Paysandú, Miércoles 16 de Marzo de 2016
Opinion | 13 Mar La ministra de Vivienda y Medio Ambiente, Eneida de León, dijo que el 90% de la contaminación constatada en la cuenca del río Santa Lucía, proviene de más de veinte empresas instaladas en esa zona y que fueron intimadas --hace ya tres años-- por la secretaría de Estado a cumplir con una serie de cambios.
Sin embargo, de ese total hay nueve empresas que aún se encuentran construyendo sus nuevos sistemas de vertidos de efluentes que permitan un descenso de los residuos con altos contenidos de nitrógeno y fósforo, mientras que la jerarca reconoció la labor “didáctica” del ministerio “porque es imposible crear un control absoluto sobre todo”, precisó.
Durante el consejo de ministros efectuado en Rivera, el presidente Tabaré Vázquez informó que las distintas secretarías tendrían un espacio de difusión a través de las cadenas nacionales y en las próximas semanas lo haría De León, para difundir las políticas vinculadas al agua y el medio ambiente. No obstante, además de los controles satelitales y con helicópteros que reportan informes semanales, se han incrementado las denuncias ciudadanas en un 50% y si bien el daño no se retraerá en forma inmediata, las acciones comunitarias enlentecen el avance contaminante que ya ha perjudicado la calidad del agua, ante los episodios de mal olor y sabor que se registraron el año anterior.
La situación sanitaria de los cursos de agua son una preocupación a nivel mundial, al tiempo que el Programa Nacional de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estableció que el 14 de marzo se desarrolle como Día Mundial a favor de los Ríos, el Agua y la Vida, en el marco de la construcción de presas y otros megaemprendimientos a gran escala para la utilización de energía hidroeléctrica, que tiene al menos dos mil años de existencia. Pero el potencial sin aprovechar es enorme, si se toma en cuenta que apenas se utiliza el 17% a escala mundial y esa cifra se reduce al 8% en el denominado Tercer Mundo.
Las nuevas exigencias industriales y comunitarias impactan en la demanda de electricidad y agua para los regadíos, que puede minimizarse con una política de eficiencia energética y buen uso del agua o supresión de subvenciones.
En tiempos de prédica a favor de las energías renovables, la construcción de megaemprendimientos dista de transformarse en tales, en tanto las talas masivas en zonas adyacentes, transforman un ecosistema que al finalizar sus procesos, rara vez se compensan con los resultados.
Con el paso de las generaciones, se había transformado en una costumbre la ausencia de cálculos de costos sociales y medioambientales en proyectos de cualquier característica, hasta que la balanza monetaria resultó desfavorable a los planes de los gobiernos.
Mientras emergen nuevos movimientos a nivel internacional, las voces de alerta comunitarias servirán para guiar a los gobernantes en nuevas prácticas y toma de decisiones, cuyo resultado influirá directamente en la calidad de vida y salud de sus habitantes.
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