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Paysandú, Viernes 05 de Febrero de 2016

Un país pensado con cabeza de montevideano

Opinion | 31 Ene En este país donde el centralismo y los intereses de los montevideanos son determinantes para la mayoría de las obras de infraestructura, donde los gobiernos departamentales deben ir a Montevideo a pedir permiso para hacer, por ejemplo, una reforma en la calle 18 de Julio y 19 de Abril del centro de Paysandú, hay vías de comunicación que no interesan a los montevideanos y en consecuencia hay rutas que van quedando en el más lamentable abandono.
Y es así que Montevideo determina lo que puede o no hacerse porque tiene en sus manos, por no decir garras, el principal instrumento de poder real: el manejo de los dineros que corresponden a los distintos departamentos.
Vayamos a un ejemplo concreto que nos toca bien de cerca: la Ruta 26 que, como sabemos, nace en Paysandú y se superpone en su primer tramo con la Ruta 3, un hecho curioso que algún día los historiadores explicarán.
Pero no nos detengamos en nimiedades cuando hay serios, muy serios problemas que debemos conocer y, por supuesto, solucionar.
Veamos al respecto brevemente algunos testimonios: recientemente publicábamos: “Así como popularmente se dice que ‘la felicidad va por barrios’, en el caso de la Ruta Nº 26, ‘el buen rodamiento va por tramos’. Es que en los 140 kilómetros recorridos por un equipo de EL TELEGRAFO desde la Ruta 3 al Este, hay algunos kilómetros en que se puede circular a una velocidad normal para una ruta nacional --esto es el máximo permitido, 90 kilómetros por hora-- y otros kilómetros en que si se va a más de 40 (y en alguna parte a más de 20 kilómetros por hora) se corre el riesgo de romper alguna parte del auto o camión, particularmente las cubiertas o los amortiguadores”.
“Uno de los problemas es que nunca se sabe en qué parte empieza el tramo de pozos. Como hay varios kilómetros en que el firme de la ruta lo permite, el conductor viene a una velocidad normal, pero de golpe aparece un tramo de 20, 30 o 50 metros con un pozo al lado del otro. Y no se le ocurra esquivarlos, porque, además de ser un esfuerzo innecesario --son demasiados y todos juntos--, correrá el riesgo de un problema mayor. En ese caso, el conductor pone a prueba los frenos del vehículo, que más vale funcione bien”. (…)
“Al llegar al kilómetro 105, un cartel anuncia “Peligro. Velocidad máxima 25 km/h”. Es que allí eran tantos los pozos que se optó por levantar todo el bitumen y hacer un ‘firme’ de tosca, que copia muy bien la calidad que puede presentar un camino vecinal transitado por camiones de 45 toneladas. Aunque sin pozos profundos, al menos, y hasta el kilómetro 106,5. Vimos también un camión regador del MTOP que con su descarga minimiza los efectos de levante de la tierra. Desde el kilómetro 110 hasta el 114, nuevamente no hay bitumen, pero las partes de tosca son por tramos de algunas decenas de metros, intercaladas por bitumen casi sin pozos. En el 119 hay algunos pozos, pero desde allí en adelante, al menos hasta el 140, la ruta es prácticamente normal. Y según las consultas hechas a los vecinos de la zona, en términos generales, desde allí hacia adelante, al menos hasta Tacuarembó, está ‘bastante bien’”.
“Copay hace el trayecto Paysandú-Rivera por la Ruta 26 y ‘lo que se rompe más seguido son los amortiguadores por el estado de la ruta, pero nos pasa poco porque los conductores cuidan mucho los ómnibus’, dijo a EL TELEGRAFO el presidente de Copay, Álvaro del Pino.Sin embargo, dijo que ‘lo que sí han hecho es auxiliar a muchos automovilistas, más que nada argentinos que rompen las cubiertas o las llantas’”.
