Paysandú, Lunes 07 de Marzo de 2016
Opinion | 05 Mar A propósito de la inseguridad reinante en el país y actos delictivos en muchos casos de extrema violencia, el ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, en su particular estilo frontal, dijo que su consejo o recomendación era que los uruguayos se armaran. Puso como ejemplo que si llegara el desgraciado momento en que un delincuente ingresara al hogar y amenazara a la familia, sus integrantes se verían indefensos y a merced del criminal si no contaran con un arma.
Estos conceptos le valieron fuertes críticas desde la propia izquierda, en el sentido de que no correspondía instar a la población a armarse, porque además un arma sería muy peligrosa en manos inexpertas y favorecería incluso que los delincuentes tomaran represalias contra quienes se defiendan de esta forma.
Ni lerdo ni perezoso, Fernández Huidobro la emprendió con quienes lo cuestionaran y dijo que en la izquierda no deben “hacerse los ranas”, porque salvo el Partido Demócrata Cristiano, los demás grupos se armaron y se levantaron en armas contra el gobierno de turno en la década de 1960, por lo que atribuyó grandes dosis de hipocresía a que se le criticara por esta apelación a los ciudadanos.
Sin duda que está de por medio en este entredicho una realidad insoslayable, que el Estado no está cumpliendo con su obligación de velar por la seguridad de los ciudadanos, y que el vecino se siente indefenso ante la acción de antisociales que no vacilan en apelar a la violencia incluso cuando no hay resistencia y han llevado a cabo ya su acción delictiva.
Pero no es menos cierto que no es razonable responder a la violencia con la violencia por quienes llevan todas las de perder en un enfrentamiento con delincuentes que no tienen ningún miramiento, porque muchos ciudadanos ni siquiera saben empuñar un arma y no tienen vocación de aprender a usarla siquiera en circunstancias extremas. La respuesta pasa porque el gobierno, con voluntad política y decisión, asuma la gravedad de la situación y se proporcionen los recursos humanos, materiales y legales para que la Policía y la Justicia puedan actuar con solvencia ante el desborde de la delincuencia.
Y en lo que refiere al uso de las armas por la izquierda, mencionado por el ministro, debe tenerse presente que estos grupos se armaron en la década de 1960 para alzarse contra un gobierno constitucional, y no para la defensa contra la delincuencia, que en aquel momento era juego de niños al lado de la que tenemos hoy instalada.
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