Paysandú, Lunes 22 de Febrero de 2016
Opinion | 17 Feb Pese a que desde hace años está instalado el debate respecto al rumbo y calidad de nuestra enseñanza, muchas veces negando --desde los sindicatos y el propio gobierno del Frente Amplio-- que estamos realmente ante un marcado deterioro, gradualmente se está abriendo paso la percepción de la necesidad de realizar correctivos.
El punto principal tiene que ver con establecer objetivos, naturalmente, que se interrelacionan con el qué, el para qué y el cómo, porque las carencias se hacen sentir, con serias dificultades en Primaria que luego son un grave problema en Secundaria y tienen ya un diagnóstico mucho más serio a la hora de los estudios terciarios.
Lamentablemente, desde los sindicatos de la enseñanza se sigue negando que haya una crisis y en cualquier caso, de admitir que hay aspectos a corregir, señalan que ellos deberían identificar y conducir los correctivos, por formar parte del “gobierno” de la enseñanza tras la aprobación de la Ley de Educación del primer gobierno de Vázquez, cuando son en realidad una gran cuota parte del problema. Peor aún, son parte interesada y como tal reivindican que no se les involucre en más horas de trabajo o se les evalúe en cuanto a resultados.
También está planteado no solo el aprendizaje muy limitado que adquieren, como regla general, quienes cursan Secundaria fundamentalmente, sino cuál es la salida o respuesta posible para esta problemática, cuando por el otro lado se instruye a los docentes a que promuevan de grado a los alumnos que no tienen la preparación mínima necesaria como una forma de combatir la deserción.
Lógicamente, si bien se retiene en las aulas al alumno que debería repetir, más temprano que tarde llegará el momento en que la realidad lo golpeará duramente, ya sea en el ámbito laboral o cuando llegue a un nivel de estudios donde necesariamente deba contar con conocimientos reales, por ejemplo en la universidad. De hecho hoy cada vez más los empleadores toman con pinzas algunos títulos universitarios, porque el nivel de los egresados es tan bajo que en algunos casos roza la ignorancia.
El periodista Leonardo Haberkorn lo expresa claramente en su blog, tras renunciar a dar clases en la Universidad ORT por el desinterés y la baja preparación de los alumnos, al explicar que él ve que “a estos muchachos los estafaron, que la culpa no es solo de ellos. Que la incultura, el desinterés y la ajenidad no les nacieron solos. Que les fueron matando la curiosidad y que, con cada maestra que dejó de corregirles las faltas de ortografía, les enseñaron que todo da más o menos lo mismo. (…) Y lo malo termina siendo aprobado como mediocre; lo mediocre pasa por bueno; y lo bueno, las pocas veces que llega, se celebra como si fuerabrillante”.
Esta catarsis del docente universitario es coincidente con los conceptos vertidos a El País por la directora de Primaria, Irupé Buzzetti, quien con un grado de autocrítica que nada tiene que ver con la postura de otras autoridades de la enseñanza --mucho menos con la de los dirigentes sindicales--, reconoce que los alumnos de sexto de escuela no salen con los conocimientos de lectura, escritura y matemáticas que deberían.
Los números son contundentes en este sentido: mientras en sexto de escuela repite el 1,1%, a primero de liceo lo reprueba el 31%, y en su caso dijo que pretende cumplir con su plan de que la repetición se lleve a cabo solo en tercero y sexto, algo que esperaba implementar ya a partir de este año, pero que ha tenido resistencias.
Para ella, la solución es “que haya una evaluación bien clara en tercero para ver si el alumno aprendió a leer y a escribir. Y otra bien clara en sexto. Es evidente que no podemos tener más repetición en primero y segundo, porque si el niño repite ahí, vamos a seguir teniendo en tercero alumnos con 10 u 11 años, y como a los 14 ya no pueden estar en la escuela, van a pasar al liceo sin importar su rendimiento”, lo cual ha levantado fuertes resistencias en el sindicato de docentes de esta rama.
Enfatizó que “estoy de acuerdo con que el niño que tenga que repetir, repita. No soy abolicionista de la repetición, pero creo que hay que ver su desarrollo hasta tercero”, y consideró que “eso que dice Secundaria de que pasamos alumnos que leen mal, es verdad. Pero esto pasa justamente porque se los hace repetir en primero. Entonces tiene 14 años y lo tenés que sacar. ¿Y a dónde lo mandás? ¿A la calle? No, tiene que ir al liceo. Implementar los cambios es difícil. Hay un consenso que tenemos que tener, incluso, en la interna del Consejo. El consejero Héctor Florit antes pensaba otra cosa, ahora está muy cerca de esta idea. Esto no es un capricho. Es como pienso yo, pero capaz que me voy sin poder lograrlo”.
En cuanto a cómo se explica la tan baja repetición en sexto de escuela y la tan alta en el primer año del Ciclo Básico evaluó que “ahí está la lógica de todo. Tenemos 1,1% de los alumnos que repiten sexto y 31% en primero de Ciclo Básico. Obviamente que esto no puede ser así. Hay un montón de razones que tienen que ver con Secundaria, pero no vienen al caso y no las voy a decir. Pero sí voy a hablar de lo que pasa en Primaria. La cifra abultada demuestra que los que salen de sexto quizá no estén en las condiciones de lectura, escritura y matemáticas, que deberían estar. Yo le digo a todo el mundo lo mismo: agarre a un niño cercano a su entorno y dele a leer el título de un diario. Pregúntele si entiende lo que dice. ¡Y no entienden! ¡No entienden! Lo que saben es decodificar, pero no entran a lo que es lo implícito. Yo le digo a los gurises que están en mi casa, a mis sobrinos nietos, bueno, a ver, si hoy es el Día del Centro y hacen un descuento del 18%, ¿cuánto me sale esto? Y no saben hacerlo. Les digo que calculen el 20%, para que les sea más fácil. ¡Y tampoco lo saben hacer!”
Esta exposición de la docente se ajusta a la realidad que lamentablemente observamos a diario por lo menos como promedio, con excepciones naturalmente, pero que no modifican el concepto general, que involucra el déficit en comprensión y razonamiento, en el interés por el conocimiento. Este escenario no solo es producto del deterioro de la enseñanza, sino que también es consecuencia de la degradación de valores en la sociedad y los parámetros de interés de niños y jóvenes, que a la vez suele ser reflejo de lo que ocurre en cada hogar.
Pero lo que es seguro es que no va a ser bajando las exigencias, la tolerancia y los niveles en la educación que se logrará mejorar los resultados, sino que por el contrario, cuanto menor sea el rigor y más tarde se empiece a implementar, peores serán las consecuencias, e impactarán cuando el daño ya es irreversible y se ha perdido todo el tiempo útil para lograr cambios: en la vida adulta del individuo.
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