OPINIÓN

Locales | 17 Ene PROBLEMAS CON CUIDACOCHES
Nuevamente intentaron amedrentarme y correrme. No fue un delincuente, sino un cuidacoches que se considera propietario de la calle que “cuida”. Trabajo en la zona de 18 de Julio y Montevideo, por lo que todos los días estaciono por allí, donde haya espacio. Pero nuevamente días atrás el cuidacoches --que no lleva ni chaleco ni ningún tipo de identificación-- intentó darme órdenes sobre dónde y cómo estacionar, y al hacer caso omiso a una persona que no tiene autoridad de ningún tipo, me habló con ironía e intentó humillarme delante de las personas que esperaban para utilizar el cajero del banco.
Reitero que no es la primera vez que tengo inconvenientes con esta persona, que en otras oportunidades ha intentado prohibirme estacionar en determinado lugar. Tal vez, como casi todos los cuidacoches, considera que es dueño de la calle y que como usuario, debo pagar su precio. Yo no contribuyo de ninguna manera a este “servicio” que no solicité y que en realidad no es tal, pues no “cuidan” realmente el vehículo. ¿O acaso han disminuido los robos de motos o de radios de los automóviles? Todos sabemos que no, y eso que pululan los “cuidacoches” en Paysandú. Entonces, ¿por qué hay pagarles?
Uno es mirado con malos ojos por muchas de estas personas --no niego que hay algunas que sí lo toman como un trabajo y tienen un trato amable--, que piensan que porque tenés auto sos rico y debes pagar por este “servicio”. Me gustaría aclararles que tengo un auto porque trabajo y ahorré mucho para comprármelo, y que además pedí un préstamo que me llevó tres años pagar. No soy rica, provengo de un hogar humilde y solamente completé Secundaria. O sea, no soy ninguna privilegiada y si tengo algo, lo hice con mucho esfuerzo y trabajo.
Me duele cada vez que tengo un rayón nuevo en el auto, y sospecho que son estos “cuidadores” quienes los hacen para que pagues por tu negativa a darles monedas. Pero bueno, la próxima vez tomaré una fotografía del susodicho y haré la denuncia correspondiente, pues ya no puedo estar pensando si a mi regreso al auto, tras ocho horas de trabajo, lo encontraré con un “diseño” nuevo.
Una laburante