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Paysandú, Jueves 11 de Febrero de 2016

Fuerte procedimiento policial sorprendió a campamentistas en el Saladero Guaviyú

Locales | 11 Feb Un procedimiento policial sin antecedentes alarmó a más de una treintena de campamentistas --en su mayoría familias con niños-- que disfrutaban del fin de semana largo en el Saladero Guaviyú, cuando efectivos policiales del Grupo de Apoyo (ex GEO) bajo el comando del comisario inspector Alfredo Cohelo, rodearon la zona de camping armas en mano, obligándolos a tirarse en la tierra boca abajo y con las manos en la cabeza.
“El martes de mañana nos levantamos temprano con un compañero y fuimos a ver el trasmallo, ya que estábamos pescando. Cuando llegamos al campamento había un montón de policías con pasamontaña, nos sacaron del agua y nos llevaron cabeza abajo sin decir ni buenos días. Llegué al campamento donde estaba mi señora, mi hijo y otras familias conocidas. Estaba el campamento tomado y nos mandaron entrar a mi auto, donde había como ocho personas amontonadas y ahí nos tuvieron”, relató José Luis Ferreyra, agregando que “después llegó el comisario Cohelo, según dijo que era, aunque no nos mostró ningún documento”.

POLICÍAS ENCAPUCHADOS
Dijo que “todos los policías estaban encapuchados, y solamente Cohelo y otro muchacho estaban de cara descubierta, y nos dijeron que estaban ahí por armas. Buscaron por todos lados, nos dieron vuelta los colchones y los freezers y había niños a los que hicieron salir con las manos en la cabeza y echar cuerpo a tierra. Era una locura”. “No nos pidieron documentos, que era lo lógico, como ha pasado otras veces en otros años que llegó la Policía, nos pidió documentos y preguntaba si teníamos armas y cuántos días nos íbamos a quedar. Pero no esta vez, que nos trataron como delincuentes”, agregó.
Aclararon que en otro campamento, más cercano al monte, había otras personas de Quebracho que sí eran cazadores conocidos, y que unos visitantes de Queguay (Lorenzo Geyres) les habían advertido que estaban dos personas (nombraron a una de ellas por su apodo), “pero no le dimos bolilla”. Por su parte, Ángela Corts indicó que “fue a las 7 de la mañana. Estaba durmiendo en el campamento y sentí un tiro, y pensé que alguien andaba cazando chanchos (jabalíes) y después escuché otro tiro más cerca. Cuando salí de la carpa vi unos encapuchados y le dije a una compañera que se levantara y uno de los policías me dijo que pusiera cuerpo a tierra, y le mostré que estaba con la pierna vendada porque me habían operado y me dijo que igual lo hiciera. Al chiquilín y a la muchacha que estaba en ropa interior también los hicieron tirarse, y no la dejaron ni vestirse. Después vino otro policía y le dijo que nos dejara entrar al auto, y fue lo que hicimos”.

“ME ATACARON LOS NERVIOS”
Natalia Vallejo relató: “Estaba con mi esposo en la carpa cuando sentí un balazo y los perros ladraban y escuché gritos del campamento de al lado preguntando qué pasaba. Cuando estaba levantando el cierre de la carpa, saqué la cabeza y un policía me estaba apuntando con el arma y me decía que bajara al suelo y pusiera las manos atrás de la cabeza. Pregunté qué pasaba y el policía me gritó con quién estaba y que saliera de la carpa. Cuando estaba saliendo mi esposo, el policía arrancó la carpa y la rompió. Mi esposo se tiró al suelo y el policía le mandó poner las manos en la nuca”.
“Ahí uno de los policías habló de la camioneta nuestra, que estaba al lado donde estaban mi hija y un muchacho de 13 años durmiendo en la caja, y en otra carpa estaban mi nuera con mi hijo y las dos nenas, una de ocho años y otra de 14. Y en otra carpa había otro muchacho con el nene que tiene nueve años. Cuando vi que se iban para ese campamento, me incorporé y me mandaron ponerme cabeza abajo y manos a la cabeza mientras me apuntaba con una escopeta. Y empecé a gritarles que por favor, que había niños, y me atacaron los nervios”.
Otra de las afectadas señaló que “era como un mal sueño, porque había como 20 o 30 milicos encapuchados con las armas en la mano. Y cuando mi marido iba a salir de la carpa se le enganchó el cierre de la puerta con el velcro, por los nervios, y vino Cohelo y lo sacó de la carpa y tiró un ventilador que había en la puerta. Preguntó si había armas, y mi marido tenía una adentro de la carpa en la funda y él la sacó, como también tenía el muchacho padre del nene de nueve años porque los dos tenían armas. Hasta después que se fueron los milicos el nene lloraba y gritaba porque se habían llevado al padre. Y los dos habían mostrado todos los papeles de las armas, estaba todo bien aunque a mi esposo se le había vencido la guía”.
Consultada sobre si ellos habían salido a cazar, la mujer aseguró: “No, llevaron armas pero no salieron a cazar. Y las armas estaban descargadas y con todos los papeles en regla”.

EN BUSCA DE ARMAS
Otras de las señoras añadió: “Nos revisaron hasta los platos a ver qué habíamos comido, buscando huesos de algo. Y nosotros nos habíamos despertado hacía un rato, pero mi esposo estaba durmiendo, y cuando fue a abrir la carpa la cincharon, se rompió y lo sacaron agarrándolo de una pierna. A mí tampoco me dejaron vestirme, y nos tenían a todos boca abajo”.
Luego llevaron a cuatro personas en la camioneta policial, “y a mi marido y al compañero los llevaron en el asiento de atrás, pero a los que eran cazadores los pusieron en la caja de la camioneta”, dijo.
Ferreyra sostuvo que luego los policías le explicaron que era un procedimiento habitual en busca de armas de cazadores furtivos, aunque los campamentistas afirmaron que “fue un procedimiento mal hecho” y que “fue un abuso de poder”. Dijeron que habían contactado un abogado para analizar si tomaban alguna medida de denuncia por el mal momento que les hizo pasar la Policía.


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