Opinion | 25 Abr Hoy se conmemora el Día Internacional de Lucha contra el Maltrato Infantil, que define los abusos y la violencia física, sexual, psicológica, negligencia o de explotación que padecen niños y adolescentes a nivel global.
Cada año se comprueba un aumento en los porcentajes de hombres y mujeres que manifestaron haber sufrido abusos sexuales y violencia física durante su infancia, al tiempo que se incrementan los casos en la actualidad. Por tanto, significa que ha sido un flagelo que atraviesa a las generaciones y su invisibilidad se presenta como una constante, conforme pasan las décadas.
Esta tarde, en el edificio anexo al Palacio Legislativo, se presentarán los datos correspondientes a la actuación del Sistema Integrado de Protección a la Infancia y la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav), ante integrantes del Poder Ejecutivo.
No obstante, los datos difundidos el año pasado --correspondiente al ejercicio 2014-- señalaron la existencia de al menos cinco situaciones por día de maltrato y/o abuso sexual infantil y un aumento del 31% de situaciones registradas en 2013. De hecho, algunos operadores judiciales han reconocido este incremento y se han mostrado partidarios de penas más duras para los abusadores, una mayor capacitación a quienes trabajan en torno a este tema y un compromiso social que se anime a la denuncia cuando lo requiera.
Sin embargo, se reconoce la existencia de una mayor visibilidad y preocupación para albergar una solución a un problema que comienza a criar sus raíces en el entorno cercano de las víctimas, quienes padecerán daños devastadores con consecuencias a largo plazo.
En Uruguay se cuenta con cifras sistematizadas desde el año 2008 y constata que en la primera franja etaria, el 50% de los niños y el 50% de las niñas sufren maltrato, pero notoriamente aumenta la feminización en la etapa adolescente.
Este problema crónico se extiende al interior rural con casos de abuso e incesto naturalizados, que comprueban la complicidad existente, además de la incorporación y aceptación de la violencia como tal.
Este día ha sido creado para fomentar los derechos del niño en todo el planeta, pero también está orientado a la concientización y colectivización de un problema que se arrastra desde siempre. El objetivo es poner en evidencia que su exposición a la violencia es un asunto de derechos humanos, con la posibilidad de repetición de patrones de abusos y agresión hacia una comunidad que –en general-- reclama contra estos hechos.
Por eso, se trata de un fenómeno que involucra a la sociedad que, además de movilizarse hacia la reflexión, deberá adoptar un protagonismo y transformar esas energías en acción.