Paysandú, Martes 19 de Enero de 2016
Locales | 12 Ene El artesano capitalino Ruben Freire, exalumno salesiano del Colegio San Miguel de Montevideo es uno de los pocos que aún se dedican a la restauración de vitrales en Uruguay y es quien tuvo a su cargo esa tarea en dos vitrales que estaban dañados por el paso del tiempo en el lado Este de la nave principal de la Basílica Nuestra Señora del Rosario.
Entrevistado por EL TELE-GRAFO, Freire recordó: “hemos realizado esto con vitrales del Palacio Legislativo, Hotel Carrasco, Catedral de Florida, Basílica de La Unión en Montevideo y muchas iglesias más. Somos pocos artesanos en este trabajo, en el que empecé a los 14 años con mi padre, quien estuvo muchos años con Marchetti, que fue un italiano que realizó (a principios del siglo XX) muchísimos vitrales en todo el país. Es todo artesanal, hecho a mano, no hay máquinas para esto y en lo único que interviene la máquina es en el trefilado del plomo”.
Sobre el trabajo en Paysandú, comentó que “en toda restauración se trata de conservar las piezas originales y cuando hay alguna partida que ya no se puede usar, se hace nueva, buscando el vidrio del color original o lo más parecido, y se le pinta encima cuando es pieza pintada. Acá, donde estuvimos trabajando alrededor de tres meses, se conservaron piezas pintadas. Hay algunas hechas nuevas porque estaban en malas condiciones y cambiamos el plomo que no servía más por el deterioro que ocasiona el agua cuando se mojan por la lluvia”, explicó.
“Un vitral --añadió-- en realidad está compuesto por trozos de vidrio que van encastrados en un plomo en 'H' y las uniones van soldadas con estaño. Esto lo realizamos en el taller de Montevideo, donde se chequea incluso al trasluz y luego se trajo para colocarlos acá, siendo dos piezas de unos treinta o cuarenta kilos cada una. Pese a que no están tan altos en esta Basílica, fue necesario armar tres cuerpos de andamio, pero hay lugares en que debemos armar siete u ocho cuerpos porque tienen más altura”, indicó Freire.
OBRA QUE SIGUE
Jorge Pesce, integrante de la comisión de apoyo en la obra de restauración de la Basílica como patrimonio sanducero y nacional, comentó que “los vitrales forman parte de la obra y antes de que se perdieran totalmente por el estado que tenían por factores climáticos, se decidió restaurarlos. También la madera del marco, porque hay que tener en cuenta que tienen sobre sí el paso de 150 años. Se utilizó la madera de una puerta de la propia Basílica que estaba fuera de uso y también se le dio el impermeabilizante adecuado. O sea que es un pequeño-gran paso”.
Destacó también “el gran apoyo de la sociedad de Paysandú con sus aportes voluntarios que permiten financiar la restauración y el apoyo de la Intendencia con un equipo elevador para las pinturas exteriores, etapa con la que se continuará seguidamente y que insume bastante tiempo porque hay que esperar para colocar un sellador especial que las protegerá con seguridad”.
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