“Informalmente, personas que están en el peaje del Queguay aconsejan a los viajeros --particularmente los argentinos, muy afectos a las altas velocidades-- que no vayan a Brasil por la Ruta 26 debido a su estado. La sugerencia es que vayan hasta Salto, tomen la Ruta 31 hacia el Este, que luego dobla al sur para llegar a Tacuarembó, y de allí seguir viaje a Rivera”.“También hay un folleto informativo, como todos los años, emitido por el Consulado argentino en Paysandú, informando a sus coterráneos sobre los problemas que pueden encontrar al circular por la Ruta 26 y las precauciones que deben tomar en esos 200 kilómetros más problemáticos”.
Ante esta situación, “el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) ‘hizo un llamado a licitación que está en proceso de adjudicación’ para el mantenimiento de la Ruta 26, indicó a EL TELEGRAFO el ingeniero Fernando Zefferino, jefe de la regional V de Vialidad del MTOP. Y si bien ‘no sabemos cuándo va a empezar, suponemos que será en febrero y es por 36 meses’.
El ingeniero aclaró que “no es que esté abandonada la Ruta 26, es que no damos abasto, como lo hemos reiterado varias veces’”. No se explícita claramente cual será “el trabajo de mantenimiento” pero cualquiera, técnico o lego en la materia, se da cuenta rápidamente que el único “trabajo de mantenimiento” que se debe hacer es construir nuevamente esa ruta.
Este año la ruta 26 cumple 70 años siendo la primera carretera transversal del país ya que une Paysandú con Río Branco pasando por Tacuarembó y Melo y, en su momento, la calidad de su construcción era tal que se la reconocía como una posible pista de aterrizaje para aviones de gran porte en emergencia, incluso del tamaño y peso de un bombardero.
Seguramente el problema de que “no se da abasto” radica en que la ruta de marras no lleva a las playas del Este, ni es necesaria para cruzar el Río de la Plata y ni siquiera para ir a la Argentina por el puente de Fray Bentos y como no sale de la capital entonces ¿qué le importa a Montevideo?
Paradójicamente, este mismo gobierno para el cual la Ruta 26 no justifica una inversión para su reconstrucción tras 70 años sin el debido mantenimiento, estableció en Tacuarembó el primer centro médico regional de alta especialización del Interior, por aquello de que los recursos deben ubicarse geográficamente lo más al centro del país posible. El nosocomio se especializa en traumas encéfalocraneanos severos, y los pacientes son en general accidentados graves que son trasladados en ambulancias por tierra --el helicóptero prometido rara vez lleva a alguno--.
Como el país concentra la mayor población en las ciudades de la “L” --se denomina así al litoral oeste y la franja sobre el Río de la Plata – Atlántico--, se da que gran parte de esos heridos de gravedad, provienen del litoral; o sea, Salto, Paysandú, Río Negro y Soriano.
Todos ellos deben primero “sobrevivir” no solo al siniestro que le provocó la lesión inicial, sino a un viaje de 230 kilómetros sobre una carretera lunar, con la cabeza partida, para finalmente ver qué posibilidades le quedan de recuperación en el centro hospitalario tecuaremboense.
Esto es una doble muestra del centralismo montevideano, que no tiene idea --ni le interesa-- lo que le sirve y necesita el Uruguay del norte del Santa Lucía. Porque de entrada fue un error establecer un centro especializado en neurocirugía en Tacuarembó, cuando la mayor población está sobre el río Uruguay y esa ciudad no tiene buenos accesos desde este lado; y porque se deja desaparecer entre los pozos a la Ruta 26 solo porque no tiene el tráfico de la Interbalnearia, relegando al Interior, quienes producen la riqueza del país --que después parasita Montevideo-- a sufrir las del Rally Dakar cada vez que necesitan llegar a algún centro poblado. Mientras tanto, la plata sobra en la capital; tanto como para dilapidarla en construir un estadio como el “Arena”, que terminará costándole a todos los uruguayos --incluso a quienes viven a la vera de la ruta 26-- más de 100 millones de dólares.


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