Paysandú, Lunes 18 de Enero de 2016
Locales | 13 Ene Así como popularmente se dice que “la felicidad va por barrios”, en el caso de la Ruta Nº 26, “el buen rodamiento va por tramos”. Es que en los 140 kilómetros recorridos por un equipo de EL TELEGRAFO desde la Ruta 3 al este, hay algunos kilómetros en que se puede circular a una velocidad normal para una ruta nacional --esto es el máximo permitido, 90 kilómetros por hora-- y otros kilómetros en que si se va a más de 40 (y en alguna parte a más de 20 kilómetros por hora) se corre el riesgo de romper alguna parte del auto o camión, particularmente las cubiertas o los amortiguadores.
Uno de los problemas es que nunca se sabe en qué parte empieza el tramo de pozos. Como hay varios kilómetros en que el firme de la ruta lo permite, el conductor viene a una velocidad normal, pero de golpe aparece un tramo de 20, 30 o 50 metros con un pozo al lado del otro. Y no se le ocurra esquivarlos, porque, además de ser un esfuerzo innecesario --son demasiados y todos juntos--, correrá el riesgo de un problema mayor. En ese caso, el conductor pone a prueba los frenos del vehículo, que más vale funcionen bien.
MANTENIMIENTO QUE NO SE MANTIENE
La ruta 26 cumple este 2016 sus 70 años desde que se hizo completa y bien, cuando fue la primera carretera transversal del país, uniendo Paysandú con Río Branco. Desde entonces, solamente recibe mantenimiento periódicamente y, como excepción, trabajos de mayor envergadura, aunque en muy cortos tramos.
Es así que mientras han pasado más de media docena de empresas constructoras haciendo mantenimiento durante los últimos 20 años, los pozos que se cubren como corresponde siguen apareciendo, pero en otros lugares, a centímetros del paño que se hizo a nuevo. Porque el “firme” de la ruta 26, el bitumen, ya no resiste el intenso uso de los pesados camiones que transportan madera, ganado y granos, cualquiera de ellos con sus 45.000 kilos circulando por una ruta cuyo “creador”, el ingeniero Luis Giannattasio, diseñó para el tránsito de la década de 1940. Nunca pensó que soportaría semejantes pesos de manera continua, con un camión detrás de otro.
Es imposible saber con exactitud (excepto que como los inspectores de Agadu vaya alguien con un reloj contador y apriete el botón cada vez que pasa uno) la cantidad de camiones que circulan por esa ruta. Pero más de seis horas de recorrida hacia el este y de retorno a Ruta 3 habilitan para asegurar que son muchos.
UN RELLENO QUE NO PEGA
La Ruta 26 --que en el último tramo de la dictadura nominaron por decreto-ley brigadier general Leandro Gómez-- nace en la ciudad de Paysandú, pero comparte sus primeros 34 kilómetros con la ruta 3. Se superponen, hasta que poco antes de la planta de piedra caliza de Ancap, se libera hacia su verdadera dirección, el Este primero y el sureste después.
Los primeros 18 kilómetros están ahora, y por ahora, transitables, merced al trabajo de una cuadrilla de Vialidad del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP). Empezaron a trabajar hace poco más de dos meses, previendo el anualmente repetido paso de los turistas argentinos y algunos uruguayos hacia Brasil. La intención de hacer circulable una ruta llena de pozos se vio frustrada por la cantidad de lluvia durante diciembre, que literalmente lavó la reparación. O mejor dicho, el relleno.
Según pudimos ver, la cuadrilla de Vialidad del MTOP se dividió, al menos, en dos equipos, donde tres hombres sacan de la caja del camión con una pala un material hecho con una mezcla de bitumen y pedregullo que se elabora en una planta ubicada en el arroyo Negro, en el límite entre Paysandú y Río Negro, sobre la Ruta 3. Esa mezcla, que es similar a la carpeta asfáltica, pero con menos materiales, se pone directamente dentro de los pozos a los que no se les saca el material suelto que pueda haber, sea pedregullo, restos de bitumen o arena.
Con la alta temperatura de estos días, ese material se adhiere de la mejor manera que puede al fondo y los laterales de los pozos, algunos de más de 10 centímetros de profundidad y 30 o 40 centímetros de diámetro. Y no se apisona --porque no hay con qué--, sino que, cuando pasa un auto o un camión, se encarga de apretar el material contra el fondo. Sin embargo, esa adherencia es relativa, ya que una lluvia intensa se filtra y lo despega, sumado al paso de vehículos con miles de kilos en cada rueda, que hacen que ese relleno deje de serlo, convirtiéndose en otro peligro para los conductores, al generarse trozos de pavimento y pedregullo sueltos en la ruta.
LOS POZOS EN DETALLE
Un rápido relevamiento de las principales zonas de pozos en la Ruta 26 hasta el kilómetro 115 permite establecer que en el kilómetro 41,500 había una zona de pozos que estaba siendo tapada por la cuadrilla. Hasta el kilómetro 52 se puede circular con relativa tranquilidad, porque hay pozos espaciados, que permiten ser esquivados a una velocidad no superior a los 60 kilómetros por hora. Pasando el puente sobre el arroyo Soto es donde Vialidad del MTOP deposita el material y tiene una retroexcavadora para cargar en los camiones. Hasta la entrada a Buricayupí (a la derecha) y Gallinal (a la izquierda) está bastante bien, pero los problemas comienzan nuevamente en el kilómetro 77, donde está la escuela de Paso de los Carros y el arroyo Campamento. Un cartel le anuncia al viajero que es un “tramo en mal estado”, y es cierto, un lugar donde hay muchos pozos durante unas decenas de metros a lo largo de la ruta, aunque también hay obreros del MTOP con otro camión, tapando agujeros. Exactamente 20 kilómetros más adelante, en el 97, aparece un “oasis” de circulación, donde hay “panes” de asfalto hecho a nuevo, que hacen descansar la tensión del chofer durante unos pocos kilómetros.
Al llegar al kilómetro 105, un cartel anuncia “Peligro. Velocidad máxima 25 k/h”. Es que allí eran tantos los pozos que se optó por levantar todo el bitumen y hacer un “firme” de tosca, que copia muy bien la calidad que puede presentar un camino vecinal transitado por camiones de 45 toneladas. Aunque sin pozos profundos, al menos, y hasta el kilómetro 106,5. Vimos también un camión regador del MTOP que con su descarga minimiza los efectos de levante de la tierra. Desde el kilómetro 110 hasta el 114, nuevamente no hay bitumen, pero las partes de tosca son por tramos de algunas decenas de metros, intercaladas por bitumen casi sin pozos. En el 119 hay algunos pozos, pero desde allí en adelante, al menos hasta el 140, la ruta es prácticamente normal. Y según las consultas hechas a los vecinos de la zona, en términos generales, desde allí hacia adelante, al menos hasta Tacuarembó, está “bastante bien”.
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