Paysandú, Lunes 25 de Abril de 2016
Opinion | 23 Abr Las revelaciones que gradualmente se van conociendo por detenciones, confesiones e indagatoria judicial en la Argentina, con un grado de corrupción e impunidad durante los gobiernos K, todavía causan asombro, pese a que a todas luces era evidente que tanto disparate no podía ir demasiado lejos.
Por supuesto, no se puede mantener engañados a todos todo el tiempo, y a partir de las primeras denuncias conocidas, ante un Poder Judicial que salvo honrosas excepciones también fue permeable a la corrupción, se ha agregado una creciente dosis de patoterismo, que fue institucionalizado a través de la Cámpora, cercana a Cristina Fernández --liderada por su hijo Máximo-- pero también con brotes similares desde otros ámbitos, para acallar voces disidentes y abusar de la intimidación.
Recientemente se supo que una de las víctimas de estos actos patoteriles fue el propio papa Francisco --entonces arzobispo Jorge Bergoglio-- cuando cumplía su ministerio en la Iglesia Católica argentina. Es así que en las últimas horas el papa ha sacudido a la dirigencia política y población de su país --no solo de la Argentina, realmente-- al acusar de mafioso al exintendente del partido bonaerense de Morón, Raúl Otacehé, un dirigente del Frente Para la Victoria (kirchnerismo) quien gobernó en esa zona de la provincia de Buenos Aires durante 24 años. La incriminación ocurrió durante un diálogo en la plaza de San Pedro, en El Vaticano, con el flamante sucesor de Otacehé, Gustavo Méndez, quien lo derrotó el año pasado y también integra el Frente Para la Victoria.
"Santo Padre, soy el intendente de Merlo, vine en 2014 y me dio su bendición", le dijo Menéndez, según un video difundido por el dirigente político en su cuenta de Facebook. Entonces Francisco le preguntó sin intermediar palabra: "¿La mafia de Othacehé no lo joroba?"
El papa explicó que vivió las presiones del exintendente de Morón cuando era arzobispo de Buenos Aires. "Yo lo sufrí en carne propia cuando tuve que ir a defender a un cura. A Pancho (Velo, un cura de la zona), fui ahí para frenarlo a Otacehé", complementó el sumo pontífice, en alusión a que cuando una vez fue a dar una misa a Merlo para defender al sacerdote Velo, le tiraron huevos y lo abuchearon.
Según dijo Menéndez a El País de Madrid, Velo era acusado por dirigentes políticos de ala de Otacehé de dar droga a los niños y de tener amantes, pero luego el nuevo intendente de Morón relató las presiones a las que se refirió el papa. "La anécdota del padre Pancho (Velo) ocurrió hace siete u ocho años. Otacehé ha perseguido a muchos religiosos que no estaban a favor suyo. A Pancho lo difamaban contando que daba droga a los chicos o que tenía amantes. Incluso infiltraban personas en las misas para saber que decía", dijo a El País de Madrid. "Tanto fue así que Bergoglio fue a dar una misa en la calle como señal inequívoca de apoyo. Hablaron acerca de cómo los malos impiden que los buenos realicen la labor evangelizadora. La gente de Otacehé lo empezó a abuchear y a tirar con huevos".
Lamentablemente, se trata de un método que se aplicó abiertamente desde el poder por el kirchnerismo, y esperamos que los nuevos vientos de reafirmación democrática que soplan en la Argentina, permitan desterrar estas prácticas intolerantes y patoteriles.
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