Paysandú, Domingo 14 de Febrero de 2016
Policiales | 07 Feb Al dolor de perder a un ser querido, la familia Hernández Gallardo debió sumar una serie de graves inconvenientes y situaciones de impotencia vividas en la vecina orilla para el traslado del cuerpo, según el relato a EL TELEGRAFO de Adriana Gallardo, esposa del fallecido, Jorge Hernández Perg.
Jorge, de 36 años, viajó junto a su esposa Adriana a disfrutar de un fin de semana a Termas de Federación, Entre Ríos, a unos 170 kilómetros al norte de Colón. Todo transcurría con normalidad, hasta que el destino quiso que Jorge sufriera un infarto fulminante. Allí comenzó el drama para Adriana y su familia.
“Cuando mi hermana me llamó a las doce y media de la noche avisándome lo que había pasado, enseguida le dije que iba. Llegué a Aduana del puente de acá y pregunté qué era lo que precisaba hacer para trasladar el cuerpo de mi cuñado. Me dijeron que tenía que ir al consulado uruguayo que estaba en Concordia y que el cónsul hace todo el trámite”, comenzó relatando Mariela Gallardo.
“Llegué a las 4.30 del lunes a Federación. Como nos habían dicho que precisaríamos el certificado de defunción para llevarle al cónsul, nos fuimos directo al hospital. Cuando llegamos, nos dijeron que no lo tenían porque a Jorge debía examinarlo un médico forense, pero como el de Federación había renunciado hacía diez días tuvieron que llevar el cuerpo a Concordia”.
“Todo era odisea porque no sabíamos a dónde ir. Llegamos a la Policía y le tomaron declaración a mi hermana. Ahí nos dijeron que el traslado del cuerpo lo hacían ellos, no el Hospital”. Pero no todas son pálidas; afotunadamente, un matrimonio argentino ayudó a Adriana y la acompañó en la realización de los trámites.
“NI IDEA”, ERA LA
FRASE DE TODOS
“Le pedimos a la Policía la dirección de la morgue. El policía nos dijo que no podía darme dirección porque no sabían a dónde lo llevaban. Empezó a llover, pusieron el cuerpo arriba en la caja, envuelto en nylon y no en una chata, como habían dicho. Fuimos de Federación a Concordia a alta velocidad atrás de ellos, diluviaba y nosotras al palo porque no sabíamos dónde ir”, continuó Mariela.
“La Policía preguntó en una estación de servicios dónde quedaba la morgue y llegamos al cementerio. Nos dijeron que el forense no estaba, por lo que nos fuimos a buscar el consulado. Nadie sabía donde quedaba. ‘Ni idea’, nos decían. Nadie sabía nada. Preguntamos en Gendarmería y nos dijeron que no sabían. Al llegar donde finalmente nos enviaron, abrimos la puerta y era un garaje; había tres autos y una cachila”, dijo.
EL CONSULADO URUGUAYO
Las atendió un hombre que se identificó como el cónsul. “Le comentamos sobre lo ocurrido y me pidió fotocopia de cédula del fallecido, certificado del forense y un servicio fúnebre que puede hacer el traslado directo desde Concordia a Paysandú o combinado. Nos dio los dos servicios donde estaban habilitados para hacer el traslado”, dijo Mariela. “El cónsul llamó a uno y pidió que tuviera el cajón especial que lleva una chapa, un precinto y congelante para un cuerpo de muchas horas”, comentó Adriana.
El cónsul que las atendió “nos dijo que pidiéramos todos los datos a la empresa, la matrícula, datos de la camioneta, cuántos iban a bordo, quienes eran, qué cubiertas tenía y después de eso con el papel del forense comenzamos los trámites”. Pero en ese momento, “el cónsul nos pidió que agilizáramos el trámite porque a las 13 se iba y que a lo sumo nos podía esperar una hora más. Les pedimos su número para poder avisarle. Cuando me lo dio lo agendé y lo llamamos para ver si estaba bien marcado. Sonó su teléfono y nos dijo: ‘¡Ah no, número privado no atiendo!’ Le expliqué que era porque mi línea era uruguaya y nos aclaró que si era privado él no atendía”. A esa altura “teníamos como dos horas”.
