Paysandú, Jueves 18 de Febrero de 2016

Oportunidad para “prendernos” en el comercio mundial

Opinion | 18 Feb Recientemente se suscribió en Nueva Zelanda el Acuerdo de Asociación Transpacífico --conocido como TPP, por sus siglas en inglés-- que, de acuerdo a los analistas internacionales, está destinado a ser el de mayor proyección de los firmados hasta ahora. Sin embargo, no se contó en el acto con la presencia de presidentes de los países signatarios, lo que llamó la atención, habida cuenta de lo trabajoso que resultaron las negociaciones para alcanzar este punto y sus enormes proyecciones.
A juicio del analista internacional Andrés Oppenheimer, se trata del acuerdo de comercio e inversiones más grande del mundo y puede que haga cambiar el mapa comercial, y quizá hasta político, del planeta, pero considera que “una de las razones por las cuales la firma del acuerdo el 4 de febrero en Nueva Zelanda no estuvo en las primeras planas fue que ni el presidente Barack Obama ni los otros líderes de los países firmantes del TPP asistieron al evento. En su lugar enviaron a sus ministros de Comercio”.
Menciona el analista que elementos de política interna de Estados Unidos hicieron que Obama no compareciera en este acto, pese a que ha sido uno de los promotores, porque “no quería llamar demasiado la atención sobre la firma del acuerdo en un año electoral, cuando los aspirantes presidenciales de su propio partido --Hillary Clinton y Bernie Sanders-- están diciendo que se oponen al tratado Transpacífico. Pero no hay que tomarse esa oposición muy en serio: es la postura tradicional de los aspirantes presidenciales demócratas, apoyados por sindicatos contrarios al libre comercio. Tanto Obama como el expresidente Bill Clinton cuestionaron los acuerdos de libre comercio cuando eran candidatos, y los apoyaron una vez que llegaron a presidentes. Con Hillary pasaría algo similar”.
Bueno, pero de lo que se trata es de cómo habrá de repercutir un acuerdo comercial de estas características en el intercambio mundial, y como podría afectar a Uruguay y el propio Mercosur, de acuerdo a la postura que se adopte ante la irrupción de este nuevo bloque.
Por lo pronto el Mercosur aparece postrado y como un acuerdo frustrante para sus integrantes, desde que está muy lejos de la libertad comercial y complementación económica que se había mencionado como leit motiv de su creación, y han quedado al desnudo desde hace años proteccionismos y asimetrías entre los países que lo conforman, por razones ideológicas por un lado, pero también por falta de organicidad para por lo menos dirimir conflictos e intereses, y han primado amiguismos con club de presidentes incluido, para adoptar posturas políticas que nada tienen que ver con promover el intercambio comercial.
Pero no solo se ha sido muy magro en los logros de comercio intrabloque, sino que el Mercosur no ha firmado ningún acuerdo con otros bloques, salvo que se sigue en la eterna negociación con la Unión Europea, y han primado bilateralismos de Argentina y Brasil y a la vez posturas ultraproteccionistas de los gobiernos K en Argentina.
La asunción de Mauricio Macri y el desmantelamiento de este esquema proteccionista a contramano del mundo ha sido una brisa de aire fresco y generado nuevas expectativas en el Mercocur, pero a la vez tenemos a un Brasil en crisis, cuya economía habrá de contraerse más del 3 por ciento este año y enfrenta serios problemas económicos y políticos, al extremo que ha dejado de ser uno de los puntales como destino de nuestras exportaciones.
Es indudable que en la diversificación de nuestro comercio exterior un punto clave debería ser la firma de acuerdos preferenciales con países y entre bloques, y la irrupción del TPP es un factor a tener en cuenta para no perder este tren.
El tratado, de 12 países, incluye a Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Vietnam, Canadá, México, Perú y Chile y en conjunto; los países del TPP representan casi el 40 por ciento de la economía mundial.
En América Latina, el tratado permitirá a México, Perú y Chile tener un mayor acceso a los mercados asiáticos. Asimismo, en un momento en que las inversiones extranjeras hacia América Latina están cayendo por la recesión de la región, el TPP permitirá a México, Chile y Perú atraer más inversiones extranjeras.
Tiene razón Oppenheimer cuando considera que “por el contrario, a menos que decidan unirse al TPP en los próximos años, el acuerdo aislará aún más a Brasil, Argentina, Venezuela y otros países de América del Sur que no forman parte del tratado”, entre ellos Uruguay, naturalmente.
Y corresponde tener presente además lo que indica Christopher Wilson, del Centro Internacional Woodrow Wilson, cuando evalúa que “el TPP no tiene como objetivo crear una división en América Latina, a pesar de que acentuará el contraste entre los países miembros del TPP que siguen una estrategia de crecimiento basada en la exportación, y los modelos económicos más cerrados de países como Brasil y Venezuela”.
“En otras palabras, aumentará la actual partición de las Américas entre los países que buscan insertarse en la economía global y exportar más productos manufacturados y de alta tecnología, y los que no tienen acuerdos con bloques extrarregionales y básicamente se limitan a exportar materias primas”, considera por su parte Oppenheimer.
Uruguay está entre estos últimos, y el reto impostergable que se abre, en el corto y mediano plazo, es zafar de esta incómoda posición para tratar de acortar la brecha que subsiste tras la década de bonanza en que se dejó pasar la oportunidad para incorporar valor agregado a la producción primaria y avanzar en la inserción en la economía global.


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