Paysandú, Martes 15 de Marzo de 2016
Rurales | 12 Mar El ingeniero agrónomo Gianni Bianchi, exdocente e investigador de la Cátedra de Ovinas y Lanas de la Estación Experimental “Dr. Mario A. Casinoni” (Eemac) de Facultad de Agronomía y actual consultor privado, destacó a EL TELEGRAFO la importación de razas y la creación de nuevos materiales de la especie ovina. Bianchi recordó que hace algunas semanas se anunció la importación de genética ovina desde Nueva Zelanda: Hampshire Down, Border Leicester y Corriedale.
La primera “es una de las razas carniceras más antiguas en Uruguay y la política de recurrir a genética neozelandesa parece correcto habida cuenta de la necesidad de renovar sangre en una raza que, si bien después del Texel es la más numerosa en número de animales, no cuenta con una población de animales lo suficientemente grande y todo lo que se realice para aumentar su variabilidad genética repercutirá positivamente en los planes de selección que se están llevando adelante en el país desde hace un tiempo”, sostuvo Bianchi.
Si los carneros que se importaron cuentan con información genética relevante para las características de importancia económica y/o si la cabaña de donde provienen está mejorando genéticamente, “se logrará que produzcan en forma adecuada”, acotó el profesional.
Explicó que “la segunda raza prácticamente no existe en estado puro en el país y por ende, la introducción de los dos carneros que se trajeron dependerá de su uso. Es una raza de lana larga –en este sentido, el Romney sería la raza existente en Uruguay más similar en cuanto al tipo de lana– que se usa como madre en sistemas de cruzamiento múltiple en Oceanía, particularmente en Australia, habida cuenta de su relativamente alta tasa mellicera y buena habilidad materna”.
“En cualquier caso vale la pena señalar que ya existen en el país razas y/o sintéticas que cumplen ese papel y en orden de antigüedad en Uruguay están: Milchschaf, Highlander y Finnish Landrace”, recordó Bianchi. De todas formas, importar otra raza que aporte en ese sentido y que en un futuro cercano cuente con un número de animales que permita extenderla a nivel nacional no está mal. No obstante, confesó que le “gustaría que la decisión de importar tal o cual genética no quedara exclusivamente supeditada a emprendimientos personales, que si bien son loables, no cuentan con la infraestructura y los técnicos para evaluar –antes de diseminarlo en el país– el comportamiento de la raza en otras condiciones ambientales que aunque puedan ser similares no son las mismas donde van a producir. Sin embargo, la mayoría de las razas importadas –por lo menos en los últimos 20 años– han sido introducidas al país de igual forma y cuando han sido evaluadas experimentalmente, los resultados no han determinado, en términos generales, su grado de difusión en el país”.
CORRIEDALE
El técnico agregó que “la tercera raza es la más conocida por todos, también la más numerosa en los últimos 75 años y de la que más cabañas existen en el país, la mayoría de las cuales integran los programas de mejora genética que se vienen implementando en Uruguay desde 1985 a la fecha”.
Es más, explicó que a pesar de la baja dramática del stock ovino nacional, “no existe en el mundo más cabezas de ganado ovino Corriedale como en Uruguay. Bajo esta situación es bastante difícil comprender cuáles son las razones que motivan la importación de genética Corriedale de un país donde, si bien se creó la raza, lo que queda en estado puro es irrelevante”.
Para Bianchi, “a todas luces parecería más lógico utilizar genética nacional –que la hay y muy buena– contemplando el programa de mejora genética que llevan adelante el INIA y el SUL y las características que deseen mejorar. Seguramente la 'suerte' de obtener buenos hijos será mayor que si queda librado al fenotipo de los animales y/o a países donde prácticamente la raza ya no existe”.
“En este sentido y aunque pueda ser discutible –ojalá lo sea–, entiendo que salvo algunas pocas cabañas que cuentan con años de selección por menor diámetro y que se puede apostar a mantener un doble propósito relativamente fino –oferta que en el país se ha dado en llamar 'Corfin'–, el resto de los planteles presentan un Corriedale de lana bastante 'fuerte' y lo más aconsejable sería –aprovechando la adaptación innegable de la raza a diferentes zonas del país–, seleccionar animales por producción de carne –peso vivo en diferentes momentos, dimensiones del músculos longissimus dorsi y eventualmente resistencia genética a parásitos gastrointestinales– y apostar a la mejora reproductiva a través del manejo y el uso estratégico de la alimentación”.
Bianchi indicó que “ya que si bien existen algunos planteles con líneas más prolíficas, los resultados para quienes los compren serán indefectiblemente a largo plazo. Por supuesto que en todos los casos existe la posibilidad de cruzar con algunas de las opciones prolíficas, sea para generar la hembra F1 y sobre ella usar una raza terminal –por ejemplo, pero no únicamente, Poll Dorset– o, dependiendo de la situación, también pueden existir aquellos que queriendo mantener la lana blanca –porque en definitiva es algo que la oveja ya nos da y si bien representa un menor valor que la carne en los ingresos del productor, no hay porque desecharla de antemano– deseen absorber por alguna carnicera y/o prolífica”.
Claro está que “sobre gustos no hay nada escrito, pero casi 30 años de trabajo con la oveja en la academia y en la producción me permiten opinar al respecto, aun no siendo especialista en genética”, sostuvo Gianni Bianchi.
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