Paysandú, Miércoles 20 de Abril de 2016
Opinion | 15 Abr Al hablar ante la 57ª Reunión Anual de la Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que se desarrolló en Nassau (Bahamas), el ministro de Economía y Finanzas de nuestro país, Cr. Danilo Astori, enfatizó la necesidad de “contar con un banco adecuadamente capitalizado que pueda proveer de financiamiento contracíclico ante una coyuntura macroeconómica adversa”.
Ese tipo de financiamiento “es relevante para todos los países, y en particular para los pequeños y vulnerables de la región, en donde el banco suele ser un actor diferencial”, agregó el secretario de Estado, quien también hizo referencia al Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin, que se define como “el laboratorio de innovación” del BID) en representación de 19 países accionistas C y D del organismo (entre los que están Bolivia, Ecuador, Paraguay, Panamá y Costa Rica).
Para que el Fomin “pueda continuar su buen trabajo después de 2018, serán necesarios para asegurar su operatividad durante el período de financiamiento puente (2019-2023) aportes de capital fresco en adición al capital existente, así como mantener su independencia institucional actual” expuso Astori. Para evaluar las alternativas, propuso la creación de un “comité de trabajo”.
A su vez, en este mismo foro, el economista jefe del BID ,José Juan Ruiz, declaró que Latinoamérica “necesita reinventarse” en un momento de débil crecimiento mundial para evitar que se repita la “década perdida” de los años 80.
En su planteo ante el BID el ministro de Economía compatriota mencionó un punto clave: cuando la economía de un país se enfría, o atraviesa problemas por una serie de factores que se traducen en inflación, desempleo y desequilibrio fiscal, entre otras posibilidades, es fundamental contar con fondos propios de libre disponibilidad para que el Estado pueda promover medidas concretas de reactivación, que tengan un efecto de circuito virtuoso, cuando todos los indicadores dan cuenta de un deterioro en escenario de la economía.
Bueno, esto es lo que se hace incluso en un hogar, cuando las cuentas lo desbordan y los compromisos mensuales superan los ingresos: se trata de conseguir un crédito blando, para superar los compromisos de créditos más agobiantes, sacarse de encima cuotas insostenibles para estos ingresos, y en el tiempo acceder a una cuenta única accesible, aunque lo ideal sería haber contado con ahorros para mitigar el impacto, del desequilibrio en las finanzas.
Y cuando el secretario de Estado, con buen tino refiere a esta necesidad de contar con recursos de financiamiento contracíclico alude a la regla del buen administrador, que rige para gobiernos de cualquier signo, que es el de aprovechar la época de prosperidad generando inversiones en infraestructura en áreas clave para un crecimiento y desarrollo sostenible, y preservar determinado porcentaje de los recursos adicionales para tener una disponibilidad de fondos que permitan atemperar las consecuencias de un cambio de viento en la economía mundial, que pone a prueba las flaquezas internas.
Lo que pide Astori en el BID, sin embargo, es precisamente lo que debió haberse hecho en nuestro país durante la última década, en que los sucesivos gobiernos, pero sobre todo durante el de José Mujica, donde ya se perfilaba que el viento a favor que tuvo la económica regional en el concierto mundial se iba debilitando y vendría la etapa de ajustarse el cinturón.
En cambio se siguió gastando alegremente por encima de los ingresos, las empresas estatales como Ancap se desfinanciaron y se generó un déficit fiscal que se entregó a la administración actual, también del Frente Amplio, con un déficit fiscal del 3,5 por ciento y una economía estancada, que se arrastra hasta nuestros días.
Si se hubiera hecho precisamente lo que indica el ABC de la economía, no habría tal vez necesidad de pedir al BID que haga lo que el gobierno debió hacer, y no tendríamos las dificultades e incertidumbre que tenemos hoy.
Esta gestión equivocada nos ha traído al escenario de hoy, donde el margen de maniobra es acotado, donde los “platitos chinos” de la economía caen ante un equilibrio difícil de lograr porque hay variables incompatibles y solo pueden mejorar en desmedro de las otras.
Bueno, es un desafío difícil, y en este panorama complejo, desde el gobierno se ha recibido con beneplácito la proyección de crecimiento del 1,4 por ciento que evalúa el Fondo Monetario Internacional para el Uruguay, aunque inferior a la previsión anterior.
Por cierto que este guarismo es superior al que vaticina prácticamente la unanimidad de los economistas, que oscilan entre crecimiento cero y el 0,5 por ciento, pero por lo menos el secretario de Estado anunció que se están “corrigiendo todas las previsiones” que se hicieron en el Presupuesto Quinquenal, “en línea con lo que pasó en el mundo y en la región. Haremos un planteo en la rendición de cuentas, que es el instrumento que tiene el Uruguay, para ir adaptando su realidad presupuestal anualmente”, añadió.
En la ley de Presupuesto, presentada sobre mediados del año pasado, se había proyectado que la economía uruguaya crecería 2,5% en 2016 y 2,8% en 2017, es decir un guarismo demasiado optimista, y por lo tanto ahora debe hacerse frente a un presupuesto inflado y desfinanciado.
Y peor que el error en sí es perseverar en el error: urge incorporar los correctivos en el gasto para sobrellevar el desequilibrio.
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