Opinion | 12 Feb Se procedió en la víspera a la apertura del Llamado Público a productoras interesadas en gerenciar los espectáculos de la 51ª Semana de la Cerveza, lo que incluye desde la propuesta de una grilla que sea de interés y se ajuste al perfil de la fiesta, así como un monto global que no supere las expectativas de inversión del comité organizador.
Esta es una propuesta al medio de la que tuvo el gobierno de la Administración Pintos, que otorgó el gerenciamiento general de la Semana. En esta oportunidad, el comité organizador toma para sí parte de la organización, el predio ferial en si mismo, y delega en una empresa privada la diagramación de la agenda de espectáculos que será como siempre lo ha sido la que atraerá --o no-- turistas a la ciudad. Y es que esta es una ciudad sin muchos otros atractivos turísticos mal que nos pese y a pesar de que tengamos bellezas naturales como el propio río Uruguay.
La Semana de la Cerveza atrae por los espectáculos que presenta y no realmente por todo el andamiaje que en derredor al anfiteatro se monta. Que ayuda, no hay dudas, como tampoco que genera buenos ingresos a vendedores y artesanos, desde que uno y otro año vuelven. Y, por inercia, la venta de bebidas y comidas crece exponencialmente, a partir de tener un público contenido en una área específica.
Entregar la organización de la grilla de espectáculos tiene tanto aciertos como desaciertos. Al otorgársela a empresas que cuya razón social gira en torno a ese ámbito, claramente se contrata experiencia e idoneidad. Sin dudas, saben su metier y por tanto se descarta un trabajo profesional.
Pero, por otra parte, dadas las características del Llamado Público, al hacerlo se le puso un techo artístico. Porque como se puso un monto máximo de la oferta y se dejó al libre juego de la oferta las posibilidades de ganar la licitación, claramente las empresas productoras jugaron a la baja, ofreciendo artistas de variado estilo, pero ninguno de ellos de real presencia internacional tan siquiera en el subcontinente sudamericano. Ni que hablar en Hispanoamérica y ni soñar con lo que hoy es éxito en el mercado hispano de Estados Unidos.
Lo que se logra con una licitación de este tipo es quitarse un dolor de cabeza de encima, pero al mismo tiempo se hipoteca el crecimiento de la fiesta, porque resultará imposible que las productoras siquiera analicen contratar a los grandes artistas internacionales. A esto se suma la época en que fue convocada la licitación y el muy escaso tiempo que se dio para la preparación de la propuesta.
Seguimos planificando para la hora que viene en lugar de hacerlo al menos para el año que viene. Seguimos cubriendo con parches y continuamos creyendo que después de todo tan mal no nos va.
Y es cierto, después de todo podremos disfrutar de Fito Páez, todo un prócer del rock argentino de los ‘90. Pero, ¿de verdad estamos haciendo las cosas bien poniéndole un techo a la calidad de los artistas que podemos recibir?