Paysandú, Miércoles 13 de Abril de 2016
Locales | 09 Abr Muy lejos de las 8.000 o 10.000 personas que marcharon el 12 de marzo; unas 300 caminaron unos 350 metros, entre 18 de Julio y Zorrilla de San Martín y la Sociedad Israelita de Paysandú, a un mes del asesinato de David Fremd.
Muchos menos, pero tan significativo número. Trescientos, como quienes junto al rey Leónidas de Esparta protegieron con su vida el paso de las Termópilas, permitiendo la retirada del grueso del ejército griego. Trescientos, como los hombres que aun bebiendo agua vigilaban y con quienes el rey Gedeón derrotó a los madianitas. Trescientos sanduceros marchando calmadamente, algunos con una bandera de la Paz (Roerich), otros con una vela en sus manos, la mayoría en silencio; marchando no por odio; por la tolerancia, por la convivencia.
Al llegar, formaron un semicírculo frente a la puerta cerrada de la sede israelita, con dos estrellas de David en su parte superior, aludiendo la conexión entre cielo y tierra. La canción que nos une a todos, el Himno Nacional, tuvo un coro de trescientas voces. Representación del espíritu del Uruguay, canción de combate ante la injusticia, la opresión y antídoto contra el dolor.
Después, el sacerdote católico Daniel Silva y la pastora Elida Fernández (Iglesia Bautista San Pablo) leyeron un mensaje ecuménico, repitiendo el uno lo expresado por el otro. Y ambos, emocionados, culminaron diciendo “Shalom Paysandú, Shalom Uruguay, Shalom Israel; Shalom para todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que habitan nuestra Tierra”.
UN PUEBLO DE ALMA GRANDE
“Las vidas que se han perdido, producto de acciones que muchas veces rayan en lo incomprensible e irracional nos golpean, pero al mismo tiempo ponen a prueba los valores, creencias y principios de nuestra sociedad moviéndonos a ocuparnos cada vez más como ciudadanos por una convivencia en paz”, expresó el mensaje ecuménico.
“Hace menos de un mes fuimos conmovidos hasta las lágrimas, al ver una multitud que se autoconvocó silenciosamente por nuestra principal arteria. Este hecho es una evidencia más de que Paysandú ha sido, es y seguirá siendo un pueblo solidario y de alma grande, que sabe responder al odio con amor, con acciones inteligentes que contribuyan a educar y a formar para la paz”, agregó.
“En el Antiguo Testamento, shalom habla de sanidad, fortaleza, entereza, salud, armonía, integridad, prosperidad, reconciliación, bienestar, justicia y salvación, tanto personal como social. Sin lugar a dudas que esto se construye. El shalom lo construimos entre todos, con palabras, gestos y acciones concretas como nuevamente hoy lo estamos haciendo”, subrayó después.
“El evangelio en palabras de Jesús dice: 'llorad con los que lloran…. Y lloramos sí… pero desde la esperanza, desde la profunda convicción que el bien prevalecerá sobre el mal; la cordura sobre la sinrazón; el amor sobre el odio”, expresó.
“La sociedad civil está demostrando con su accionar que no está dispuesta a permanecer estática ante los radicalismos; el hecho de que hoy se esté considerando la declaración del 8 de abril como el Día Nacional de la Convivencia en Paz; los esfuerzos que se redoblan desde distintos ámbitos; la afirmación de la necesidad de seguir educando en valores, son una muy buena señal de la capacidad de respuesta de nuestra sociedad”, confió el mensaje ecuménico.
Posteriormente, Milton Nan leyó “Milonga del moro judío” de Jorge Drexler, con una ligera adaptación en el estribillo, donde indicó, en lugar del original “no se cuál es mi Dios ni cuáles mis hermanos”; “no se cuál es mi Dios y todos son mis hermanos”.
Liliám Silvera se despidió agradeciendo “a todos los que nos acompañaron en cuerpo y espíritu. Shalom para todos”. Mientras se producía la desconcentración, la canción “Paz, paz, paz”, de Juanes.
La lluvia había hecho un paréntesis, la penumbra de algunas calles contrastaba con las luces de plaza Constitución. Caminando lentamente, los trescientos se fueron dividiendo en pequeños grupos, en parejas, en personas que se fueron mimetizando con la actividad regular de la ciudad.
Un mes después de una sociedad conmocionada, de aquellas horas trágicas, la voz del hijo menor de David Fremd, al hablar en el entierro de su padre, en el cementerio judío de La Paz, en Canelones, y recordadas en el mensaje ecuménico, parecieron otra vez escucharse: “Quiero invitarles a todos a estar un poquito contentos; tristes por el momento y porque una parte de él se está yendo, pero contentos por todo lo que nos enseñó a nosotros y, a través de eso, lo que le vamos a transmitir a las futuras generaciones”.
“Sonriamos un poco por papá”. Sonriamos por David. Sonriamos por la convivencia de todos, más allá de ideas, credos, razas o color de piel. Sonriamos por la vida.
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