Paysandú, Miércoles 13 de Abril de 2016
Rurales | 12 Abr El productor Álvaro Aguirregaray, a quien la semana pasada una jauría le mató ovejas paridas y dejó otras con graves heridas, se mostró sumamente molesto por la actitud de las “protectoras de perros”, como las denomina, porque si fueran protectoras de animales, “estarían preocupados por mis ovejas, algunas de las cuales están vivas pero todas mordidas --con las tripas para afuera-- y están sufriendo”, afirmó Aguirregaray.
“Para mí es un negocio para la venta de pastillas o algún curro, porque solo protegen perros”, aseveró el productor, al tiempo que indicó que para estas organizaciones “la oveja no es un animal y los terneros de la zona tampoco son animales porque siempre son atacados por perros que la protectora protege”.
Además, explicó que, tras conocerse la situación a través de las redes sociales y que uno de los perros fue muerto por el productor, “nos decían de todo desde Montevideo y hasta se referían a por qué teníamos las ovejas en la calle cuando todo sucedió adentro de mi campo, desconociendo por completo lo que sucede”. Y subrayó: “son tan ignorantes que piensan que mis ovejas están en la plaza”.
En la zona de Guichón, la problemática de las jaurías se ha vuelto “incontrolable”, asegura el productor. La matanza que sufrió Aguirregaray a solo cuatro kilómetros de la ciudad significó la pérdida de cuatro ovejas paridas y seis animales que quedaron con mordeduras, “de los cuales a cuatro habrá que sacrificar”, precisó.
“A los dos perros los vimos cuando estaban matando las ovejas a unos 300 metros de la casa y dispararon hacia la ciudad, por lo que no descartamos que provengan de Guichón y no de otros establecimientos”, sostuvo, agregando que en Guichón, si se hiciera un relevamiento, hay claramente más perros que personas.
Aguirregaray recordó que había dejado el rubro ovino “y con mis hijos reiniciamos la cría nuevamente al estar complicada la agricultura y otros rubros, porque, para un productor chico, el lanar es el negocio más rentable”, explicó.
En la reciente visita del jefe de Policía a Guichón se le manifestó la situación: “es lamentable que no se pueda tener una vaca parida en la vuelta de Guichón porque los perros te matan los terneros. No se puede tener una producción propia porque hay gente en Guichón que tiene cuatro o más perros Pit Bull que te matan un novillo. Hace un tiempo me mataron un novillo de sobre año y no pasa nada; vinieron el comisario y la Policía, y me dijeron que están con las manos atadas y no pueden hacer nada”, sostuvo Aguirregaray.
No ocultó su rabia e impotencia “porque recién nos estamos armando con lanares nuevamente. Lo estamos haciendo de a poco. Y ahora que las ovejas empezaron a parir, tenemos a los corderitos guachos”.
Dijo que la majada que posee duerme los 365 días del año en el guardapatio. “Todas las tardecitas las ovejas se encierran en la plazoleta al lado de la casa. Pero lo acontecido días atrás fue insólito porque como estaba lloviendo, vinieron a las 3 de la tarde, que no es muy usual”. Incluso subrayó: “es la primera vez que veo que matan a una oveja, la comieron íntegra y después que se llenaron, siguieron matando”.
EN SALTO
La situación en Salto es similar a lo que acontece en Paysandú. Fue tratado directamente por representantes de la Cooperativa Agraria Limitada de Salto (Calsal), quienes se reunieron días atrás con el ministro del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), para hablar de predadores y abigeato.
Juan Grasso, presidente de la cooperativa, señaló a diario Cambio: “vinimos con un único tema, que es predadores”, explicando que tanto el abigeato como los predadores son un problema muy serio en el departamento, que ha provocado el abandono de la explotación de muchos productores. Dijo que hubo buena receptividad y que la cartera comenzó a trabajar sobre algunos planteos que acercaron.
Alberto Secco, integrante de la cooperativa, hizo hincapié en que Salto representa el 30% de la producción ovina del país. Sin embargo, por los problemas de seguridad, un número importante de productores con predios sobre las rutas y caminos han bajado su dotación; en algunos casos optaron por abandonar el rubro.
Respecto a ello, Secco apuntó que desde el MGAP le manifestaron estar en conocimiento del problema. Asimismo, el representante de Calsal no dudó en afirmar que tanto los perros Maremma y las llamas de guarda son recursos aceptables para un momento y lugar determinado, pero sus funciones no se pueden extender a todo un establecimiento. “Sería mucha responsabilidad para un perro ponerlo a la altura de un capataz de estancia”, sentenció Secco. Con la transferencia de la Comisión Nacional Honoraria de Bienestar Animal (Conahoba) a la órbita del MGAP Secco cree que se pueden cubrir vacíos legales. En ese sentido, dijo que “el futuro parece claro, pero el problema es el presente”. Se preguntó qué pasa con las perras salvajes que dan cría ahora o con los perros que van a hacer daño la semana que viene. “Todos sabemos que es infructuoso el trabajo de ir detrás del perro que come ovejas o de su dueño”, reflexionó.
Recordó que el productor se encuentra habilitado a tomar medidas si encuentra un perro dentro de su predio que ataca a sus ovejas. Por otro lado, cuando se encuentran en la vía pública, la responsabilidad es de la Intendencia. Sin embargo, esta “ha sido la primera en sacarse el lazo”, concluyó Secco.
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