Paysandú, Jueves 21 de Abril de 2016
Locales | 18 Abr La inusual e intensa tormenta de la medianoche de ayer sembró el caos en toda la franja de viviendas que rodea el arroyo Sacra y también en los barrios cercanos al arroyo La Curtiembre. Las tempestades que azotan al país en los últimos días se trasladaron con intensidad a Paysandú donde, en cuatro horas, entre las dos y seis de la mañana, cayeron 200 milímetros de lluvia. En ese tiempo el agua lo tapó todo: casas y calles quedaron inundados en cuestión de minutos y los habitantes debieron salir a la desesperada, llevando lo puesto y poco más. Para peor, al caer la noche la lluvia volvió con fuerza.
“Al cabo de dos horas quedó todo arrasado. Ahí dentro está todo mojado y hay una humedad insoportable”, comentó a EL TELEGRAFO un vecino de Park Way. “Nunca había pasado algo así, la primera vez que pasa tan de golpe”. Este hombre, junto a su esposa y dos hijos, se despertaron a las cinco de la madrugada, con el agua ya dentro de su casa. Atinaron a tomar a los niños y salieron a resguardarse en tierra firme. Perdieron todo y a media tarde de ayer, cuando el agua ya había bajado algo y había despejado la calle, pudieron colgar los colchones y algo de ropa para que se secaran.
Allí cerca, al lado del puente por calle Montevideo y Park Way --que la Intendencia cerró más tarde por precaución--, Rosario contemplaba con tristeza su hogar, aún inundado por el arroyo Sacra. Madre de dos hijos, aseguró que lo perdió todo. “Esto es un desastre. Los pocos comestibles que tenía se echaron a perder, también el colchón de dos plazas, las frazadas y los pañales”, explicó resignada. “Una que es grande se puede manejar, pero con los gurises es otra cosa”, añadió. También dijo que se quedaron con lo puesto.
En esos momentos, se encontraba por allí personal del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), en colaboración con el Comité Departamental de Emergencia, para conocer las necesidades de los damnificados. Además de un sondeo de la situación, a las familias se les prometió canastas de alimentos secos. Los trabajadores del Mides recordaron que está habilitada la Escuela 2 para acoger a mujeres y niños, y el Liceo 1 para hombres.
Una gota en el desierto de un panorama por demás caótico: casas con mobiliario destruido por el agua, aparatos electrónicos inutilizables, heladeras volcadas, colchones y ropa colgados en cuerdas y en árboles, todos los habitantes fuera de sus hogares sentados en sillas y tratando de arreglar algo, carpas improvisadas, animales en búsqueda de un resguardo. Los ladrilleros de la zona también lo perdieron todo. Mucha humedad, mucho barro y mal olor. Los pozos colapsaron y el desagüe se desbordó, dejando un rastro de mugre maloliente en todo el barrio.
Las canchas de Independencia y Centenario estuvieron bajo agua toda la mañana de ayer. Por la tarde, algo había secado. Un hombre, que vive al lado --cuya casa perteneció a su abuelo y también había vivido allí su padre-- pasaba las horas ahora en una carpa en el ingreso de la cancha de baby fútbol de Centenario. A un tío suyo, la fuerza de la tormenta y la inundación le tiró abajo la casa de ladrillo. Otros vecinos, Milton y Yamila, contaron que a las seis de la mañana ya estaba el agua adentro, inundándolo todo, y a las siete la tenían “al cuello”. “Tuvimos 15 minutos para sacar lo esencial como una bolsa con ropa toda mojada”, contaron a EL TELEGRAFO.
Milton dijo que perdió el sommier nuevo que se había comprado gracias a unas “nuevas changas” que había conseguido últimamente. Pese a que se vienen más lluvias intensas, la pareja no piensa moverse del lugar. “Estamos muy ariscos a los refugios. Si te vas te roban todo”, aseveró Yamila, quien tiene el antebrazo izquierdo enyesado por una quebradura que sufrió en un partido de fútbol. Se quedarán en una carpa o en Centenario, afirmaron. Además, aseguraron estar “cansados” de pedir soluciones y no recibir nada. “En la inundación de diciembre, nos dijeron que iban a mandar colchones y nunca aparecieron. Y esta vez (la inundación) fue peor”.
