Paysandú, Domingo 21 de Febrero de 2016
Locales | 21 Feb LA VULGARIDAD SE VISTE DE MODA
Envuelta en raso, suave, brillante, la vulgaridad se ha deslizado en la TV, el cine, la publicidad, el lenguaje y se ha convertido en un fenómeno transcultural y trasnacional.
Hoy día la vulgaridad es un fenómeno extendido tanto por las manifestaciones culturales que caen bajo su influjo como por su alcance geográfico. Me pregunto ¿Por qué sucede este cambio social? Para responder esta pregunta empecemos por aclarar a que se refiere el termino vulgaridad. Algo vulgar viene de vulgo, normal llano, es algo habitual; un vaquero por ejemplo es algo vulgar, normal que se ha incorporado a nuestro vestuario. En realidad la palabra “vulgar” como tal, tiene una concepción buena, por lo menos expresa ese “algo” común a todos los hombres.
Pero existe un sentido peyorativo de esta palabra, el que hace a la exteriorización de la espontaneidad de un yo no refinado, cuyas expresiones se manifiestan en plan de igualdad con los más elevados productos culturales. Es en este sentido al que me refiero. La vulgaridad es el punto de partida de una teoría de la cultura que quiere ser realista, auténtica, pero que termina siendo corrosiva para los valores, las personas y la sociedad en general. Pienso que todo comienza en un clima intelectual con la revuelta del ‘68, con la contracultura que se desarrolla desde ahí. Cuando desde la educación se rechaza la memoria como pauta docente, pasando a primer plano la espontaneidad y el rechazo a la autoridad. Se cae así en un rechazo de la disciplina, las normas son suplantadas por una democracia en la que la mayoría establece los valores, las formas aparecen como algo burgués, reaccionario y alienante. Y en aras de la espontaneidad se rompe con las formas sociales de cortesía, con el protocolo pero lo que es más grave, con el respeto por los demás, degradando la dignidad más profunda del ser humano.
Hace un tiempo estaba clarísimo donde estaba el límite con la mal educación y la gente se comportaba conforme a las normas que regían la sociedad.
Me refiero a conductas vulgares como las faltas provocadas contra las buenas maneras, esas faltas generalmente no tienen la intención de provocar rechazo (algunas veces si) pero en general esas conductas no se atienen a las normas culturales y sociales.
Muchas veces en la gente joven se da un sentido de “asilvestramiento”, están asilvestrados porque nadie los ha educado, no saben cómo comportarse, ya sea en los hábitos de higiene, en el vestido, en la forma de comer, de hablar. Hay carencias básicas en las jóvenes generaciones. Muchas veces más que un deseo de rebelión, hay un deseo de autoafirmación, de ser únicos, exclusivos, de llamar la atención. Aunque también pueden darse comportamientos anónimos por pertenecer a un grupo, si el grupo hace esto, yo también.
También hay gente con un alto grado de formación que conscientemente actúa de un modo inadecuado por simple moda. Muchos niños y jóvenes se crían frente a la televisión. Mario Vargas Llosa público en una columna “la TV ha sido un invento extraordinario, pero ha sido también un formidable desperdicio, pues en lugar de contribuir a elevar la cultura y la sensibilidad de las cosas bellas, ha banalizado, frivolizado y aumentado en nivel de imbecilidad en un gran número de seres humanos. A quienes las imágenes de los programas más exitosos, dechados de vulgaridad y chismeríos exoneran de preocupaciones, inquietudes espirituales e intelectuales y hasta de la incomodidad de pensar”.
Coincido totalmente con el escritor: hoy día las personas dedican más de 6 horas al día a la pantalla chica, a las redes sociales, a los videojuegos, quedando inmersos en un mundo chabacano y vulgar, plagado de malas palabras, donde el exhibicionismo es moneda corriente. Donde publicar la vida íntima de las personas públicas y no tan públicas es una manera de tener rating. Que se hable de mí aunque sea mal. Pocas personas cuentan en Facebook que leyeron un buen libro, que conocieron un museo, en cambio airean su vida sexual y social como lo más normal del mundo. Creo que estamos a tiempo, debemos reflotar los valores. Lo pregona todo el mundo, pero es necesario replantearnos un cambio profundo en cada uno. Hemos de sembrar amabilidad, buenas maneras, cortesía, respeto por los demás. Comenzando por revalorizar la familia, ámbito sagrado esencial donde se fraguan los corazones.
Miriam Ramos Martinote
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