Paysandú, Viernes 22 de Abril de 2016
Opinion | 22 Abr Con pocos meses de diferencia, nuevamente los servicios de emergencia de la ciudad deben enfrentarse a una situación en la que cientos de personas son desplazadas por la inundación de sus hogares. De los evacuados, que no llegan a 200, algunos fueron alojados en los refugios habituales, gimnasios de escuelas y liceos, y en el Estadio Cerrado.
Muchos se autoevacuaron a casas de familiares o amigos. Pero otros simplemente levantaron una carpa en la vereda, un descampado o directamente el medio de la calle, frente o cerca de sus viviendas, muchas de ellas de construcción precaria. En la inundación de diciembre-enero, la Intendencia hasta proveyó de servicios higiénicos portátiles para que quedaran en la calle, tapados con lonas y plásticos.
Ahora, el Comité Departamental de Emergencias (CDE) ha indicado que no aconseja ni apoya la instalación de carpas. La explicación de los vecinos es siempre la misma, no quieren abandonar sus lugares porque quieren cuidar sus pertenencias, sus viviendas o animales --cerdos y caballos especialmente-- que crían en las zonas costeras a arroyos y al río.
La realidad es que la decisión de aceptar que haya carpas donde los vecinos residan temporalmente por esas razones no es la más apropiada y de hecho implica dejarlos en situación de riesgo ante cualquier fenómeno extremo que se produzca.
Es cierto que son los vecinos los que quieren quedarse en esos sitios, pero en realidad, las autoridades que administran el apoyo a situaciones de emergencia son las que deben determinar con toda claridad dónde y cómo pueden alojarse los desplazados que quedan sin lugar adónde ir.
Son las autoridades las que deben ver el todo y obrar en consecuencia. En inundaciones anteriores también se usaban carpas, pero no dejando al libre albedrío de los vecinos dónde instalarlas, sino estableciendo zonas que pueden ser controladas y donde se brinden las condiciones de seguridad y salubridad adecuadas.
En el medio de la calle no es precisamente un buen lugar. En el medio de la noche, en zonas donde generalmente reina la oscuridad, cualquier conductor desavisado puede provocar, sin pretenderlo, tragedias irreparables.
Cada familia tiene razones para defender su espacio. Pero son las autoridades que actúan ante la emergencia las que deben establecer reglas claras, contundentes y a ser respetadas por todos los desplazados sin excepción. No corresponde a los vecinos quedarse a cuidar sus pertenencias, sino a los servicios de seguridad. Si fuera necesario, también el ejército, como ocurrió tras el trágico tornado en Dolores.
No es una buena práctica permitir que se diseminen carpas en todas las zonas inundadas. Por la seguridad de los desplazados y por los planes de emergencia que, si están concentrados, se aplican mejor.
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