Paysandú, Sábado 16 de Abril de 2016
Opinion | 14 Abr Aunque con la ausencia de los principales líderes políticos de los partidos tradicionales, debe evaluarse como un aporte significativo que el presidente Tabaré Vázquez haya respondido positivamente a una iniciativa lanzada públicamente por el senador Pablo Mieres en el sentido de generar un ámbito de diálogo multipartidario para analizar posibles acciones con vistas a mejorar la seguridad en el país. Estamos ante una problemática realmente grave, que lejos de revertirse, sigue deteriorándose, y como respuesta no hay fórmulas mágicas ni automáticas.
Hay dos aspectos previos que en alguna manera condicionaron la agenda abierta, por lo menos desde el punto de vista político, y que es la ausencia de los líderes de la oposición --que debieron estar en el encuentro pese a los argumentos esgrimidos para no hacerlo--, y la aclaración previa del mandatario de que el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, “no se toca”, pese a los pedidos de renuncia que se han formulado desde hace tiempo desde la misma oposición.
Pero en los hechos, ello no impide quitarle trascendencia el episodio, que como bien señalaran algunos dirigentes, no debe ser solo un aporte “para la foto”, sino que debe llamar a reflexión al sistema político, gobierno y oposición, para que pueda acordarse un mínimo común denominador, empezando por el diagnóstico para intentar coincidencias en las respuestas.
Para empezar, Vázquez transmitió que el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, seguirá “por el momento” en su cargo, aunque esto a su juicio no impedirá un “cambio de rumbo” en la política de seguridad pública, según expresó a los partidos con representación parlamentaria que participaron en el diálogo.
Es que desde el Partido Nacional y el Partido Colorado han planteado con insistencia el relevo de Bonomi, quien ejerce el cargo de ministro del Interior desde marzo de 2010 con el gobierno de José Mujica, pero desde el Partido Independiente, en cambio, se entiende que la solución no pasa por sacarlo.
Y este es precisamente el punto, porque el problema no pasa realmente por Bonomi, quien ha tenido errores y aciertos, sino que el secretario de Estado es una figura de compromiso en las distintas tendencias que se dan en el partido de gobierno, y las políticas que se han desarrollado desde los sucesivos responsables del ministerio han respondido a esta visión. Han tenido al exministro José Díaz como su máxima expresión, al considerar que las verdaderas víctimas son los delincuentes y no los ciudadanos objeto de sus acciones delictivas, al punto de haberse liberado masivamente a delincuentes de las cárceles durante su gestión, y a Daisy Tourné con su “sensación térmica” que chocaba con una realidad que rompía los ojos.
El encuentro con la oposición se da precisamente a una altura en que tras más de una década de gobierno de la izquierda, las políticas sociales que se decía eran el instrumento para cortar de base con la delincuencia no han no dieron el resultado esperado, y ello ha sido reconocido desde el gobierno y el propio ministro Bonomi, al señalar, primero tímidamente y ahora con mayor énfasis, que hay un núcleo duro de la población que encuentra en la delincuencia un modo de vida soslayando la cultura del trabajo, de la capacitación, de los horarios y de los compromisos. Bueno, este es un punto de partida, en alguna medida, aunque todavía hay sectores de la izquierda que no lo reconocen, negándose a aceptar que la realidad es mucho más compleja que la división entre buenos y malos, entre los explotados y los grupos dominantes que empujan a los marginados a la delincuencia, y ello ha permeado a todas las capas sociales que en mayor o menor medida sufren las consecuencias de este estado de cosas.
Ahora, el tener determinadas coincidencias en el diagnóstico no quiere decir que esté todo resuelto y que a partir de este encuentro entre el mandatario y la oposición las cosas vayan a ir encaminándose por sí solas, sino que hay mucho por trabajar en políticas de Estado, en propiciar un marco legal acorde a los nuevos tiempos, con énfasis en aspectos preventivos, disuasivos y punitivos, en formación cultural y en valores, en un la minoridad infractora, en dejar de lado el “pobrecito” y el considerar solo a las víctimas de un lado e ignorar a los ciudadanos agredidos. Lo estamos viendo acá mismo, en las calles de Paysandú, donde desde el desembarco de la Guardia Republicana, las cosas están empezando a cambiar. Y como grupo de choque de la Policía que es, la Republicana no está para otra cosa que para reprimir, y por ejemplo en los controles de tránsito hacen lo que hasta hace poco muchos criticaban de otras fuerzas, como perseguir a los infractores en fuga hasta obligarlos a detenerse, aún usando la fuerza si es necesario.
Pero no debe perderse de vista que Vázquez recibió a los partidos en medio de una polémica por el cuestionamiento del ministro a algunos fallos de jueces penales que dejaron en libertad a delincuentes o le bajaron la pena, por ejemplo los casos de un joven de 23 años con ocho antecedentes penales al que se le redujo la pena porque la sociedad es “corresponsable” de que haya delinquido, y de otro que fue procesado sin prisión por hurto cuando lo que había cometido fue una rapiña. Esto da la pauta de que el “pobrecitos” y supuestas “víctimas” también ha permeado a determinados operadores de la justicia que muchas veces ven la hormiga y no al elefante que les pasa delante de los ojos, poniendo énfasis en las garantías de los imputados por encima de considerar el de la población agredida.
En la ocasión, el jefe de Estado presentó algunos proyectos de ley en titulares, incluyendo el cambio del régimen de libertades anticipadas para los reincidentes, cambios en la función de las fiscalías con modificaciones al Código del Proceso Penal (CPP), un nuevo estatuto jurídico de la Fiscalía General de la Nación, ir hacia la libertad vigilada común y la libertad vigilada intensiva, la mejora en la persecución del tráfico de pasta base, lo mismo para la persecución del crimen organizado, y la regulación de las empresas de seguridad privada.
Pero no solo de los enunciados se vive, y debe esperarse la eventual instrumentación, así como eventualmente esperar que recoja algunos de los planteos concretos de medidas legislativas que han surgido de la oposición.
Es decir, que con este encuentro necesario, el mandatario ha ganado algún tiempo, y tras una década sin resultados, corresponde que de una vez la fuerza de gobierno se ponga las pilas y le hinque el diente decididamente a esta problemática.
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