Paysandú, Sábado 20 de Febrero de 2016
Opinion | 17 Feb En la última conmemoración de la muerte de Eduardo Franco un pequeño grupo de admiradores extranjeros del cantautor sanducero propuso a la intendencia la construcción de una estatua en su homenaje. Tiene un costo de 25.000 dólares para poder hacerla en bronce y un boceto está ya realizado. La Intendencia indicó que se iba a estudiar el proyecto.
Queda claro la importancia de Eduardo Franco como autor de la gran mayoría de canciones del repertorio de Los Iracundos así como cantante. Pero es un error que –especialmente-- la Intendencia Departamental de Paysandú no puede cometer. No puede hacerlo para preservar la propia memoria de Eduardo Franco.
Para ser específicos, si hay que hacer una estatua no es de Eduardo Franco, es de Los Iracundos. Esta es la ciudad de Los Iracundos mucho antes que de Eduardo Franco. Pensar en una parte y no en el todo es un error que esta ciudad no puede permitirse.
Una cosa es que el teatro de verano tenga el nombre del cantante. Está bien porque está ubicado en la avenida que lleva el nombre del grupo. Pero muy diferente es que --se le tenga el cariño que se le tenga-- se proponga una estatua en solitario a Eduardo, dejando de lado a Juan Carlos Velázquez, Leonardo Franco, Juan Bosco, Hugo Burgueño y Jesús María Febrero.
No puede esconderse que los integrantes del grupo tuvieron desavenencias y que eso trajo aparejadas separaciones y la formación de otras agrupaciones con el mismo nombre. No hay por qué ocultar lo que sucedió. Pero eso no puede hacer dejar de lado todo lo que hicieron los seis grandes de Paysandú mientras estuvieron juntos, en ese período hasta 1986, cuando se produjo la separación de Burgueño.
Paysandú no puede seguir dándole la espalda a Los Iracundos, contentándose con recordar siempre a Eduardo Franco. El propio cantante desestimó posibilidades de crecimiento profesional personal en su carrera porque estaba en un grupo, el mismo que surgió en aquellas tertulias en la cantina del Cine Club Paysandú y que desembocó en el primer concierto en el teatro Florencio Sánchez.
Hay países como Perú y –especialmente-- Ecuador donde Los Iracundos mantienen una enorme fama. Saben mucho más de Los Iracundos que buena parte de los sanduceros. Y cuando algún fanático del grupo llega a la ciudad se sorprende por las escasas referencias que hay sobre el grupo.
Mucho se habla de turismo y se desperdician posibilidades como las de un “circuito Iracundo” o una estatua del grupo en un espacio central de la ciudad, donde se honre su trayectoria.
Hacer las cosas bien es lo que cualquier gobierno departamental quiere. Es tiempo de sincerarnos y de comprender que de Paysandú son Los Iracundos. Y que Eduardo Franco fue en realidad uno de ellos.
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