Paysandú, Lunes 01 de Febrero de 2016

Haciendo equilibrio en el barro

Opinion | 01 Feb El escenario internacional de incertidumbre es a la vez un factor condicionante para las políticas internas y de inserción de cada país, pero el margen de maniobra cambia según la región o el país de que se trate, en lo que influyen factores estructurales y coyunturales, como asimismo expectativas de los agentes económicos.
Tenemos como ejemplo que la desaceleración que se ha dado en la economía uruguaya en 2015 y que se proyecta en forma similar o acentuada para este año trajo como una consecuencia la retracción de consumidores y prudencia en las empresas a la hora de asumir riesgos, en muchos casos esperando contar con elementos de juicio para ponderar situaciones y condicionantes del futuro inmediato, porque han bajado los precios de los commodities y el petróleo está en uno de sus niveles históricos más bajos, lo que nadie sabe cuánto va a durar y cómo va a evolucionar.
Por lo tanto el gran desafío para gobernantes, economistas, inversores, es identificar el mejor momento para hacer su movida, para bien o para mal, y correr el albur de un fracaso o de severas pérdidas si las cosas se dan a la inversa de lo esperado, como ha ocurrido en muchas oportunidades.
El economista Carlos Steneri hace referencia a las interrogantes en una columna de análisis en el suplemento Economía y Mercado, del diario El País, y considera que hay una ecuación abierta, con muchos componentes a desentrañar, y que a la vez guardan relación entre sí, por lo que siempre los pronósticos y hasta el análisis de perspectivas tienen pocos elementos de juicio para lograr perfilar evaluaciones bien fundadas.
Por lo pronto el analista considera como aspectos que mantendrán vigencia firme que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) continuará su anunciada suba de las tasas de interés, en tanto Europa seguirá empantanada por la cuestión migratoria, su falta de crecimiento y la reaparición de crisis de endeudamiento.
Pero esta es una apreciación todavía acotada en cuanto al escenario, que es mucho más amplio y hay otros jugadores, como es el caso de China, donde hay riesgos que provienen de la inestabilidad de su sector financiero, en tanto hay fragilidad en varias economías emergentes relevantes, con Rusia y principalmente Brasil como ejemplos.
Todo eso evidencia que hay elementos negativos para Uruguay, afectado por una desaceleración económica “aunada a un desequilibro fiscal aún no resuelto, inflación endémica y nuestros vecinos regionales con una situación compleja”, según el analista, quien prevé que la postura de la Fed fortalecerá el dólar, restándole competitividad a las económicas emergentes al presionar a la baja los precios de exportaciones y encareciendo su financiamiento externo. “Por otro lado, el Banco Central Europeo continúa con su política monetaria laxa como forma de recuperar crecimiento. En suma, los dos bancos centrales del mundo relevantes se contraponen agregando incertidumbre a una situación muy compleja”, reflexionó.
En el caso de China, “es un caso complejo por la falta de transparencia en sus indicadores, aunque opera a su favor un sistema político autoritario que apalancado por 3,5 billones de dólares de reservas no duda en ejercer su poder para enjugar crisis”, en tanto la caída de los valores de las materias primas hizo que Brasil, Rusia, Sudáfrica, Tailandia y Turquía muestren desequilibrios fiscales preocupantes, devaluación, aumento del endeudamiento público y privado además de debilitamiento político, lo que conjuga elementos que desencadenan generalmente crisis latentes considerables.
La corrupción en Brasil, a la vez, sumada a las consecuencias de políticas económicas populistas, desencadenaron una crisis política que conspira contra la confianza y consolida un gran desequilibrio fiscal, cercano al 9% del Producto Bruto Interno (PBI), y elevado endeudamiento que está convergiendo al 80% del PBI a fines de 2016.
En lo que respecta a Argentina, ésta acaba de dar un primer gran paso en la dirección correcta, al sincerar su mercado cambiario, pero todavía ante grandes desafíos que pondrán a prueba el respaldo político y la popularidad del presidente Mauricio Macri.
Ante este escenario complicado, nuestro país está exhibiendo flaquezas que desmienten aquella idea del “blindaje” que con un dejo de soberbia se mencionó por voceros del equipo económico de gobierno, habida cuenta de que su tasa de crecimiento económico descendió notablemente, proyectándose que para este año será menor al 1%, mientras el desempleo aumenta, acercándolo a los promedios de décadas atrás del 9-9,5%.
No se trata de generar pronósticos tremendistas ni mucho menos, pero hay una realidad insoslayable, que indica que las vulnerabilidades han quedado como nunca expuestas, porque ahora ya no se pueden disimular, como sí se hacía con un entorno internacional favorable del que habíamos gozado hasta hace un año.
Steneri considera, con incuestionable razón, que la expansión del gasto como herramienta contracíclica resulta imposible por el alto déficit fiscal que es necesario reducir y que el nuevo presupuesto en el mejor de los casos podrá lograr que no se expanda, pues los supuestos de crecimiento no se convalidan con la realidad.
Por lo tanto, estamos con poco para festejar pese a que se contó con condiciones internacionales enormemente favorables a lo largo de la década, y ante el gasto desmesurado, nos encontramos con que no hay dinero en el Estado para siquiera ensayar políticas con sus recursos, como señala Steneri, para dinamizar la economía, y estamos otra vez patinando en el barro, haciendo malabares para no caer.


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