Opinion | 19 Feb Finalmente lo inevitable sucedió. El primer caso autóctono del dengue se ha producido, en Montevideo. Ciertamente, la notable labor del Ministerio de Salud Pública y de todos los agentes de salud del país, lograron mantener fuera de fronteras nacionales la enfermedad durante años. Una lucha sin cuartel que había dado excelentes resultados. Pero era inevitable que si la enfermedad estaba en la región, iba a llegar.
La enfermedad de dengue es endémica en más de 100 países de África, América, Mediterráneo Oriental, Asia Sudoriental y Pacífico Occidental. Se trata de una patología de tipo gripal que raras veces resulta mortal. No obstante, cada año, unas 500.000 personas que padecen dengue grave --niños en una gran proporción-- necesitan hospitalización y aproximadamente un 2,5% fallecen, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
El virus sólo lo transmiten los mosquitos a partir de la picadura a una persona infectada. El aumento de la presencia de este mosquito es el que aumenta considerablemente el riesgo de casos autóctonos.
Ahora bien, el primer caso autóctono no debe hacer pensar que estamos ante una epidemia, porque hasta el momento se trata de un brote local y sin mucha importancia. Hay que prestarle atención y de hecho las autoridades sanitarias de inmediato advirtieron a la población y llamaron a redoblar esfuerzos.
Lo malo es que el dengue está en Uruguay. Lo bueno es que combatir la presencia del mosquito transmisor, el Aedes Aegypti no es una tarea compleja y en ella podemos todos colaborar, desde nuestros hogares. Porque la mejor prevención es la limpieza.
Las causas que están detrás de la expansión de este mosquito hay que buscarla en la globalización y el movimiento de personas y mercancías. Por ejemplo, el hoy tan común transporte en contenedores, trae aparejado el traslado también de mosquitos, por miles, desde las zonas de mayor infectación.
Por eso mismo, hay que potenciar las acciones de limpieza en nuestros hogares. Las medidas se conocen sobradamente y confluyen en el objetivo de eliminar todos los criaderos de mosquitos, es decir, de todos los recipientes que contienen agua tanto en el interior de las casas como en sus alrededores. Muchos de los recipientes donde el mosquito se cría no son de utilidad (latas, botellas, neumáticos, trozos de plástico y lona, bidones cortados), razón por la cual fácilmente pueden ser desechados.
Obviamente el uso del agua es permanente --hace a la vida humana-- y se necesitan recipientes, tales como baldes y palanganas. Pero en estos casos la simple medida de darlos vuelta cuando no estén en uso es suficiente.
Paysandú es una ciudad de frontera y por esa razón hasta ahora ha mantenido una franca lucha contra el vector y su hábitat. Le ha dado excelentes resultados. Continuar en ese camino es en bien de nuestra comunidad toda.