Paysandú, Martes 01 de Marzo de 2016
Opinion | 26 Feb Nuestro coterráneo vicepresidente de la República tiene problemas de currículum. Precisamente él, que está en una posición de tal privilegio, puede ostentarla sin tener que demostrar nada. A diferencia de lo que le puede ocurrir a cualquier otro oriental que para conseguir un empleo, debe "sí o sí" comprobar sus estudios, presentar diplomas y certificados acreditantes. Poco más y van a exigir certificado libre de picaduras del Aedes Aegypti.
Raúl Sendic puede darse el lujo de no tener en su poder los certificados que acreditan sus estudios. Como aseguró José Mujica, a la hora de votar a un candidato, los ciudadanos no le piden certificados de estudios. Lo que no significa que sería lo más razonable.
Lo extraño de este caso es que al referirse a sus estudios universitarios siempre se mostró hermético, habló siempre sobre la base de un guión preestablecido. Y ahora que surgen dudas concretas sobre su hipotética licenciatura, su explicación, en lugar de alumbrar, oscurece.
¿Cuál es la razón por la que no tiene los certificados de sus estudios como cualquier otro oriental? ¿No tiene entre sus documentos los comprobantes de sus estudios? Si obtuvo una licenciatura, lo más sencillo sería mostrar la documentación.
No parece muy lógico tener que pedir “la documentación a Cuba”. O a plaza Cuba, vaya a saberse. Esa mirada hosca, ese afán de sentirse perseguido no mejorará su posición. Es cierto, para ser presidente o vicepresidente no es imprescindible haber aprobado estudios terciarios. Pero lo que sí debe exigirse a quien sea electo para un cargo de esas características es que demuestre probidad. No se le pide que sea "doctor" ni "licenciado", solo se le exige honestidad a toda prueba.
Probablemente --porque no puede descartarse--, Raúl Sendic tiene los estudios que ha declarado en los últimos años y no solamente está jugando a Chaparrón Bonaparte y Lucas Tañeda. Probablemente se molestó por ser cuestionado públicamente y esa bronca intestinal no le permitió razonar apropiadamente. Todo puede ser.
Pero aquí hay que aclarar las cosas y sin echarle agua a la leche. No está en juego su investidura, porque no hay sustento legal para pedirle que renuncie. Hay sí un hecho ético de profunda connotación. Por una razón de lógica, todos los ciudadanos confiamos en Raúl Sendic, porque ha sido distinguido con un cargo de enorme responsabilidad. Es lógico confiar en quienes gobiernan los destinos del país y, de hecho, de quienes en él habitamos.
Cuando surgen cuestionamientos éticos como este, no hay espacio para la bronca. Tampoco es posible declarar que si “se considera pertinente” se podrían presentar las pruebas de estudio. Ni blanco ni negro. O se obtuvo una licenciatura o no. Cualquiera sea la realidad debe ser dada a conocer a la población de inmediato.
El problema es que no sabemos quién miente. Si Raúl Sendic o… Raúl Sendic, puesto que fue él mismo quien aseguró con total claridad a una periodista de El Observador que nunca recibió el título de Licenciado, ni hizo licenciatura alguna, mientras que horas más tarde realizó una conferencia de prensa para decir todo lo contrario.
Sendic seguirá siendo nuestro vicepresidente. Pero, por su propio bien, es imprescindible que revele la verdad. Que, después de todo, siempre aparece.
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