Opinion | 23 Ene Es una buena noticia para nuestro país, cuando la economía ha ingresado en desaceleración y el gobierno se ha puesto decididamente en campaña para lograr más recursos y reducir el déficit fiscal, que el fondo Cubico Sustainable Investments tiene previsto invertir más de U$S 800 millones en los próximos años en parques eólicos en América Latina y eligió a Uruguay entre sus “países objetivos”.
Precisamente hace algunas semanas, en su primera aparición en el contexto regional, la firma adquirió dos complejos eólicos en Brasil por U$S 495 millones, que es la mayor transacción en el mercado de energías renovables del vecino país durante el año pasado.
“Uruguay es un mercado que nos interesa mucho”, dijo a El País el director para América de Cubico, Ricardo Díaz, quien reconoció que ya han mantenido contactos con las autoridades de UTE y agregó que “estarán atentos” a las futuras subastas.
Explicó que tras la primera gran inversión en Brasil, los planes son “seguir invirtiendo en los mercados objetivos para nosotros en América Latina que son Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú y Uruguay”, en tanto Francisco Moya, jefe de Cubico para Colombia, Perú y Uruguay, manifestó que se encuentran observando “algunas oportunidades puntuales de proyectos que están en construcción u operativos” en Uruguay.
La elección de Uruguay entre los destinos prioritarios para estas inversiones se enmarca en una corriente que se ha acentuado en los últimos años en el país, donde según datos de UTE, en la actualidad hay 38 parques eólicos entre proyectos instalados, en construcción y adjudicados, mientras la empresa eléctrica estatal tiene emprendimientos propios y otros en asociación con privados.
En lo que respecta a la empresa encaminada a volcar capitales de riesgo, Cubico, ésta fue creada en mayo de 2015 tras la decisión del Banco Santander de abandonar sus inversiones en energías renovables. El aporte mayoritario surgió de dos fondos de pensiones canadienses (Ontario Teachers y PSP) que adquirieron todos los proyectos alrededor del mundo y el banco español quedó como socio minoritario.
El director de Cubico indicó que el fondo se trazó como objetivo “duplicar al menos nuestro tamaño en los próximos cinco años” y tras adquirir los activos de Santander, el fondo de inversión cuenta con 19 proyectos de energías renovables (eólica y solar) en siete países, con una capacidad instalada de generación de 1,4 gigavatios (GW).
El fondo de inversión busca “asociarse con desarrolladores locales que nos parezca que tengan experiencia para impulsar proyectos” ya sea a nivel eólico, solar u hidráulico, dijo, y señaló que pueden ser socios tanto de capitales privados como públicos.
En cuanto a las condiciones para invertir en Uruguay, Díaz mencionó la estabilidad macroeconómica, correcta regulación del sector de energías renovables, apuesta del Estado hacia la renovación de la matriz energética y diseño de las subastas con ingresos en dólares, lo que a la vez permite trazar planes de negocios de mediano y largo plazo. Ello explica que se haya avanzado sustancialmente en nuestro país en la reconversión energética basada en la sustitución de generación con combustibles fósiles, de alto costo aún en una coyuntura en la que los precios del crudo se han desplomado en los mercados internaciones, por cuanto los combustibles en el Uruguay continúan siendo los más caros en la región.
La línea de la multinacional para la región confirma el último análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que hace pocos días subrayó la oportunidad que tienen los países de la región de aprovechar la inversión extranjera para “descarbonizar” sus economías, expandiendo su Producto Bruto Interno y reduciendo el impacto del crecimiento en el medio ambiente.
“Por sobre todo se necesita IED (inversión extranjera directa) que contribuya a la diversificación de las estructuras productivas, así como al desarrollo de nuevas industrias con menor impacto ambiental”, dijo Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, en un foro del Comité de Inversiones Extranjeras de Chile, que reunió a ejecutivos de 26 países con interés en invertir en el país, cuando se estima que las exportaciones regionales cayeron 14 % en 2015, mientras que la inversión extranjera directa (IED) disminuyó 21 % en el primer semestre del año pasado.
Según la Cepal, la inversión extranjera directa que se dirige hacia las energías renovables, la agricultura y el mercado digital puede hacer la diferencia en materia de desarrollo sostenible y en cuanto a los sectores de destino de la IED subrayó las posibilidades de energías como la solar.
No cabe duda que en un aspecto muy significativo para la preservación de la atmósfera, como el uso de fuentes de energía amigables con el medio ambiente, Uruguay ha tenido avances importantes en los últimos años, con aportes no solo desde el punto de vista de la generación hidráulica, sino que hay proyectos concretados y en desarrollo en el área de la energía eólica, como así también en menor medida de fuentes como los paneles fotovoltaicos, y biomasa, entre otras posibilidades.
En menos de 10 años, Uruguay fue capaz de reducir su huella de carbono y sus costos de electricidad en forma drástica, sin subsidios del gobierno o mayores costos de consumo, dijo el director de Cambio Climático del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma), Ramón Méndez, quien expuso que las energías renovables proveen al país el 94,5% de la electricidad, en tiempos normales, y dijo que a comienzos del siglo XXI el 27% de las importaciones del país eran de petróleo y se evaluaba obtener gas de Argentina mediante la construcción de un nuevo gasoducto, en tanto hoy el principal producto de importación son las turbinas de viento en el Uruguay.
Bueno, cuando el viento ha cambiado en la región y las inversiones no sobran, el área de las energías renovables, como es el caso de la eólica en este caso, es una oportunidad de captar capitales de riesgo y el interés de Cubico ante las ventajas comparativas de nuestro país es un buen augurio para continuar en esta línea y eventualmente ser cabeza de playa de una corriente que permita consolidarnos en la reconversión energética como política de Estado.