Paysandú, Martes 02 de Febrero de 2016

La tendencia etaria, un desafío que se soslaya

Opinion | 27 Ene Uno de los cambios socioeconómicos notorios que se ha dado en nuestro país en los últimos años, que por un lado tienen relación por ejemplo con el hecho del explosivo crecimiento de los hogares monoparentales, y con dificultades económicas para jóvenes con menor preparación por otro, unido al cambio de costumbres y dificultades para el acceso a la vivienda, tiene que ver con la interdependencia de personas jóvenes con adultos mayores con los que conviven, al punto que según estimaciones, los adultos mayores aportan un 46% de ingresos a los denominados hogares intergeneracionales.
Lo vemos en Paysandú, en el Uruguay, en la región, y forma parte de una realidad que responde a factores condicionantes incluso desde el punto de vista cultural, de valores, de oportunidades laborales, pero también a una mayor expectativa de vida.
Según da cuenta El Observador, una investigación realizada en Argentina por el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) Voices!, de la Fundación UADE, y que entrevistó a 1.008 personas mayores de 16 años, determinó que 43% de los argentinos en edad de trabajar colabora económicamente con sus padres, algo que se incrementa en los segmentos socioeconómicos más bajos.
El estudio, publicado en diciembre de 2015 por el diario La Nación, surgió a partir de una realidad que Argentina comparte con Uruguay, y que refiere al envejecimiento de su población y al cuidado de los padres mayores y abuelos, entre otros aspectos. En tanto, según el Reporte 2015 de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), en Uruguay hay cerca de medio millón de personas mayores de 65 años y se estima que para el 2040 esa franja etaria supere a la de entre cero y 14 años.
El envejecimiento poblacional, pero también una mejor calidad y expectativa de vida de los adultos mayores, explica parcialmente esta realidad, y según el demógrafo compatriota Juan José Calvo, “el principal determinante del envejecimiento por edades es la caída de la natalidad”. Además agregó que otro factor influyente en el aumento de la vejez en el país es el mantenimiento que tienen las personas mayores y su calidad de vida. “Ahora las personas tienen esperanza de vida más prolongada que en el pasado”, dijo.
Las estadísticas oficiales elaboradas a partir del Censo 2011 y el resto del trabajo de encuestas a la población, muestran que en Uruguay, en los hogares llamados intergeneracionales --conformados por al menos un adulto mayor de 65 años y personas menores que él-- los adultos mayores aportan en promedio 46,5% de los ingresos y esa proporción crece cuando el tamaño promedio del hogar es menor.
Calvo aseguró que el continuo envejecimiento de la población se da hace más de medio siglo y va a seguir aumentando en cuanto la tasa de natalidad siga siendo baja mientras que “permite anticipar que (el país) va en un nivel de envejecimiento poblacional”. Según estadísticas del Banco Mundial, la tasa de natalidad estimada en Uruguay en 2013 era de 14 nacidos cada 1.000 personas, un 2,2%. La salud reproductiva, la mejora de la economía del hogar y rutinas laborales son causas detrás de un bajo nivel de nacimientos.
Consecuentemente, la tendencia a prolongar la vida de los adultos mayores, consecuencia de una mejor calidad de vida, hace que “las personas se acostumbren a conocer no solo a sus abuelos o a sus bisabuelos, incluso en algunos casos a sus tatarabuelos y eso implica desafíos en cómo la familia se organiza. El rol de los adultos mayores, cómo coexisten”, reflexionó, y una derivación directa es que muchos hogares deciden trasladar a sus familiares mayores a los residenciales, los cuales se ocupan de cuidar su salud de una manera más personalizada.
Es así que la atención que recibe un adulto mayor en los residenciales “van más allá del ámbito económico” y son “una de las cirugías más importantes desde el punto de vista del rediseño de un sistema de seguridad social”, según el propio Calvo.
Hoy, casi tres de cada 10 hogares (29,6%) están conformados por al menos un adulto mayor y son 60 de cada 100 jóvenes menores de 15 años, lo cual constituye un índice de envejecimiento alto en el país. Los datos oficiales también muestran que la quinta parte de los adultos mayores viven solos.
Pero esta transición o tendencia demográfica conlleva desafíos, y desde el punto de vista económico, como hemos señalado en esta página editorial, el más evidente tiene que ver con el mantenimiento del sistema de la seguridad social, más precisamente el pago y nivel del sistema de jubilaciones y pensiones. Es que en la medida que tengamos más dependientes adultos mayores por cantidad de trabajadores se requiere un mayor aporte de los activos mismos para mantener a los pasivos, porque el Banco de Previsión Social está desfasado en sus ingresos, y el activo de hoy, con sus aportes paga las prestaciones del pasivo, de la misma forma en que él recibirá prestaciones del aporte de quienes le sucedan en la vida activa, y así sucesivamente.
El problema es por lo tanto la ecuación económica, a lo que debe agregarse como un segundo desafío de tipo económico el mantenimiento del sistema nacional de salud, porque el gasto en salud de los adultos mayores es significativamente más alto que los restantes grupos de edades y en la medida que tenemos más adultos mayores, esto implica necesariamente una presión en los recursos destinados a la salud en forma importante. Otro reto es el mantenimiento o establecimiento de un Sistema Nacional de Cuidados, que es una etapa que está en este momento Uruguay está comenzando a transitar.
La evolución demográfica hará que muy pronto América Latina tenga el mismo problema que los países europeos: muy pocos trabajadores jóvenes para mantener a demasiados jubilados, en tanto habrá cambios en el perfil de la demanda de empleos, porque debería haber más instituciones –dotadas de innovaciones tecnológicas-- y puestos de trabajo vinculados con actividades, necesidades y atención de la población adulta mayor.
Es decir, un adicional en la exigencia de aportes a los organismos previsionales y de salud, con vistas a una mejor calidad de vida de los destinatarios, entre otros desafíos que es preciso plantearse desde ya, porque las respuestas no van a ser fáciles, y las exigencias del sistema se harán sentir cada vez con mayor énfasis.


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