Opinion | 01 Feb Está aún muy fresco en la memoria de los artiguenses el hecho ocurrido hace un año, cuando una hora antes del comienzo del desfile de la segunda noche del Carnaval, explotó una garrafa de once kilos (brasilera) dentro de un pequeño kiosco. A partir de ese momento comenzó una lenta agonía, tanto para las personas lesionadas como para la comunidad.
En aquella oportunidad, dada la gravedad de la situación, las autoridades médicas del departamento solicitaron el helicóptero equipado para el transporte aéreo de las tres víctimas (dos mujeres y un niño de ocho años), pero desde Montevideo respondieron que no estaba disponible.
Lo demás fue historia conocida: debieron trasladarlos en un viaje que duró 10 horas en tres ambulancias por territorio brasileño hasta Rivera y posteriormente a la capital, ante el mal estado de la Ruta 30. Al día siguiente llegó la autorización para enviar el helicóptero, pero las dos pacientes ya se encontraban en el Centro Nacional del Quemado (Cenaque) y el niño en el Pereira Rosell.
Finalmente se supo --a través del comandante de la Fuerza Aérea Uruguaya-- que el helicóptero estaba disponible, pero la coordinadora nacional de ASSE dio la orden de no enviarlo de inmediato. Esta tragedia desnudó el mal estado de las rutas y la inexistencia de un CTI en el hospital local (solo dos camas). Posteriormente los vecinos se movilizaron en la ruta, en reclamo de mejoras, y recibieron la promesa del comienzo de las obras, pero hasta ahora eso no ha ocurrido.
Incluso algunos memoriosos recuerdan perfectamente que hace una década, el entonces ministro de Transporte Víctor Rossi (también es el actual encargado de la cartera) les prometió un pavimento más resistente y el ensanchamiento de la ruta. Pero fue solo una promesa.
En medio de estos recuerdos, el Consejo de Ministros vuelve a las localidades del interior del país y en esta oportunidad sesionará hoy en Pueblo Sequeira. Los artiguenses se movilizaron desde ayer, cuando los ministros comenzaron a recibir a las organizaciones sociales y sus planteos, en el marco de una campaña que involucró a los medios de comunicación, desde donde se difundieron fuertes mensajes de reclamos por obras no concretadas, pero prometidas.
A esto se suma la conformación de un movimiento denominado “Artigas también es Uruguay”, que ha sido el organizador de las movilizaciones.
En la denominada “década ganada”, con recaudaciones récord y la ayuda de un contexto internacional favorable, no es posible que un departamento con más de 70.000 habitantes no cuente con un CTI adecuado a las necesidades y que, a pesar de su ubicación en el extremo norte del país, deba realizar traslados de aquellas características para atender a pacientes graves.
Tampoco es posible que el prosecretario de la Presidencia, Juan Andrés Roballo, “no entienda” la motivación de los artiguenses a movilizarse e incluso diga que le parece “un poco extraño”. O Roballo no estuvo en el país en los últimos años, o se trata de un comentario adoptado desde la motivación política. La misma motivación que le adjudica el gobierno, cada vez que la ciudadanía sale a protestar harta por la falta de respuestas.