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Paysandú, Jueves 04 de Febrero de 2016

Vulnerables

Opinion | 04 Feb Según un estudio del Banco Mundial uno de cada cinco jóvenes entre 15 y 24 años no estudia ni trabaja, por lo que la cifra de “ni-ni” puede redondearse en unos 20 millones. Esto constituye un importante desafío actual y futuro para las sociedades a las que pertenecen.
De ellos, casi el 60% proviene de hogares pobres o vulnerables y las mujeres representan 2/3 de la población "ni-ni" de América Latina. Entre ellas, los factores de riesgo más importantes son el matrimonio precoz y el embarazo adolescente.
Sin embargo, son los varones los que están contribuyendo al incremento del número de “ni-ni” en la región ya que a medida que ellas se incorporaron al mercado laboral, en un contexto en el que la creación de empleos es limitada, a ellos les resulta más complicado obtener un trabajo.
En Uruguay la población de jóvenes que no estudia ni trabaja alcanza a 94 mil, lo que representa un 17% del total de jóvenes, y siguiendo la tendencia general en la región, la amplia mayoría de ellos pertenecen a sectores social y económicamente vulnerables.
Si bien a nivel general se entiende que el fenómeno de los “ni-ni” contribuye a la delincuencia, las adicciones y la desintegración social, al menos en nuestro país la denominación de "ni-ni", criticada por algunos por su connotaciones negativas, no implica necesariamente que se trate de jóvenes que no hacen absolutamente nada.
En este sentido, de acuerdo a Encuesta Nacional de Jóvenes de 2013, un 16,1% dejó de trabajar o estudiar para dedicarse a los cuidados de personas de su familia; en el caso de las mujeres 1 de cada 4 dejó de estudiar o trabajar por ese motivo. En términos generales, un 35,8% de la población juvenil identificada como "ni-ni" realiza tareas de cuidado y quienes pertenecen a los estratos más bajos son los que se dedican mayormente a los cuidados. El 44,1% de las mujeres jóvenes tienen la responsabilidad del cuidado, pero también es importante el porcentaje de varones jóvenes que cuidan a otros (27,5%).
El camino más común para convertirse en un “ni-ni” es la deserción estudiantil, el desempleo y la falta de formación. Por donde se lo mire, la existencia de "ni-ni" resulta preocupante desde la perspectiva de los ingresos, la productividad y la desigualdad social.
Evitar el abandono de los estudios, facilitar trayectorias alternativas al liceo que permitan una capacitación rápida para la vida laboral, contar con sistema de detección para identificar rápidamente los jóvenes que por diferentes circunstancias están en riesgo de abandonar sus estudios y el desarrollo de estrategias para la obtención de empleo de los "ni-ni", en especial aquellos que podrían salir de esa condición y pasar a engrosar la estadísticas de los jóvenes que estudian o trabajan, resulta tanto una necesidad imperiosa como un tema a tener muy en cuenta cuando se habla de reformas educativas y un importante desafío actual y futuro para las sociedades a las que pertenecen.


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