“POR LA FUERZA”
Las casas de Park Way ubicadas cerca de Ruta 3 también mostraban un escenario desconsolador. A media tarde de ayer, el agua había remitido y la gente, por lo menos, se podía organizar al borde del Sacra y un poco más allá. Con carpas y toldos a lo largo de la orilla, hombres, mujeres y niños trataban de sobrellevar la situación. En un sector, se montó una olla popular. De cualquier modo, los vecinos estaban indignados. “A las seis de la mañana se desencadenó todo, apenas tuvimos tiempo para ir avisando por las casas. Debimos sacar a algunas personas por la fuerza”, relató un joven que denotaba cansancio en su cara. Una mujer a su lado soltó la rabia: “Nos dijeron que podemos ir a la capilla Santa Mónica. Pero lo vamos a hacer hasta mañana. Después, nos vamos a encadenar en donde sea hasta que nos den una vivienda. Acá no volvemos más”.
Otro hombre comentó que hasta ese momento no había pasado ninguna autoridad, que “solo vienen cuando precisan los votos” y que --como ocurrió con los otros-- salieron de sus casas con lo puesto y poco más. Agregó que el olor a podrido es insoportable y que los niños están expuestos a enfermedades, a las víboras y a la mugre de los pozos desbordados. “En menos de 20 minutos ya teníamos 40 centímetros de agua en nuestras casas. ¿Quién no se va a querer ir de acá?”, se preguntó.
La idea para pasar la noche es que las mujeres y los chicos se resguarden lejos de allí. Los hombres se quedarán, sobre todo, para cuidar las pocas pertenencias que les quedaron de los robos y, también, de las nuevas lluvias que cayeron en un ciudad en alerta naranja, según el Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet).
HASTA EL TECHO
En el barrio Sur se desplegaron máquinas para vaciar y ensanchar cunetas, que quedaron colapsadas por la tormenta y el agua acumulada. En la zona del puerto se registraron voladuras de techos. En Los Álamos, cercano al arroyo La Curtiembre, la inundación se asemejó a Park Way. La lluvia que se abalanzó en la madrugada de ayer llenó de agua las casas del barrio pasando la altura de las puertas. También les sucedió que debieron salir rápido, sin tiempo para sacar casi nada. Por la tarde, todos los vecinos estaban en la misma: fuera de sus hogares, colgando ropa y colchones, y tratando de poner buena cara.
Danubio, junto a su esposa y siete hijos --cinco de ellos menores--, contó que cuando comenzó la tormenta de la madrugada, tuvieron tiempo de colgar y los colchones en el techo, a una altura de dos metros. Así y todo, el agua lo tapó todo. “Nos quedamos sin nada. La tormenta nos dejó re engatados”, dijo a EL TELEGRAFO. La zona quedó hecha un “barrial”, un desastre que genera mucha “desilusión”.
“A nosotros siempre nos castigó la lluvia. Hemos perdido muchas cosas ahí. Pero ahora perdimos todo. La heladera, el televisor, todos los electrodomésticos. Además, el barro se pega a todo y las cosas quedan sin arreglo. Mi señora lloraba. Se hace un sacrificio bárbaro para comprar algo y en pocos segundos te lo come la creciente. Después el olor, que no se soporta. El agua viene de todos lados, hasta de las cloacas”, relató Danubio, quien aseguró que aún vestía “la ropa de ayer” (por el sábado).
La familia de Danubio se encuentra hoy en un refugio dispuesto por la Intendencia. Afirmó que hasta que pase lo peor se quedarán allí. La tormenta que volvió a rugir al caer la noche de ayer volvió a inundar su casas de Los Álamos.
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