Paysandú, Sábado 26 de Marzo de 2016

Capacitación para el mundo del trabajo

Opinion | 23 Mar La realidad es cambiante en el mundo del trabajo, como siempre lo ha sido, pero en los últimos años los cambios se suceden mucho más rápidamente. Antaño, pasaban los lustros y las décadas y la tecnología, la tendencia de los mercados, el escenario interno incluso, se desenvolvían por parámetros notoriamente más estables, lejos del dinamismo y la vorágine del mundo contemporáneo.
En Uruguay, a la vez, por el tamaño de su economía y su vulnerabilidad, los cambios que se dan en el mundo nos golpean directamente, para bien y para mal, pero a la vez existe un notorio déficit en la adecuación a estos cambios desde ámbitos clave, incluyendo fundamentalmente a la enseñanza y los centros de capacitación técnica, que por regla general se han desacompasado de la realidad, a lo que se agregan valores que han cambiado en la sociedad y avatares económicos que hacen que determinados emprendimientos se tornen inviables y deban reconvertirse o directamente desaparecer.
Además, el mundo del trabajo, en su complejidad, requiere ponerse a tono con los requerimientos empresariales, mientras a su vez las empresas deben adaptarse a los mercados, ser competitivas y lograr una mayor eficiencia, productividad y actualización tecnológica, por mencionar los aspectos más importantes.
La crisis de 2002 marcó a fuego al país, porque durante esos años creció fuertemente el desempleo, bajó el poder adquisitivo, hubo emprendimientos que se perdieron y que venían ya malheridos como consecuencia de la maxidevaluación del real en 1999, que provocó que de un día para otro nuestros productos se volvieran caros y perdieran ese mercado.
La bonanza económica por el favorable contexto internacional que se vivió en la última década, ahora en proceso de reversión, derivó en un incremento del empleo. Pero el crecimiento no fue acompañado de desarrollo y generación de infraestructura, en tanto gran parte de los nuevos empleos --la gran mayoría-- ha sido de baja calidad y muy condicionados a los avatares de la economía.
En meseta y en desaceleración, estos empleos son los primeros que se pierden, y ello reafirma la necesidad de que a la vez la fuerza laboral tenga la posibilidad de ponerse a tono con los requerimientos de las empresas que procuran actualizarse y subsistir, las que muchas veces se quejan –y con razón— de que si bien hay demanda de empleo, la oferta laboral no coincide con las capacidades que se necesitan.
Y en este contexto, existe una fuerza laboral que ha quedado total o parcialmente fuera del circuito, que a la vez tiene dificultades en capacitación y/o reconversión, y que se apunta a atender a través del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop).
El director general del instituto, Eduardo Pereyra, explicó que la estrategia no es ir a un sector de actividad cuando ya está en crisis, sino “llegar y ayudar antes”, y definió que está en marcha una nueva orientación de la institución que este año prevé aumentar en 20% la cantidad de capacitaciones, para llegar a unas 30.000 personas en todo el país.
Consideró que a diferencia de años anteriores, cuando el centro de atención eran las personas que estaban en seguro de paro o fuera del mercado laboral, hoy el Inefop apunta principalmente a mejorar las capacidades de los trabajadores que están en actividad. “Si la estrategia del país es mejorar su productividad, su producción y la empleabilidad de las personas, no tiene que atender solamente a la persona cuando está en situación de desempleo”, consideró.
Pereyra dijo que una de las apuestas principales pasa por el financiamiento de tutorías para fomentar la reinserción de personas al sistema educativo, en una propuesta que está dirigida a trabajadores que no terminaron primer o segundo ciclo de Secundaria, con el objetivo que puedan finalizar esos estudios.
Estas acciones alcanzan por ahora solo una parte del país, desde que el programa que se prevé extender se está desarrollando actualmente en los departamentos de Maldonado, Montevideo, Río Negro y el área metropolitana en Canelones e incluye a sectores de actividad como la construcción y el hotelero gastronómico. El sistema de tutoría se instrumenta mediante un acuerdo entre la empresa y el trabajador.
Al respecto el jerarca reflexionó que “esto nos parece fundamental. Primero porque una persona que retoma el liceo y empieza a rendir materias recupera valores y autoestima. Segundo, porque así levantamos la base formativa de nuestros trabajadores. Eso tiene que ver con el hoy, pero también con las posibilidades futuras de que ese trabajador acceda a una capacitación técnica más especializada que le dé oportunidades de nuevos empleos de mayor calidad y mejor remuneración”.
Otra área de trabajo comprende el diseño y financiamiento de capacitación técnica para varios sectores de actividad, que se realiza en función de los requerimientos del mercado de trabajo y en coordinación con organismos como UTU o la Facultad de Ingeniería, entre otras. El instituto también tiene obligación de ofrecer capacitación a trabajadores que no están en actividad y en ese sentido, Pereyra explicó que se atiende “a todo el que lo requiera”, pero insistió en que la estrategia pasa hoy por ofrecer a empresarios y trabajadores herramientas para mejorar la producción, la calidad del trabajo y lograr la sostenibilidad de los empleos.
El plan para este año prevé aumentar en un 20% el total de capacitaciones respecto al 2015 y completar las 30.000 en todo el país. Esa cifra no incluye orientaciones laborales, asistencias técnicas y otros servicios que se brindan a través del instituto, en lo que aparece como una respuesta eventual y parcial para un escenario complejo, pero que sin duda debe evaluarse como muy positiva.


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