Paysandú, Miércoles 27 de Enero de 2016
Locales | 25 Ene El mapa de riesgo de incendios que publica el Instituto Uruguayo de Meteorología está pintado de rojo en casi todo el país. Lejos de ser una situación extraordinaria, pues por lo general la posibilidad de un incendio está latente en los veranos y cuando se generan, se ponen en riesgo vidas, viviendas y también puestos de trabajo.
La cadena de actividad forestal es especialmente sensible a este riesgo por las características de la materia prima con la que trabaja. Un incendio que llegue a propagarse en una plantación próxima a la cosecha podría originar cuantiosas pérdidas. Frente a este riesgo, las empresas forestales han desarrollado un sofisticado sistema de prevención, que involucra la participación de numerosos recursos humanos desplegados en prácticamente todo el territorio, con detección aérea de los posibles riesgos, y moderna tecnología de comunicación que permite dar una respuesta óptima ante una situación adversa.
El sistema funciona bajo la coordinación de la Sociedad de Productores Forestales e involucra a 54 empresas, cubriendo una superficie de más de un millón de hectáreas, de las cuales 714.000 están plantadas con árboles. “Lo que hace es tener recursos para detección que son los aviones, son seis aviones que vuelan diariamente, hasta tres veces por día de acuerdo al índice de riesgo forestal que hay, un sistema de coordinación y despacho, con una Central de Operaciones que está en Maldonado, y después tres helicópteros con helibaldes, capaces de tirar agua sobre el incendio y que además transportan una brigada de combate con bomberos de la Dirección Nacional de Bomberos, contratados específicamente para eso”, detalló a EL TELEGRAFO Rafael Sosa, responsable de la coordinación.
El sistema dispone de tres bases ubicadas en Treinta y Tres, Tacuarembó y Guichón. En cada uno de estos lugares hay un helicóptero, con su tripulación y un puesto donde se aloja la brigada de bomberos.
EN ACCIÓN
La acción más permanente es la detección, que cumplen los aviones. “Dependiendo del riesgo de incendio, si hubiera riesgo nulo los aviones que hacen la detección no vuelan y como ahora estamos con riesgo alto, se hacen tres vuelos de detección por día”, explicó Sosa. Cuando desde uno de los aviones se detecta una columna de humo, se activa el mecanismo de respuesta informando al centro dispuesto en Maldonado.
“El piloto determina por GPS exactamente dónde está ubicado el humo, envía una foto a la central de operaciones más esa información y la central, con un software especial, con la cartografía y, evaluando en función de las distancias al predio si es riesgoso o no para el predio forestal protegido, decide si despacha o no el helicóptero con la brigada. A su vez, avisa a la empresa que está potencialmente afectada”, señaló el coordinador.
En más del 90% de los casos el fuego se inicia afuera del predio forestado. “Si se produce el despacho, la base ordena al helicóptero que salga. El helicóptero prepara y sale con toda la información para llegar al punto exacto, con la brigada de bomberos arriba. Ahí lo que hace es una evaluación primaria arriba, como va con un oficial de bomberos, que es el que comanda el ataque, hace un ataque con personal de tierra y agua que tira el helicóptero”, relató Sosa.
El diseñado del sistema permite que el tiempo máximo de demora del helicóptero desde que sale y llega al incendio sean 45 minutos, “eso implica un radio de 170 kilómetros desde el punto que sale. Eso le da para un poco más de media hora de combate en el lugar. Después tiene que volver a la base para reponer combustible, con eso generalmente le da para combatirlo”, dijo el coordinador.
Si fuera necesario reaprovisionar combustible, el sistema dispone de una estación de carga operativa y otra en proceso, “y si no, podemos repostar también en alguno de los aeropuertos que tengan el combustible que lleva el helicóptero”.
ESPECIALIZADOS
Los helicópteros de respuesta están adaptados específicamente para la tarea de combate de incendio, “tienen capacidad para llevar los brigadistas y disponen de todo un sistema para llevar el helibalde, que se autocarga. Bajan, lo sumergen en el agua y sale lleno y pronto para abrir y soltar el agua en el lugar que el piloto quiera. Tiene también distintas formas de tirar el agua de acuerdo a las características del fuego, en función de lo que le ordene el bombero. Decide qué tipo de descarga hacen, más fina, más gruesa, expandida, eso depende de las características del fuego. Cuando se llega al lugar, se hace una evaluación por aire de cómo es el siniestro, baja el personal y ese oficial de bombero es el que le ordena al piloto el tipo de descarga”, indicó.
De todos modos, los propios pilotos –contratados junto a los helicópteros– tienen muchas horas de experiencia en el combate de incendios y colaboran con los bomberos en la tarea de determinar la mejor forma para extinguir.
