un veinte por ciento, deja en evidencia que ha soltado el platito de la inflación, y que por lo tanto el aumento de precios es el mal menor a elegir ante el escenario en deterioro.
El que se haya despejado la incógnita del platito pone de relieve que la situación era insostenible en las cuentas del Estado, lo que es una muestra de la herencia que ha dejado la Administración Mujica. Y más allá de que en el circo sea entretenido el espectáculo de los platitos, que en la economía se haya soltado el de la inflación coyunturalmente, no va a ser divertido para centenares de miles de uruguayos de menores ingresos que de una u otra forma sufrirán las consecuencias de que se haya manejado dineros públicos como si fueran bienes de difunto.