Paysandú, Viernes 01 de Abril de 2016
Opinion | 28 Mar A 25 años de la creación del Mercosur, el rumbo del acuerdo regional es incierto, con más frustraciones que satisfacciones, por haberse desvirtuado la esencia del intercambio regional pero además por un encierro que está a contramano de la dirección en la que va el mundo, por cierto.
El desafío plantea acordar rumbos y la forma de instrumentar decisiones sobre políticas de intercambio comercial en las que hay acuerdos y disidencias, habida cuenta de que hay intereses en juego que no siempre son coincidentes. Es que además de participar en un acuerdo regional, los países que integran el bloque también compiten entre sí por los mercados. Y a ello deben agregarse fuertes asimetrías en la economía de los estados, desde que participan las dos economías más grandes del subcontinente –Brasil y Argentina– con países pequeños –Uruguay y Paraguay–, además de la errática Venezuela.
Recientemente tuvo lugar un foro en el que se analizó el saldo del cuarto de siglo de funcionamiento del acuerdo, con participación de especialistas en economía y política exterior, del que surgieron visiones y eventuales propuestas para enmendar errores y ensayar salidas.
Luego de 25 años del nacimiento del Mercosur —el 26 de marzo de 1991 con la firma del Tratado de Asunción—, hay voces que plantean abandonar el bloque regional, aunque este paso traumático genera fuerte discusión. El ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, indicó al respecto que “Uruguay tiene que trabajar no para abandonar el Mercosur, sino para mejorarlo”, y también señaló que adoptar un enfoque “de regionalismo abierto” en materia de política exterior es “lo más conveniente”, según recoge El País.
Señaló que se debe “valorar la integración en la región, pero no puede ser la etapa terminal”, y consideró fundamental aproximarse a la Alianza del Pacífico, concretar el acuerdo comercial con la Unión Europea y asociarse al Acuerdo Transpacífico. Así, el planteo de Astori pasa por volver al origen y “aplicar el Tratado de Asunción” que dio vida al Mercosur en 1991 y establece la libre circulación de bienes (entre otros).
Por su lado, el expresidente Luis Alberto Lacalle, quien participó en la firma del Tratado de Asunción, dijo que “antes de seguir, el Mercosur debería empezar a cumplir lo acordado”. Precisamente, reclamó que el bloque regional avance en el libre comercio, el principal objetivo trazado en 1991, deje de lado la intención de impulsar una asociación política y propuso que cada uno de los miembros del Mercosur haga “una pausa para reflexionar” sobre los asuntos comerciales y planificar el futuro. “Que Paraguay diga: 'a mí me joroba esto de Brasil', ver qué plantea Argentina y así avanzar”, explicó Lacalle.
Otro aporte vino del director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la Universidad Católica del Uruguay, Ignacio Bartesaghi, para quien el Mercosur mantiene “un acuerdo antiguo, de la década del 90, que debemos aggiornar, si no, vamos a seguir jugando en la C del mundo comercial”. Bartesaghi evaluó que se debe “dejar de lado la política y la ideología” para encarar el relacionamiento internacional y tener una visión “más pragmática” de la política exterior. “El mundo negocia pragmáticamente y el Mercosur lo hace ideológicamente, ese es el problema que tenemos”, remarcó.
El profesor de Comercio Internacional de la Universidad de la República, Marcel Vaillant, y el ministro Astori promueven acuerdos con otros bloques y también flexibilidad para negociar a distintas velocidades con terceros países. Para avanzar en este sentido, el Mercosur debe rever la resolución 32/00 que impide la firma de acuerdos comerciales de manera bilateral, sin la participación de todos los estados miembros, subrayaron.
El excanciller (1998-2005) Didier Opertti dijo que muchas veces se plantea “con mucha facilidad irse del Mercosur” y considera poco realista esa opción, en un mundo que se organiza en regiones. Sin desconocer la pertinencia de las voces que piden salir del bloque, señaló que actualmente hay “una etapa de turbulencia”, producto de “no tener un rumbo claro ni una agenda rica y atrayente para los países miembros”. Bajo la idea de avanzar en la asociación comercial, Opertti indicó que “la flexibilidad y el realismo se tornan inexorables” en el futuro del Mercosur.
Pero claro, como bien señalaba Opertti, a la tentación de irse del Mercosur debe incorporarse la dosis de realismo que significa el enclave de la región. La premisa debe ser la complementación y potenciar instrumentos comunes, antes que jugársela solos en un mundo altamente competitivo, en el que priman los regionalismos.
Además nuestros grandes competidores en los mercados internacionales tienen una perspectiva que ha mejorado sustancialmente en los últimos años, porque tienen la ventaja de haber firmado acuerdos que les dan preferencias arancelarias significativas. Tal como lo señaló Astori cuando reflexionó: “dos de nuestros más grandes competidores, Australia y Nueva Zelanda, están en todos los acuerdos del mundo y dentro de unos años no pagarán arancel por vender los mismos productos que Uruguay vende y por los que sí paga aranceles".
La pérdida de competitividad de Uruguay, con importantes costos de producción, es un obstáculo para negociar con otros bloques económicos que alcanzaron una integración más avanzada, como la Unión Europea.
Cualquier análisis crítico del Mercosur debe evaluar positivamente el cambio de gobierno en Argentina, porque el advenimiento de Mauricio Macri conlleva el desmonte de medidas proteccionistas y trabas impuestas por la delirante conducción de los gobiernos K, haciendo que Argentina vuelva a asomarse al mundo tras su encierro, alineándose con los otros países de la región en cuanto al rumbo económico. Y es probable que se generará otra disposición al momento de negociar las políticas del Mercosur.
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