Paysandú, Martes 05 de Abril de 2016
Opinion | 01 Abr Los uruguayos volvemos a soñar con organizar --por aquello de “los hermanos sean unidos”-- el mundial de fútbol 2030 junto con Argentina, con la visita al país del presidente de la FIFA, Gianni Infantino.
Hace ya varios años que desde diversos sectores se hace hincapié en que, al cumplirse el centenario de los campeonatos mundiales de fútbol, vuelva a realizarse en Uruguay para recordar, además, el mismo aniversario de otro triunfo mundial de la celeste.
Por lo que dijo Infantino, en 2024 será votada la sede del mundial de 2030. Y además planteó la posibilidad que el tema sea un asunto a plantear por Tabaré Vázquez ante jefes de Estado sudamericanos, tomando en cuenta su presidencia pro tempore de la Unasur.
En primer lugar, hay tres millones de esperanzas de que en 2030 se celebre en tierra celeste el mundial. En segundo, no parece lógico que el fútbol sea un asunto a considerar por un grupo de gobiernos nacionales, desde que los Estados tienen otros objetivos y premisas.
Las grandes obras las sueñan los genios locos, las ejecutan los luchadores natos, las disfrutan los felices cuerdos y las critican los inútiles. Así que habrá que tener mucha locura para seguir soñando con esa posibilidad. Pero también es claro que habrá que tener la cordura necesaria para determinar si es posible algo de tal magnitud para nuestro país.
Se deben construir 4 estadios mundialistas, con un promedio de costo de 150 millones de dólares cada uno. Y una enorme cantidad de hoteles 5 estrellas, así como muchos otros emprendimientos turísticos. Una enorme suma global, que ciertamente no deberá salir únicamente de fondos oficiales, sino que los privados deberán invertir si se concreta la decisión de la FIFA.
Para ello, claramente, se deberá aumentar en mucho el impacto del sector turístico para que la infraestructura luego no quede desierta.
Ahora bien, dados su ubicación geopolítica y antecedentes de campeonatos internacionales como la Copa América 1995, es claro que --si hay que soñar-- se debería pensar en una postulación para que Paysandú sea sede. Ni que decir que habrá que construir un estadio de fútbol acorde, ya no encajonado en la ciudad, sino alejado de ella, que a su vez generaría otro corrimiento hacia el punto cardinal que se determine.
No será esta administración la que deberá encargarse de su construcción y menos aún podrá inaugurar un estadio mundialista en Paysandú. Pero si el sueño uruguayo se concreta, los sanduceros deberemos estar preparados. Pensar en postularse como sede en 2024 será demasiado tarde para lágrimas, como el programa de Alejandro Dolina, reciente visitante.
Si desde el gobierno nacional se impulsa la idea, aun cuando haya bastante de locura, desde el gobierno departamental debe dominarse la pelota y avanzar hacia la cancha adversaria. Un grupo de trabajo (no solo con directores de la Intendencia) aparece como lo más razonable. Hay que usar apropiadamente el tiempo. Para mañana, es tarde.
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