Paysandú, Martes 02 de Febrero de 2016
Opinion | 28 Ene El 28 de enero se recuerda como el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2, o Día Mundial de Acción frente al Calentamiento Terrestre, basado en la necesidad de adoptar soluciones contra la alta concentración de este gas en la atmósfera.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) resolvió que esta jornada de sensibilización se transformara en un día clave para adoptar decisiones sustentables e impulsara a los gobiernos a la aplicación de políticas definidas hacia una reducción de estas emisiones, con el desarrollo de fuentes de energía renovables, cambio a combustibles más limpios y una modificación de los consumos en las comunidades.
Sin la presencia de CO2 y otros gases, la temperatura bajaría al menos 6º, sin embargo, se comprueba diariamente todo lo contrario.
Las alteraciones en el clima que provocan sequías, índices extremos de precipitaciones o inundaciones, entre otras consecuencias, son una muestra del comportamiento humano en un planeta agredido por generaciones.
Las cumbres y pactos firmados a gran escala no han servido para mitigar, en tanto los compromisos asumidos se expresan en papeles y fotografías que se difunden con un mensaje a nivel global, que cuesta cumplir en cada territorio ante una respuesta desigual.
Los intereses emergen desde diversos lugares y las acciones se limitan a gestos de buena voluntad, asociado a un comportamiento comunitario que no incorpora buenos hábitos a sus rutinas diarias. De hecho, esta jornada surgió en 1997, a raíz de la Convención Marco de las Naciones Unidas, donde se estableció el Protocolo de Kyoto entre 140 países. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado la deforestación, contaminación del aire y suelo, junto a un incremento sostenido de las áreas donde prevalece la desertificación a consecuencia de las actividades efectuadas por el hombre. Ocurre que en las últimas décadas las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera se han disparado y provocado alteraciones, a contrapelo de los verdaderos cambios biológicos que surgieron naturalmente en el planeta.
Las lluvias intensas en unos lugares y escasas en otros, también tiene consecuencias en la agricultura, generación de energía y utilización de los recursos, trasladando los problemas a las poblaciones que deberán solucionar con escasos recursos, la falta de alimentación proveniente de las plantaciones.
Es así que, si el cambio climático es un asunto global, requerirá de soluciones globales y paulatinas, en tanto los cambios culturales de gobernantes y comunidades no surgirá por generación espontánea pero deberán tornarse sustentable, mientras que el planeta lleva un tren de vida que ya no puede soportar.
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