Opinion | 18 Mar Mañana sábado comenzará la primera Semana de la Cerveza de la Administración Caraballo, que servirá de laboratorio. En esta edición se presentarán las primeras ideas de quienes integran el nuevo equipo de gestión, tanto sea en la conformación del predio ferial como en los entretenimientos y espectáculos.
Algunos integrantes del equipo de gestión ya tienen experiencia de gobierno --incluido el propio intendente-- desde que acompañaron a Julio Pintos y por lo tanto pudieron estar vinculados a la planificación de la Semana, aun cuando fue en ese período cuando se entregó la gestión total a una empresa privada.
Ahora, con un diseño que une la gestión privada (escenarios) con la pública (predio ferial, centros termales y otros) comienza un nuevo quinquenio durante el cual seguramente se buscará la transformación de la principal fiesta sanducera y de la región. Así se ha indicado desde las más altas esferas del Ejecutivo y en los actos de lanzamiento realizados.
Obviamente, hay que abrir crédito a las nuevas autoridades porque sin lugar a dudas tienen las mejores intenciones de continuar desarrollando una gran fiesta regional como la Semana de la Cerveza.
Tras superar su primer medio siglo, claramente enfrenta una creciente competencia en la medida que cada año hay más y más opciones que buscan captar el interés del turismo. Por tanto, será necesario el ingenio para dar paso a las mejores ideas, a más modernos diseños de predio ferial y a más interesantes propuestas.
Claramente, el principal defecto de la Semana es que se circunscribe a un predio ferial en una ciudad que parece continuar con su vida cotidiana sin acompañar la celebración cervecera. No hay un centro con comercios decorados --hubo un tiempo en que si--, no hay clubes, asociaciones u organizaciones que ofrezcan atractivos turísticos en cantidad suficiente y con variedad.
Más allá de la organización centralizada en la intendencia con un comité integrado mayoritariamente por sus directores, es la ciudad la que debe acompasar, desde una oferta realmente importante de alojamiento a turistas hasta un cambio de imagen de calles, comercios y hasta casas, adhiriendo a la fiesta de la cual nos sentimos orgullosos, pero a la cual poco aportamos.
Mantener el prestigio de la fiesta cervecera debe ser una prioridad más allá de los discursos y de las buenas intenciones. Al mismo tiempo debe ser un compromiso asumido por la comunidad toda, por encima de lo que pueda ofrecerse en el predio ferial, cuyo diseño --de paso-- permanece en esencia sin cambios desde hace muchos años.
Llegarán sin dudas miles de turistas, por uno o dos días a la ciudad, al tiempo que los propios sanduceros nos encontraremos en el predio ferial o en el anfiteatro. Y se vivirá una fiesta como todos los años. No obstante, la organización deberá hacer gala realmente de un sentido autocrítico para que en pocos años podamos hablar de una verdadera transformación. La fiesta la merece, lo mismo que Paysandú.