Opinion | 07 Mar De acuerdo con un documento elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en Uruguay existen tres áreas que limitan sus perspectivas de crecimiento en el futuro inmediato: las deficiencias en la apertura comercial e integración internacional, la infraestructura con énfasis en el transporte vial y la educación.
Los resultados fueron expuestos por el director del Centro de Desarrollo de la OCDE, Mario Pezzini, al presentar el “Estudio Multidimensional sobre Uruguay” en la Torre Ejecutiva, en presencia del ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, y el ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa.
Según el representante del organismo internacional, “corregir estos cuellos de botella puede permitir un desarrollo adicional del país”, a la vez de considerar que no se trata de puntos aislados entre sí, por ejemplo, la mayor apertura comercial necesita indefectiblemente de mejor infraestructura y esta se ve beneficiada por los aportes de recursos humanos mejor formados, producto de un sistema de enseñanza eficiente.
En cuanto al comercio, Pezzini mostró indicadores globales que reflejan que la economía uruguaya “está integrada y tiene un nivel de protección bajo”, pero enfatizó que para varios actores esta realidad “es menos verdadera”.
El jerarca consideró que si bien Uruguay cuenta con varios socios comerciales, el foco de atención sigue en el Mercosur y el objetivo debe ser “abrirse a otros mercados”. El documento de la OCDE identifica a Asia como un mercado potencial porque Uruguay tiene ventajas comparativas para colocar varios de sus productos en ese destino.
Para Pezzini, el gobierno debería evaluar los potenciales beneficios de las negociaciones plurilaterales, como el acuerdo de servicios TISA y luego reconsiderar la decisión de abandonar dichas conversaciones, a la vez de aconsejar que se debería analizar el ingreso de Uruguay como miembro pleno de la Alianza del Pacífico, en la que actualmente es observador.
A modo de resumen sobre el panorama comercial, el representante de la OCDE sostuvo: “la economía es abierta, pero con restricciones importantes para algunos sectores” que esperan mejoras, por lo que es en este contexto que cobran importancia los acuerdos internacionales para potenciar especialmente al sector servicios.
El organismo propone que Uruguay tome como base los Tratados de Libre Comercio que posee con Chile y México para iniciar otras negociaciones y se menciona la profundización de lazos con los países del Tratado Transpacífico como un aspecto que ayudaría a la diversificación comercial.
Para el jerarca, la promoción de la inversión público-privada es “una herramienta muy útil” para mejorar la infraestructura vial, en especial cuando el gobierno tiene como prioridad estabilizar el gasto fiscal. Mencionó que la inversión público-privada requiere condiciones para funcionar de forma efectiva y señaló que se debe crear un plan nacional de transporte que identifique dónde están las situaciones más problemáticas. También tener una entidad que reporte el desempeño de los proyectos y otro órgano independiente que tome la decisión sobre la ejecución de las obras.
En el aspecto de la educación, el informe señala que en la actualidad la insuficiente disposición de capital humano con habilidades es considerada uno de los mayores obstáculos para que Uruguay logre la inclusión social. En cuanto a la educación, calificada como “pobre”, se hace referencia a que el nivel de repetición y deserción se encuentran entre los más altos de América Latina.
Sin lugar a dudas, el análisis y diagnóstico que expone el informe del organismo internacional tiene alto grado de coincidencias con los aspectos que hemos señalado en más de una oportunidad desde estas páginas. Lamentablemente, Uruguay presenta escasa variación con el paso de los años, porque hay temas pendientes que son ya de larga data, como es el caso del déficit educativo, la infraestructura y la inserción internacional, precisamente.
Entre estos, surge claramente la reconversión de la matriz energética, con un porcentaje muy significativo de energía proveniente de impulsores renovables para la generación eléctrica, con un crecimiento sustancial de los parques eólico en el último lustro, algo impensable hasta no hace muchos años.
Pero queda por dilucidar todavía el aspecto educativo y la búsqueda de mercados alternativos que está sujeta por las ataduras al Mercosur, sobre todo por motivaciones ideológicas de los dos gobiernos anteriores. La infraestructura sigue en déficit porque no se han concretado inversiones significativas, que permitieran un salto de calidad en logística para apuntalar la producción y la competitividad.
Un aspecto clave, para el que no hay muchas alternativas y menos aún cuando se ha llevado el déficit fiscal a niveles muy peligrosos, del orden del 3,8% del Producto Bruto Interno, lo que deja país sin recursos para trabajar de cara al futuro por atender prioridades con los escasos recursos disponibles, recayendo en los mismos ciclos de siempre, cuando había condiciones propicias para hacer las cosas mucho mejor.