“Esto es un sistema que se contrata todo, se arriendan el servicio de la detección con los aviones y los helicópteros. Se hace contrato con la empresa que se encarga de traer los helicópteros, hay una que tiene uno acá y los otros dos los trae de España. Para nosotros es un arrendamiento de servicio, con todo incluido. Se contrata la base de operaciones, que también es contrato para la operación, así como los bomberos a la Dirección Nacional de Bomberos, por más que Bomberos este año colaboró con parte de la dotación, pero el resto se contrata y después también se contrata un sistema de comunicación para que toda esta operativa esté enlazada y haya un sistema de respuesta en tiempo para poder desarrollarlo”, agregó Sosa.
AVIONES
El sistema de detección desde el aire cuenta con dos aviones en Paysandú, uno en Paso de los Toros, otros dos en Treinta y Tres y uno más en Punta del Este. En nuestra ciudad el servicio lo realiza la empresa Charles Chalkling. “Este será el tercer año ya de contrato de parte nuestra, en la vigilancia y la detección temprana. Nosotros respondemos a una base, que es la que nuclea la información de todos los grupos, que está ubicada en Maldonado. Esa base es la que nos ordena y, de acuerdo al riesgo de incendio, inclusive nos dan los programas de vuelo para cada día en particular según un protocolo de riesgo de incendio”, explicó Juan Daniel Chalkling.
Con riesgo de incendio muy alto, como hay en este momento, se hacen hasta cuatro vuelos de forma de tener una cobertura desde las 10 hasta las 19. Con la información que se aporta, la base fernandina decide si despacha el helicóptero o medios terrestres, de acuerdo a la magnitud del fuego y la peligrosidad por factores como la dirección del viento.
Los aeroplanos que parten de Paysandú realizan dos rutas; la más extensa, de unos 450 kilómetros llega hasta la zona de Palmitas, en Soriano, de allí hasta Mellizos, y en el departamento alcanza a la zona de Azucitrus y se realiza con un Cessna 177. El otro avión es un Cessna 150, un poco más lento y vuela una ruta interna y ahí se intercalan.
La empresa tiene afectada a esta tarea cinco pilotos y cinco observadores, “o sea que hay dos tripulaciones por avión y una de back up. Vamos rotando porque hay que volar todos los días, no hay sábados, no hay domingos, no hay nada. Después hay un mecánico a disposición más un par de administrativos, que son los que ordenan todo y programan el tema de pagos, porque nos hacen auditorías por la parte forestal muy a menudo”, dijo Chalkling.
ELEVADO
Este año el sistema ha tenido una detección alta de potenciales riesgos. “Llevamos más de 200 humos detectados, se completaron 650 horas de vuelo de las avionetas y hemos hecho en total 14 despachos de helicóptero para el combate de incendio. Eso se ha incrementado bastante en los últimos días, desde que dejó de llover estamos realmente con todo el país en rojo”, explicó Sosa.
El coordinador indicó que está previsto que el sistema funcione entre el 15 de diciembre hasta el 31 de marzo, aunque “eso no quita que en determinado momento pueda extenderse si las condiciones climáticas lo ameritan. El año pasado se extendió, los primeros días de abril era Semana Santa y lo que se hizo fue extenderse hasta el fin de esa semana. Esperemos no tener que extenderlo porque realmente nos cuesta más plata, pero va a depender del índice de riesgo que haya y cómo se evalúen las condiciones en su momento”.
El funcionamiento del sistema supone una inversión de entre dos millones y medio y tres millones de dólares, dependiendo de diversas variables, como la cantidad de horas de vuelo y el número de salidas de los helicópteros, por ejemplo.
CAMPAÑA
Otro de los pilares del sistema son las acciones de difusión de las recomendaciones a la población para que se eviten conductas que podrían generar riesgos de incendio. Sosa recordó en este sentido que “está prohibida la realización de quemas de todo tipo hasta la segunda quincena de abril por el decreto 436 de 2007. Es muy importante que la gente tenga conciencia de algunas acciones, por ejemplo tirar colillas encendidas por las ventanas de los autos o encender fuegos en un campamento, o lo que sea, y tener mucho cuidado y no correr riesgo porque los grandes incendios empiezan siendo un fueguito chico”.
En el marco de estas acciones, se está realizando una campaña de difusión en medios radiales “que advierte sobre los riesgos de estas acciones. Hay una principalmente, que es la quema de campos, que se torna en determinado momento un riesgo muy grande. Después, algunas acciones que realizan también las empresas, que es la comunicación verbal en las escuelas, o sea, hay diferentes acciones de divulgación que pretenden crear conciencia que debemos tener cuidado con el fuego”.
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