Paysandú, Domingo 17 de Abril de 2016
Opinion | 15 Abr Vivir ya es un arte, especialmente en tiempos de aflicción o residiendo en sociedades con necesidades insatisfechas. Pero el arte es también la recreación con una finalidad estética, de un aspecto de la realidad o un sentimiento en formas bellas valiéndose de la materia, la imagen o el sonido. La historia indica que, con la aparición del Homo Sapiens, el arte tuvo una función ritual y mágico-religiosa, que fue cambiando con el correr del tiempo.
Hoy se conmemora en todo el mundo, tal como lo ha determinado la Asociación Internacional del Arte (IAA por su sigla en inglés), el Día Mundial del Arte, que tiene como fin promover conciencia sobre la actividad creativa en todo el mundo. La fecha se eligió en honor al día del nacimiento de Leonardo da Vinci, seleccionado como un símbolo mundial de paz, libertad de expresión, tolerancia, fraternidad y multiculturalismo, así como el arte también es importante en otros campos.
La propuesta fue presentada en la decimoséptima Asamblea General de la Asociación Internacional de Arte en Guadalajara y se celebró por primera vez en 2012.
La propuesta del Día Mundial del Arte es acercar el mundo de las artes a la comunidad global, crear conciencia de la importancia de las artes en el mundo, informar a la sociedad acerca de las diferentes opciones de expresión actuales y revalorar los aspectos sociales y económicos del mundo del arte.
En alguna medida, todos somos capaces de crear arte. Sea en la música, la escultura, la literatura o cualquier otra forma. Lo más complejo, en esa sociedad de primer cuarto de siglo XXI, dominada por lo multimedia y cada vez más acostumbrada a disfrutar en solitario, delante de una pantalla, no es hacer arte, sino lograr difundirlo.
Resulta hasta curioso. Jamás el ser humano tuvo tantas posibilidades de difusión, pero al mismo tiempo se ha establecido una suerte de orden internacional a través del cual se planean una suerte de parámetros culturales similares, que poco a poco van moldeando un estatus cultural internacional. Esto hace más sencilla la producción de contenidos, que en lugar de buscar el arte, buscan atrapar audiencias.
Por tanto, el arte importa menos porque para establecer una producción de contenidos que pueda ser apreciada por la mayoría, lo importante no es apuntar hacia arriba, sino hacia abajo, para estar seguros que todos comprenderán el mensaje. Y por repetido, comienza a pensarse que eso es en verdad el arte.
Este día, es un buen momento para pensar en lo que realmente ha logrado el ser humano con el arte, el crecimiento intelectual alcanzado, la belleza obtenida con obras sin par. Y comprender que seguimos mirando al arte clásico como inigualable. En realidad, no debería ser así. No solamente debería igualarse, sino superarse. Pero implicaría volver a la diversidad, que a quienes controlan el contenido a ser difundido internacionalmente no les interesa. Iguales para consumir.
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