Paysandú, Miércoles 02 de Marzo de 2016

El “No” a un camino peligroso

Opinion | 26 Feb Por escaso margen, el pueblo boliviano rechazó el domingo en las urnas la propuesta del presidente Evo Morales de tener la posibilidad de ejercer el gobierno por un tercer período, al pronunciarse negativamente en el referéndum que impulsó el presidente para quedar habilitado a una nueva reelección: 51,3% frente a 48,7% del sí, con prácticamente el 100 por ciento de las actas escrutadas.
El rechazo a la propuesta de un jefe de Estado que ha contado hasta ahora con un alto nivel de respaldo popular en cada elección, indicaría que la ciudadanía del país del altiplano no está dispuesta a dar un cheque en blanco para perpetuarse en el poder, lo que está muy alejado de la democracia.
El caso de Bolivia debe evaluarse en un contexto muy especial de un país que históricamente ha tenido a su dirigencia política ajena a la problemática de la población, la que además es en su mayoría de origen indígena, postergada por muchos años en sus derechos y cobertura de necesidades básicas. Este aspecto fue capitalizado políticamente muy bien por Evo Morales, que también es de esa etnia mayoritaria, y que por lo tanto cuenta con una base mínima de votos que podría situarse en la mitad del electorado, prácticamente, si nos atuviéramos a que es seguido por la gran mayoría de descendencia aborigen.
Pero además, Bolivia cuenta con grandes riquezas en su subsuelo, caso de la minería, a lo que agrega explotaciones agrícolas en crecimiento, sin olvidar su participación directa en la producción de la hoja de coca y el derivado que es la cocaína, solo por mencionar elementos muy conocidos.
Asimismo, por décadas hubo capitales que sobreexplotaron producciones y mano de obra de origen indígena, lo que ha obrado como un gran caldo de cultivo de situaciones de discriminación, atraído a aventureros y generado asimismo escenarios políticos con disputa por el poder y obtener beneficios, todo lo que motivó sucesivos golpes de Estado militares y cívico militares, durante varios períodos.
La irrupción de Morales, separada medio siglo del intento de la revolución cubana de Fidel Castro de hacer cabeza de playa en ese país “desembarcando” al “Che” Guevara, vino a llenar un hueco que necesitaban amplios sectores de la población que creían había quienes los representaban y podían hacer algo por ellos desde el gobierno, ante tantas frustraciones, y ello explica en buena medida su ascenso y permanencia en el poder.
Debe recordarse que Morales, de 56 años, comenzó a gobernar en 2006 tras vencer a la oposición en las urnas con el 54% de los votos, y revalidó el cargo dos veces consecutivas, por la misma vía electoral: en 2010, luego de obtener el 64% de apoyo, y en 2015 con el 61% de los sufragios.
La Constitución aprobada en 2009, impulsada por el propio Morales, creó la figura de la reelección por una sola vez de manera continua, por gestiones de 5 años, es decir para los dos períodos siguientes: 2010-2015 y 2015-2020, pero para una nueva postulación, Morales necesitaba un nuevo cambio de la ley fundamental que, esta vez, no consiguió.
Como suele suceder, la presidencia de Evo Morales ha tenido luces y sombras, con un alineamiento internacional, además, que no lo ha beneficiado, al apoyar otras aventuras populistas, como es el caso de la Venezuela de Chávez y Maduro, de Correa en Ecuador y en menor medida de Argentina y Brasil. Además, muchas expectativas se han visto frustradas por el desgaste del poder, al punto que aquella fe ciega de muchos de sus seguidores hoy ha dado lugar a prescindencia y desencanto.
Pero sobre todo, el intento de la re-reelección es un camino peligroso porque tiende a consolidar la corrupción inherente a todo gobierno que ejerce sucesivamente el poder sin la alternancia propia de la democracia, porque como está harto demostrado, la corrupción es un mal transversal y que no es de derecha o de izquierda, sino de la condición humana cuando se le dan las ventajas para poder hacerlo y salir impune.
Esta es posiblemente la mezcla de visiones que hizo que el pueblo boliviano se pronunciara mayoritariamente por el No en este referéndum.
Tenemos los malos ejemplos que nos han dado dictadores de izquierda y de derecha, como el régimen de Fidel Castro en Cuba, con el récord de más de medio siglo en el poder sin convocar a elecciones libres, naturalmente, la dictadura menos encubierta del general Alfredo Stroessner en Paraguay, con mesianismos y corrupción incluidos.
Y en Bolivia, por añadidura, la derrota de la propuesta de Morales deja por el suelo su hasta ahora indiscutida aureola de imbatibilidad en el plano electoral, y por lo tanto alienta a la oposición política a reposicionarse y unirse para ser alternativa, como ha hecho por ejemplo Mauricio Macri en la Argentina al encolumnar al frente opositor a los gobiernos K.
Así el triunfo del No dejó "el principal mensaje (...) de la unidad, es decir que el camino de la unidad es el que necesita Bolivia" para desalojar la propuesta de Morales, proclamó el líder opositor centrista, Samuel Doria Medina, derrotado dos veces por Morales en presidenciales.
Se trata de la primera gran derrota directa que sufre, con diez años en el poder y a quien aún le quedan tres años más al frente del país, por lo que Morales lleva el récord del presidente con mayor tiempo en el poder en Bolivia.
Un gran desafío para quienes aspiran a suceder al mandatario indígena, por lo que queda una gran incógnita que solo podrá ser disipada por el voto soberano del pueblo boliviano en las próximas elecciones, bajo la atenta mirada de América Latina y el mundo.


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