Paysandú, Jueves 07 de Abril de 2016
Opinion | 03 Abr El último análisis de la empresa Factum preocupa en la interna del partido de gobierno y algunos de sus referentes reconocen la existencia de un “enojo” en su electorado que evalúan como “muy preocupante”
Aunque resulte reiterativo que “no es bueno guiarse por las encuestas”, en tanto representan “una fotografía de la realidad de ese momento en particular”, las alertas están encendidas provocadas por la desocupación, el inesperado vuelo de los resultados de la investigadora de Ancap, el perfil que adoptó la figura del vicepresidente Raúl Sendic, los mensajes provenientes del equipo económico y el espejo de la región, donde se agota el modelo izquierdista que otrora se presentara con resoluciones mágicas a coyunturas difíciles y estrategias que nunca funcionan por sí mismas o aisladas de un contexto macro e internacional.
A pesar del convencimiento existente acerca de la necesidad de un acercamiento con la gente, el marco de confrontación con la oposición y las diatribas prontas a defender lo indefendible, provocan un vacío de poder en el entorno cercano al presidente Tabaré Vázquez que se nota y agiganta la brecha. Las encuestas presentan porcentajes sin mayores juicios de valores, pero responden a desenlaces planteados a partir de los trazos ejecutados por el Poder Ejecutivo que recaen directamente en la voluntad del electorado.
Esa “falta de cohesión” en el Frente Amplio y definida así desde su propia interna, genera una diversidad de relatos al mostrarse sin consensos y apartada de “la fuerza constructora” que atesoraba el Gral. Líber Seregni. Esta izquierda que gobierna bajo un permanente estado de respuesta hacia una oposición que recién despierta, produce reacciones en sus propios simpatizantes, antes que a supuestas campañas provenientes de otras huestes o de los grandes medios de comunicación, bajo argumentaciones que son utilizadas como caballos de batalla para justificar errores conceptuales o ejecutivos.
El año 2015 comenzó con medidas antipáticas e inexplicables ante la necesidad recaudatoria y fiscal, que no fueron presentadas como tales y eso se paga, más allá de las comparaciones con “la década neoliberal de los 90'” y las decisiones que se adoptaban bajo otras administraciones. Los ajustes tributarios, mezclado con la declaración de esencialidad en la educación y las escasas explicaciones oficiales emanadas de la investigadora del mayor ente estatal, conforman un paquete impresentable y que difícilmente sobreviva a un análisis riguroso.
Es que el perfil de la comunidad política uruguaya decae y ese aspecto ya no se puede observar de soslayo, salvo que nos sentemos a jugar a Verdad - Consecuencia.
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