Opinion | 18 Feb Las cianobacterias nuevamente son noticia, tras la inhabilitación de prácticamente la totalidad de las playas de Montevideo para baños recreativos. La situación preocupa tanto a empresarios del turismo como científicos y constituye uno de los problemas más complejos de resolver en lo que respecta a la calidad del agua de nuestros ríos o arroyos.
Según informó El País, algunos empresarios del turismo montevideano ya comienzan a percibir efectos nocivos en el mediano y largo plazo porque así como el boca a boca funciona para lo bueno también propaga lo malo y más rápido aún. Indudablemente, la afectación de las playas puede acarrear impactos económicos como consecuencia de los ambientales y, sin ninguna duda, este tipo de situaciones que se registran cada vez más frecuentemente --a fines del año pasado algunas playas de Montevideo fueron inhabilitadas y en enero las playas de Atlántida--, están muy lejos de la imagen de Uruguay Natural que el país pretende consolidar.
Las floraciones algales, si bien muy conocidas para las comunidades litoraleñas, no estaban en la agenda pública ni aparecían casi en los medios de comunicación nacionales. La situación tuvo un cambio luego que en una concentración de algas provocara mal olor y sabor en el agua que OSE suministra a Montevideo hace ya más de un año.
Lo cierto es que las cianobacterias están por casi todos los ambientes acuáticos urbanos y suburbanos, así como cuencas que son productivas donde proliferan con éxito. Una de las razones principales de su éxito de expansión y supervivencia es la eutrofización del agua debido a la actividad humana: el aumento de nutrientes (fósforo y nitrógeno) en las aguas se asocia históricamente con las prácticas agrícolas y los aportes de aguas residuales domésticas, industriales o ganaderas no tratadas, que llegan directa o indirectamente a los sistemas acuáticos.
En nuestro litoral, desde hace varios años la Comisión Administradora del Río Uruguay realiza una importante labor de monitoreo de floraciones algales, información que hace pública a la ciudadanía, además de formar recursos humanos y concientizar sobre la importancia del tema.
En este sentido, más allá de las playas, la recreación y las consecuencias sobre el turismo y la diversidad biológica, es importante señalar que las floraciones algales tienen efectos sobre la salud de las personas y los animales, ya que las cianobacterias son tóxicas en más del 50% de los casos. Por ser un problema que llegó para quedarse, resulta necesario avanzar en medidas preventivas y correctivas que seguramente exigirán grandes inversiones, así como decisiones políticas transfronterizas en la medida que algunos de los cursos afectados --como el río Uruguay-- involucran a tres países.