Paysandú, Viernes 29 de Abril de 2016
Opinion | 29 Abr El encuentro entre los intendentes de todo el país (los de Salto y Maldonado no concurrieron) en el reciente plenario del Congreso de Intendentes dejó en evidencia que la recuperación real y definitiva de la caminería rural continúa siendo un problema de muy compleja solución. Los caminos de la patria son en general de balastro y eso hace difícil el tránsito en época de lluvias. Mucho más aún cuando deben enfrentarse largos períodos de precipitaciones por encima de lo normal, que provocan destrozos considerables no previstos para ser reparados en el marco del Plan de Mantenimiento Anual. Este, llevado adelante por las intendencias con fondos nacionales, realiza el mantenimiento ordinario y extraordinario por etapa y zonas.
Pero tras las recientes fortísimas lluvias, que sumaron en tres semanas más de seis meses de lluvia de promedio anual, quedó en evidencia que ese plan no es lo más adecuado en circunstancias en que al cambio climático debe sumarse el aumento en la transitabilidad, aportando miles de toneladas más por kilómetro y a la frecuencia en el tránsito. Todo eso influye en el deterioro de los caminos no preparados para soportar la fatiga a la que son sometidos.
Desde hace años se considera la necesidad de provocar un "shock", como lo definió el martes el intendente de San José, José Luis Falero. En Paysandú un buen experimento es el camino de acceso a Gallinal, que se está haciendo con bitumen. Es sin dudas el camino que --es de esperar-- más temprano que tarde se deberá recorrer para salvaguardar la caminería rural.
El escollo principal es, claro está, el presupuesto que demandaría la reparación en esas condiciones de decenas de miles de kilómetros en todo el país. El propio Falero recordó que se había planeado un fideicomiso de cientos de millones de dólares para enfrentar esa erogación.
Es una salida pero antes debe establecerse con claridad el tránsito en cada zona del país y concluir que algunos tramos deberán tener un tratamiento similar al que hoy tienen rutas nacionales y que otros pueden ser solucionados con vertidos de bitumen, situación que se repite en todo el país.
A su vez, antes de invertir semejante cantidad de dinero, se hace imprescindible saber la durabilidad que tendrá cada tratamiento que se aplique para poder así determinar las condiciones de financiamiento que podrá tener.
Pero incluso un fideicomiso es simplemente un crédito. Lo que realmente se necesita para solucionar de manera definitiva la caminería rural es obtener un ingreso real y concreto. El ICIR pudo ser una buena herramienta, pero fue declarada inconstitucional. Hay sectores que usan la caminería rural, pero no aportan para su mantenimiento.
Es tiempo, y en eso sí coinciden los intendentes, de encontrar una solución duradera. Pelearse por un poco más de dinero para esta emergencia es no comprender que será un larga pelea por etapas y que el desgaste de luchar ante cada emergencia solamente traerá perjuicios a los habitantes y a los productores de todo el país.
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