“El forense nos dio el papel a las 12.30, y mientras, Adriana fue a la cochería para agilizar. Llegamos y nos dijeron que ya le habían explicado al cónsul que no tenían ese cajón especial y tampoco el permiso para circular por la ruta. Lo llamé al cónsul y nunca me atendió. Fuimos a verlo y nos dijo que iba a intentar solucionarlo. Cuando llegamos al cementerio, el policía nos dijo que el juez de Federación tenía la orden de que el cuerpo volviera a Federación, que no podía permanecer en Concordia. Excelente el policía, llamó a su jefe para pedir autorización. El juez nos dio el permiso, teníamos todo resuelto. Empezamos a llamar al cónsul, ya a las 14, y nunca nos atendió; debe haber como 40 llamadas a su teléfono. La otra cochería que él consiguió tampoco servía. Encontramos otro servicio, pero era en Federación, así que tuvimos que llevarlo de nuevo”.
“Hacía un calor que no te puedo explicar. El cuerpo se descomponía porque se mojó, iba en una bolsa chorreando sangre, porque después que lo vio el forense ni siquiera lo cosieron”, describió gráficamente. “Lo dejaron de nuevo en el Hospital de Federación. Cuando fuimos a la cochería, estaba cerrada porque solo velan de mañana. Nos dijeron que tenían el servicio pero no el cajón ni cámara, que para eso teníamos que llevarlo a otro pueblo, como a una hora de distancia. Justo ahí nos avisan del hospital que teníamos que sacar el cuerpo”, dijo la esposa de Jorge.
LA SOLIDARIDAD DEL ARGENTINO
En la desesperación de las horas que pasaban sin llegar a una solución, Adriana sumó nuevas complicaciones: “Precisábamos un parte médico que dijera que Jorge no tenía ninguna enfermedad venérea y/o infección, que tenía que haberlo puesto el forense. Fuimos al hospital porque la doctora que lo atendió tenía que firmar el papel. Me descompuse y el matrimonio argentino se encargó de todo. Serían las 18.30. Empezaron a mover ellos, el dueño del restaurante y del hotel. Nos llamaron de la cochería de acá que habían puesto que la fecha de muerte era de 2014, así que precisábamos de nuevo el papel corregido. A las 19 teníamos que tener un papel del juez, ¡a esa hora! Si no, tendríamos que esperar al otro día para seguir buscando papeles, porque nos faltaba el acta. Se movió todo el mundo para dar con el fiscal. Dimos con él, fuimos a la casa y nos atendió muy bien. Localizamos al juez, tuvo buen corazón y nos atendió a las 23. Estaba corriendo y paró su actividad para atendernos. Salimos del Juzgado a las 0.30, con todo resuelto”, comentó Adriana.
“La cochería iba a ir a Federación, pero no podían circular de noche, entonces nos dijeron que podían hacer un servicio en conjunto con una cochería de Colón, un servicio combinado. Pero teníamos un gran problema: teníamos que sacar el cuerpo del hospital”, agregó.
A la madrugada apareció un hombre que les indicó que él tenía una cámara y cajón, que podía trasladarlo. “Me asusté porque en ese momento pensé mil y una cosas. Fuimos todos al servicio, me acompañaron todos. Nos dijo que nos fuéramos tranquilos a Paysandú que él se encargaba de todo, pero yo no quise venirme. Nos quedamos durmiendo adentro de la camioneta y el dueño del restaurante nos mandó comida y arregló todo para que descansáramos en una habitación, que estaba todo pago”.
El cuerpo sería cruzado a través del puente Concordia-Salto, pero aún restaba la firma del cónsul. “Cuando llegamos acá nos dimos cuenta que la firma era de otro, no del que nos había atendido primero y se presentó como cónsul”, “Eso nos desconcertó”, dijeron las hermanas. “No entendemos entonces quién fue el que nos atendió y complicó tanto”, agregaron.
FALTA DE HUMANIDAD
“Nadie sabe qué le puede a pasar; nosotras tuvimos rostro y encontramos un matrimonio que se hizo cargo de todo.
La gente de allá nos ayudó mucho. Estuvimos más de 36 horas con ese cuerpo, y en un momento pensé que yo moriría ahí de la desesperación. Entonces pienso: ¡qué necesidad de que otra familia pase por lo mismo!”, manifestó Adriana.
“No vamos a lograr que Jorge vuelva, pero por lo menos quitarle un poco el dolor a otra familia que pase por lo mismo. Tuve la desgracia de no haberlo traído enseguida, el dolor de su familia de no poder despedirlo como querían, no se pudo velar con cajón abierto, sus dos hijos tampoco lo pudieron ver. Pero sí que la gente esté enterada, sepa qué tiene que hacer y no pase por todo esto horrible que pasamos nosotros”, puntualizó la señora.
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