Paysandú, Domingo 24 de Abril de 2016
Opinion | 24 Abr Las drogas de diseño --como la pastilla de éxtasis-- amplió en los últimos años su radio de consumo, si bien se relaciona con la movida de la música electrónica y con consumidores de un mejor poder adquisitivo.
Esta droga que otorga una inusual energía y permite un agite que durará horas, se impone con la visión de una sustancia amigable y sin efectos secundarios, enmarcada en la inexistencia de campañas que apunten a visualizar a una sustancia tóxica, que a largo plazo generará problemas neurológicos severos.
En zonas de alta concentración turística durante la temporada estival, se constata como un hecho normal que las emergencias atiendan casos de intoxicación, que comienza con una deshidratación, provocada por esta pastilla. Es así que una medida básica es tomar agua en forma permanente para reponer lo que quita el éxtasis del organismo.
Este aspecto conlleva un aumento en el precio de venta de la botella, en tanto desciende el consumo de alcohol en los lugares donde se presentan estos espectáculos. Incluso la escasa información existente es la base para que la oferta presente sustancias químicas de menor calidad elevando la droga a la categoría de “veneno”, sumado a la falta de preparación técnica tanto de quienes la fabrican como quienes la venden.
Las estadísticas nacionales indican que mensualmente se comprueba el ingreso de un intoxicado grave con esta droga a los hospitales uruguayos. El incremento de la demanda y la inexistencia de campañas que adviertan sus riesgos específicos, potenció el consumo en los últimos años.
La “pasti” o “rola”, como se denomina a estas y otras drogas de diseño, se expenden en variadas formas que incluyen pastillas con dibujos de personajes de comics e ingresan al país por diversas vías o se adquieren por Internet.
Estos productos de laboratorio no son nuevos y anualmente surgen unas 200 drogas nuevas, que llegan desde el exterior –principalmente Holanda que ingresa en avión a Uruguay y pasa en barco a Argentina-- porque hasta el momento no se han descubierto laboratorios locales de producción.
La encuesta de Consumo Cultural, correspondiente al año 2014, del Ministerio de Educación y Cultura señaló que el 12% de los jóvenes de 12 a 29 años declaró que la música electrónica es su estilo favorito. Aunque no signifique que la totalidad del universo juvenil que concurre a estas fiestas sea consumidor, deberían activarse las alertas tempranas y comenzar a exponer acerca de este producto sintético que carece de circulación mediática, a diferencia del alcohol que se plantea como la sustancia más consumida o la marihuana que cuenta con un mercado regulado.
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