Paysandú, Lunes 14 de Marzo de 2016

Los riesgos de inflación alta en ciclo de bajo crecimiento

Opinion | 14 Mar El escenario de elevada inflación y estancamiento de la economía es consecuencia, entre otros factores, de que en los tres últimos períodos, obnubilados por la bonanza económica, los sucesivos gobiernos “aceleraron en bajada”, que en este caso implica que a medida que fueron creciendo los ingresos, se fue incrementando aún más el gasto fijo, según la figura con que lo ilustró con acierto el economista Gabriel Oddone, de la consultora CPA Ferrere.
Es decir, que se promovieron decisiones procíclicas, uno de los grandes males de siempre en la economía uruguaya, que hace que los ciclos desfavorables acentúen sus consecuencias. Y ese es el pecado en que ha incurrido un equipo económico --que ha sido del sector de Danilo Astori en los tres períodos-- que dada la capacidad de sus integrantes debió haber actuado con otra solvencia técnica, poniendo límites a las presiones sectoriales de su mismo partido y sindicales.
En entrevista con El País, el economista evaluó que el riesgo de caer en “estanflación” (actividad estancada e inflación elevada), un proceso que Uruguay ya vivió en los 60, es “el principal problema” que enfrenta la política económica, y consideró que el gobierno lleva adelante un ajuste fiscal que es “insuficiente” dado el “bajo crecimiento” que la economía tendrá este año y sin una corrección fiscal adicional, “nos esperan momentos complicados en 2018”.
Recordó que la inflación ya venía arriba de 10% “y solo un conjunto de acciones de política económica (acuerdo de precios, tarifas subiendo menos que la inflación) la mantuvieron por debajo. Las razones por las cuales la inflación se va de 10% son discrecionales de las autoridades (ajuste de tarifas por encima de la inflación, ajuste del Imesi de los cigarrillos) que sabiendo cuál era el nivel de la inflación tendencial (la que excluye los precios más volátiles) y los riesgos que había, podían haberse tomado de otra manera y no se hicieron. Creo que fue porque decidieron tomar el riesgo y si la inflación pasaba el 10, ya verían después cómo lo explicaban”.
Por lo demás, a diferencia de lo que ocurre en Brasil, en que todo el mundo maneja el real como la moneda de referencia, por encima de otras consideraciones, la economía de Uruguay está altamente dolarizada, por lo que es impensable que se pretenda mantener la inflación baja cuando el dólar sube significativamente. Además, el tipo de cambio bajo ha sido utilizado por todos los gobiernos como un “ancla” para frenar la inflación, precisamente por la incidencia de este factor en los precios.
Como expresó Oddone, en este último período la depreciación de la moneda fue muy intensa “y eso en Uruguay tiene consecuencias sobre precios, sobre todo en la formación de las expectativas de los agentes en el remarque de precios. El tipo de cambio en Uruguay se depreció 8% en dos meses, mientras que en el mundo el promedio de los emergentes se depreciaron frente al dólar apenas 0,7%. Eso se explica por un flujo de salidas de capitales importantes para lo que es la dimensión de la economía uruguaya, que está inscripto en la salida de capitales de emergentes de los fondos de inversión del mundo”. En cuanto a las razones para que la inflación se haya salido de madre, al punto que desde hace prácticamente seis años se ha mantenido por encima de la meta de 3%-7% a la que se compromete sucesivamente el Banco Central, consideró el entrevistado que un elemento “es que la política fiscal fue expansiva en una fase ascendente del ciclo; sobre todo desde 2011 no cumplió el rol de moderación sino que lo exacerbó”.
“Estuvimos acelerando en bajada. Alguien podrá argumentar que el mandato político que recibió del gobierno anterior no fue el de poner como primera prioridad las tareas macroeconómicas, sino la distribución del ingreso. Lo otro fue que la política monetaria en buena parte del período fue, lo que llamamos en la jerga de la economía, dinámicamente inconsistente: la previsión de inflación o de cualquier meta en materia de persecución de políticas monetarias era una cuando se definía y se anunciaba, luego la solución óptima era no cumplirla. Los famosos platitos chinos”.
En buen romance, como en el cuento del pastor mentiroso, al final nadie cree en las previsiones de metas de inflación oficiales, se ha perdido credibilidad y estas expectativas ser perciben en el recelo de los operadores económicos y la población en general.
Pero “ahora el riesgo que tenemos es que se consolide esa inflación elevada, con rigidez a la baja por los mecanismos indexatorios, con una economía que no crece, lo cual nos arriesga a introducirnos en una economía ´estanflacionada´. Creo que es el principal problema que tenemos hacia delante”, teniendo en cuenta que este escenario “es difícil de manejar para cualquier menú de políticas económicas y ni que hablar para Uruguay que, por la alta dolarización, tiene un menor número de instrumentos potentes que el promedio de otras economías”, evaluó.
Precisamente el hecho de sacar dinero de plaza que se intenta mediante el aumento de los encajes en los bancos, si bien resta presión de circulante sobre los precios, también contribuye a frenar el crédito y la actividad económica, con el riesgo de que la inflación tampoco se modere, lo que lleva a un parate con dos componentes indeseables juntos, como es estancamiento en la economía e inflación.
Para Oddone, “vamos a estar en una inflación que se consolida por encima del 10%. No hay chance que se mueva de allí por un tiempo más o menos prolongado”, para acotar que “en realidad, lo que el gobierno está haciendo es comprar tiempo, para ver si algún elemento exógeno (como la moderación del dólar a nivel global; si las tasas de interés no aumentan podría quitarle presión a la salida de capitales de los emergentes o un eventual resolución de la crisis política en Brasil en algún momento de 2016, o un escenario de consistencia de manejo macro en Argentina tuviera algún fruto en el segundo semestre) ayuda”.
Es decir, apostando a que desde afuera nos venga el oxígeno que en su momento tuvimos y que perdimos por sucesión de errores en la conducción política y, en buena medida, por soberbia en la orientación económica.


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