Paysandú, Sábado 09 de Abril de 2016
Opinion | 04 Abr Las inversiones en energías renovables, que establecieron un récord en 2015 en el mundo, fueron por primera vez más importantes en los países en desarrollo que en las naciones desarrolladas, y crecieron en México, Chile y Uruguay, lo que no es un dato menor en el contexto de las acciones globales acordadas para la preservación del medio ambiente y moderar el cambio climático.
En este sentido, el director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), Achim Steiner, subrayó: “por primera vez en 2015, las inversiones en energías renovables fueron más elevadas en los países en vías de desarrollo que en los países desarrollados”, con la influencia de que las inversiones cayeron el año pasado en los países industrializados (-8%, U$S 130.000 millones) y progresaron de manera importante en las naciones en desarrollo (+19%), para alcanzar los U$S 156.000 millones.
El informe del Pnuma establece que las inversiones en el sector de las energías renovables (excluyendo las grandes centrales hidroeléctricas) alcanzaron un nuevo récord, cuyo conjunto ascendió a U$S 286.000 millones, 3% más que el anterior récord establecido en 2011.
En 2014 esta cantidad, que incluye las sumas dedicadas a las nuevas instalaciones, las nuevas tecnologías y la investigación y desarrollo, fue de U$S 270.000 millones.
Aunque solo se incrementaron un 8% en China, el gigante asiático es el primer inversor en las energías renovables con U$S 102.000 millones gastados el año pasado. India (10.000 millones), Sudáfrica (4.500 millones), México (4.000 millones) y Chile (3.400 millones) aumentaron sus inversiones y nuevas naciones como Marruecos, Turquía y Uruguay “entraron en la lista de los países que invierten más de U$S 1.000 millones” anuales.
Uruguay, con su pequeña economía, ingresó en una lista importante en cuanto a inversiones en términos absolutos en esta problemática, mientras que en el mundo desarrollado el panorama es heterogéneo: Europa registró una fuerte caída (-21%) con U$S 48.000 millones gastados, según el Pnuma, “la cifra más baja registrada en el continente en nueve años, y eso a pesar de inversiones récord en los proyectos eólicos en alta mar”. Esta tendencia en el viejo continente se explica por crecimiento débil y políticas de apoyo a las energías renovables menos favorables, cuando históricamente las naciones del continente europeo han liderado en esta materia.
En contrapartida, las inversiones progresan en Estados Unidos (+19%, 44.000 millones de dólares) y se mantienen estables en Japón (36.000 millones de dólares).
En cuanto al papel de la reconversión energética hacia propulsores amigables con el medio ambiente, debe tenerse presente que las energías renovables, conjugadas con la eficiencia energética y la lucha contra la deforestación, son los pilares del combate contra el cambio climático que amenaza con volver inhabitables numerosas regiones del planeta.
En este contexto, según el organismo de las Naciones Unidas, las nuevas capacidades de generación de electricidad instaladas en 2015 son energías renovables, excluyendo las grandes represas (134 gigavatios), grandes represas hidroeléctricas (22 GW), centrales nucleares (15 GW), centrales de carbón (42 GW) y centrales de gas (40 GW).
Es así que las capacidades aportadas por las energías renovables (excluyendo las grandes) son sobre todo las energías eólica (62 GW) y fotovoltaica (56 GW). El resto corresponde a biomasa (material de desechos de plantas y animales), la geotermia y las centrales hidroeléctricas de menos de 50 megavatios.
“Pese a las señales ambiciosas de la Conferencia de las Partes sobre el cambio climático y la capacidad creciente de las nuevas instalaciones de energías renovables, queda todavía un largo camino por recorrer”, declaró Udo Steffens, de la Frankfurt School of Finance, quien participó en el estudio.
De todas formas, no debe perderse de vista que si bien la nueva capacidad de generación de electricidad a través de las energías renovables es ahora más importante que la que se alimenta de carbón o gas, “las centrales térmicas de carbón y otras fuentes convencionales tienen largas duraciones de vida”, subraya el Pnuma.
Por largo tiempo –demasiado— las fuentes generadoras altamente contaminantes convivirán con las de propulsores amigables con el medio ambiente, sobre todo “sin nuevas intervenciones políticas, las emisiones de dióxido de carbono con fuerte impacto sobre el clima seguirán creciendo durante por lo menos una década”, advierte Steffens.
En buen romance, “intervenciones políticas” quiere decir incorporar nuevos estímulos para los inversores y controles disuasivos para los contaminantes, que conlleva establecer condiciones ventajosas para redirigir capitales hacia los proyectos de reconversión, especialmente a los países en desarrollo, donde hay recursos naturales desaprovechados que podrían utilizarse masivamente para la generación de energías renovables.
Ello debe ser acompañado por un mayor dinamismo en la investigación para acelerar las innovaciones tecnológicas; según los científicos, las emisiones de gas de efecto invernadero deben bajar del 40% al 70% entre 2010 y 2050 para limitar el calentamiento a menos de 2 ºC en relación con la era preindustrial, como prevé el acuerdo de París adoptado en diciembre, por más de 190 países.
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