Paysandú, Domingo 14 de Febrero de 2016
Opinion | 13 Feb Puede parecer paradójico el tenor de las noticias que vienen desde Venezuela, donde el Parlamento declaró en las últimas horas la “crisis alimentaria nacional” y pidió que el Fondo para la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO) y la Unicef envíen expertos que evalúen los riesgos que entraña el problema para los 30 millones de habitantes del país caribeño.
El acuerdo parlamentario, “mediante el cual se declara la crisis humanitaria y la inexistencia de la seguridad alimentaria”, fue aprobado a mano alzada por la mayoría de diputados de la oposición y rechazado por la minoría afín al presidente, Nicolás Maduro.
El jefe de Estado “nada dijo sobre el estado de la seguridad alimentaria” en el informe anual que presentó el mes pasado y su Gobierno tampoco ha presentado un plan gubernamental con políticas que intenten revertir “la inseguridad alimentaria”, dice el texto.
El Banco Central venezolano (BCV) más bien “suplantó las cifras de escasez de alimentos con unas de acaparamiento situándola en la alarmante cantidad global de 87 por ciento”, en momentos en que “resulta inocultable la ausencia de productos” en los mercados, añade el acuerdo de la Asamblea Nacional,
Este panorama se da en una nación que “nada en oro negro” y por lo tanto su economía debería estar a cubierto de estos avatares, porque el petróleo, pese a sus altibajos, promedialmente ha tenido una cotización muy significativa durante décadas, debido a su importancia en la economía mundial.
Pero como es notorio, pese a los ingresos excepcionales, Venezuela se encuentra en una grave situación, con una inflación que ha trepado al 400 por ciento, sin dinero para pagar sus cuentas, como lo sufren los industriales lácteos uruguayos, sin producción de nada que no sea petróleo, y además, sin reservas.
Todo ello debido a que ha malgastado el dinero, se han aplicado políticas populistas insostenibles, la corrupción desde el gobierno ha sido una constante, y se han malgastado alegremente cientos de miles de millones de dólares. Basta recordar que hace pocos años, el expresidente Chávez “se patinó” en un abrir y cerrar de ojos 1.000 millones de dólares en armamento militar, para “protegerse” de una posible invasión norteamericana. Y ahora, literalmente no tienen plata ni para comida.
Ante este antecedente, es de recibo la reciente convocatoria del presidente Tabaré Vázquez a expresidentes para analizar lo que se debería hacer en Uruguay en caso de encontrarse petróleo en la plataforma marítima.
Es cierto, aplicaría aquí el dicho de no vender la piel del oso antes de cazarlo, pero ante este ejemplo, y lo que ha ocurrido como contrapartida en Noruega, donde se han usado criteriosamente las reservas de petróleo para el desarrollo, es bueno tratar de curarse en salud y acordar una política de Estado que permita que de contarse con riqueza petrolera, estemos más cerca de los noruegos que de los venezolanos en el uso de los potencialmente enormes recursos que se generen.
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