Paysandú, Sábado 23 de Enero de 2016
Opinion | 21 Ene Hoy habrá de despegar el primer avión de Alas Uruguay desde el Aeropuerto Internacional de Carrasco, con destino a Asunción del Paraguay, tratándose del vuelo comercial inaugural, que a su retorno llegará a Montevideo, con previa escala en Punta del Este.
El vicepresidente de la aerolínea de bandera uruguaya, Nicolás de los Santos, aseguró en El Espectador que “el viernes recién pudimos empezar a vender los vuelos, por las demoras de las autoridades paraguayas”.
En determinadas circunstancias podría tratarse de una buena noticia --naturalmente para los funcionarios y quienes respaldaron la iniciativa lo es-- pero si nos atenemos a los hechos, a la experiencia en nuestro país, podríamos decir que es más de lo mismo, con perspectivas muy limitadas luego de la nefasta experiencia de Pluna, que nos ha dejado un agujero negro de perfiles similares a los de Ancap. Y lo que es peor, el Estado ha apoyado financieramente este emprendimiento, y nada indica que no tenga que volverlo a hacer si las cosas no salen como optimistamente se espera.
Pero por lo pronto hoy jueves 21 a las 13:10 está previsto el despegue del primer vuelo de Alas Uruguay, en tanto ya se realizaron los vuelos de prueba necesarios para obtener las licencias. Los destinos que tendrá la aerolínea serán Buenos Aires (Aeroparque), Santiago de Chile, Asunción, San Pablo y Rio de Janeiro, con despegues y aterrizajes en nuestro territorio en Carrasco y Punta del Este. Lo que se debe esperar son los horarios, que “dependen de las autoridades de los países destinos”, sostuvo el directivo De los Santos.
Ahora, cuando la desaparición de Pluna por su inviabilidad y la deuda que dejó --en el caso de Ancap le debe combustible por unos treinta millones de dólares, por mencionar un hecho concreto-- se dijo por los directamente interesados en recrear el “sueño” de la aerolínea de bandera propia, que la “conectividad” aérea estaba afectada y que ello era nefasto para el turismo, por ejemplo.
Pero la realidad se ha encargado de desmentir terminantemente tal aseveración, por cuanto cada año --después de la desaparición de la aerolínea uruguaya-- se ha incrementado el flujo de turistas. De todas formas, todos los uruguayos hemos pagado durante años el Seguro por Desempleo extendido más de una vez para los exfuncionarios de Pluna con elevados sueldos, en tanto para cualquier otro trabajador a los seis meses ya se quedaría sin el subsidio y estaría buscando otra fuente de ingresos.
Son cosas que se dan en el Uruguay, con gobiernos voluntaristas, lo que explica que se haya puesto plata para esta nueva aventura a efectos de que viaje menos del 0,1 por ciento de los uruguayos alguna vez, y lo que es mucho más grave aún, que podrían hacerlo perfectamente por cualquier otra aerolínea sin afectar la “soberanía” de los cielos ni nada que se parezca.
Es que el país no precisa invertir en una línea aérea de bandera nacional, y en los tres años en que estuvimos sin ella, no nos hemos perdido de nada, excepto la plata que se fue en mantener el sueño de la aerolínea propia.
Es que luego de más de 3 años de sucesivas extensiones del seguro de paro para algunos privilegiados exfuncionarios de Pluna, Alas-U ya se ha gastado más de 7 de los 15 millones de dólares que el Fondes le otorgó y que provienen de las ganancias del Banco República, es decir a partir del trabajo de todos los uruguayos que obtienen apoyo de la institución.
Las argumentaciones en favor de este emprendimiento se caen por su propio peso y acaso la que sea más de recibo, porque es la única verdadera, es que se trata de una “vela prendida al socialismo”, según dijera en su momento el expresidente José Mujica.
Por cierto es una aventura voluntarista más, de las que tanto gustan hacer a los gobiernos de izquierda con el dinero de otros, en este caso de todos los ciudadanos, porque no duele en el bolsillo propio. Desde el punto de vista empresarial los riesgos no justifican para nada que se vuelque una fortuna con este destino, cuando el país necesita imperiosamente recursos y enfrenta un fuerte déficit fiscal, para un emprendimiento de muy dudoso futuro.
Y debe evaluarse además que el problema no es siquiera el Uruguay o la región, sino que la situación de las compañías aéreas en prácticamente todo el mundo dista de ser la mejor, porque han cerrado varias, incluso algunas que se creían inconmovibles, otras se han fusionado, otras se han reconvertido a la realidad del mercado y en no pocos casos se encuentran fuertemente endeudadas y al borde de cesar actividades.
Nada indica que el de Alas-U vaya a ser distinto, sino que por el contrario, es posible que al poco tiempo haya necesidad de algún auxilio económico o de inyección de capital para que pueda seguir en el aire. No es un problema de los funcionarios, que naturalmente juegan su partido y defienden sus legítimos intereses, sino que nuevamente se anteponen simbologías y “banderitas”, o “velas”, para justificar el uso poco criterioso en otros emprendimientos de dineros públicos, como en la desaparecida Pluna, como Ancap, como AFE, y tantos otros en que se invirtió mal, se gastó demasiado y se mantuvo contra viento y marea, con mala gestión y sin plan de negocios.
Es decir, financiando empresas que no han aportado nada valedero, sino que han obrado como un pozo sin fondo para tragar recursos que tanto necesitamos.
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